jueves, 30 de agosto de 2012

Libertad para un monstruo

En España hay menos Justicia que vírgenes en el plató de Mujeres, hombres y viceversa. Lo he dicho en varias ocasiones y, la última, hace casi una semana. La aportación española a la historia de la justicia universal es similar a la de Hitler al sionismo.

Hablo, por supuesto, de la puesta en libertad (condicional) del asesino de tres Guardias Civiles en 1985 y secuestrador durante 532 días de Ortega Lara. Lo más triste y repulsivo de todo es que esto se veía venir a tenor de los actos de tres hombres (permítase la hipérbole):

- El que transmitió la orden: Se veía venir cuando el todavía Ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, desde el comienzo de su ejercicio, ha tratado cualquier asunto relacionado con la banda terrorista ETA con unos paños calientes y unas medias tintas que han derivado en una continua falta de consideración a la sociedad española en general y las víctimas de los etarras en particular. Con su cobardía y tibieza ha faltado al respeto no ya a los vivos sino a los muertos. Es una auténtica pena y una verdadera vergüenza que el todavía Ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, no haya tenido ni tenga con la gente de bien la misma sensibilidad y escrupulosidad con que ha tratado y trata a ETA y su entorno. Vamos que para ser del Opus Dei le pone demasiado cachondo el diablo (o eso parece). Lo que está claro es que, si sigue así, al todavía Ministro de Interior no le salva ni su loado Monseñor ni las duchas frías ni el cilicio ni la confesión.

- El que la ejecutó: Se veía venir cuando el todavía juez central de Vigilancia Penitenciaria, José Luis de Castro, abroncó recientemente de forma bochornosa a la médico forense de la Audiencia Nacional, Carmen Baena, por realizar un informe médico que sin mala fe dejaba en evidencia al todavía Ministro de Interior. Y más aún cuando se ha pasado por la quilla la opinión de la Fiscalía de la Audiencia Nacional. La guinda: La visita al etarra en el hospital.Visto el interés que dispensa el todavía juez al miembro de ETA, espero que lo próximo que haga sea ordenar que alguna actriz porno le dé de comer, limpie el culo y se la casque para que el pobre no gaste esfuerzos. "José Luis de Castro, el juez que liberaba criminales", próximamente en los mejores retretes.

- El que la consintió: Se veía venir cuando el todavía Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy Brey, no ha tenido en todo este tiempo la cordura, la hombría o ambas cosas de poner fin al disparate que hoy se ha acabado por perpetrar. A lo mejor piensa el prognático de pelo tricolor que si pasa a la Historia como el "Presidente que acabó con ETA" nadie le recordará como el "Presidente que no supo acabar con la crisis". Error: Lo único por lo que pasará a la Historia el todavía Presidente del Gobierno es por ser tan sumamente incapaz, torpe, y cobarde que le pasaron por encima una crisis económica y una banda terrorista.

Lo lógico, honesto y decente sería que estos tres individuos presentaran su dimisión al frente de sus cargos y competencias. ¿Por qué deberían dimitir? Porque han forzado hasta la tergiversación la interpretación de una Ley que permite pero no obliga a liberar a un preso en las condiciones de este asesino. Porque han beneficiado legalmente a una alimaña que no reconoce las leyes ni la autoridad que le devuelven a la calle. Porque han alegado "motivos humanitarios" para liberar a un cabrón que pertenece a una banda que lo mismo quita la vida que la libertad. Porque liberar a un demonio cuyo encarcelamiento supuso el agradecido esfuerzo de la Policía y la Guardia Civil es un absurdo. Estos tres seres (Ministro, Juez y Presidente) han retorcido la Ley, la ética y la cordura sólo por hacer algo cuyo objetivo final no se sabe pero se intuye. Y apesta.

Como he dicho, lo lógico, honesto y decente sería que estos tres infames presentaran su dimisión. Por eso mismo, no lo harán. Así que siempre me quedará el consuelo de saber que el día que este monstruo muera (y espero que con sufrimiento atroz), me pegaré un homenaje a la salud de todos los que le quisieron y de los que lo liberaron.

Una reflexión final: ¿Quién es más monstruo:el que lo es o quien lo libera?

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