martes, 28 de agosto de 2012

"Black mirror": El oscuro reflejo de nuestra sociedad

Anoche vi la serie Black mirror, producción británica que en nuestro país llegó de la mano de TNT y de Cuatro. Concebida como un callejón del gato de nuevo cuño, Black Mirror es una miniserie acojonante y brillante con planteamientos perturbadores que nos convierte en rehenes de nuestros propios pensamientos. Es sociología con metralla. Una hostia multiángulo en nuestra conciencia. Una meada en el tótem digital. Un corte de mangas a la sociedad actual. Una patada al hombre en el culo de la tecnología. Es una serie hija de nuestro tiempo, una hija cabrona y contestona. Un espejo negro que no deja de devolver un reflejo hipnótico, realista y siniestro. Una crítica, reflexión y parodia de nosotros y del mundo que hemos creado.

Entre los grandes ejes conceptuales que vertebran Black Mirror destacaría los siguientes: El mundo como pantalla, cultura voyeur y el hombre conectado. Directamente de ello, son tres constantes que se pueden identificar en los tres episodios que componen su primera temporada: La despersonalización de la vida offline y la personalización de nuestra vida online; la memoria como fuente de infelicidad y lo visual como verdad. Todo ello y mucho más está presente en un guión afiladísimo e inteligente donde brillan frases tan contundentes e interesantes como "No todo lo que no es cierto es una mentira".

Como digo, Black Mirror está compuesta por tres episodios con historias independientes entre sí pero que remiten a un contexto distópico y retorcido muy similar. Esos capítulos son:

  • Himno nacional.Cuenta el chantaje vía Youtube y redes sociales que un criminal anónimo realiza al Primer Ministro británico: Matar a una joven aristócrata inglesa si el mandatario no mantiene relaciones sexuales explícitas y en directo con un cerdo. ¿Qué temas trata? La falta de límites y control; la redefinición constante de "lo legítimo"; el impacto hegemónico del mundo online en el offline; la digitalización de la conducta; el engaño como motor de sucesos reales; la destrucción de la esfera pública y la privada, la trivialización del poder tradicional; lo imprevisible como certeza de nuestro tiempo; el anonimato como nueva forma de absolutismo; los tres poderes están en manos del cuarto poder y éste, gracias a Internet, en las manos de cualquier persona; la transformación multimedia del horror, el morbo como agente dinamizador... 
  • Toda tu historia. Aborda cómo serían las relaciones sentimentales en un mundo en el que todo recuerdo pudiera ser revivido y revisado hasta el más mínimo detalle como si viéramos un DVD. ¿Qué asuntos toca? La digitalización de nuestra existencia; la virtualización de nuestra personalidad; la tecnificación de nuestro modo de relacionarnos; la compartición pública de elementos íntimos; el paso de la biografía al historial; la simbiosis entre el individuo y los dispositivos tecnológicos; la unión del entorno tangible con el intangible; la cuantificación de las emociones; la imposibilidad de borrar nuestro pasado; el gran peso de la información audiovisual en nuestra vida pública y privada; el recuerdo como último refugio; la configuración del presente a partir de la reinterpretación del pasado; Internet como reflejo de la mente y ésta como inspiración para aquélla; la construcción visual de nuestros sentimientos, el olvido como bálsamo. 
  • Quince millones de méritos. El tercer y último capítulo cuenta la tribulación de un joven que decide rebelarse contra un sistema que ha convertido la existencia en un híbrido entre un reality show y un juego de videoconsola. ¿Qué temas afronta? La digitalización de nuestra vida más cotidiana; la persona como avatar; la frivolización de nuestra existencia; la invasión del entretenimiento digital; el bombardeo de reclamos audiovisuales; la esclavitud del éxito; la perversión y vulgarización de la fama; el paso de la realidad al "reality"; la deshumanización de las relaciones; la cuantificación del valor de una persona; la pérdida de la naturalidad; la virtualización de las relaciones "personales"; la competencia como catalizador de la identidad; el colectivo como castrador de la personalidad; la minusvaloración del talento; el triunfo como ilusión; la inconsciencia como narcótico contra la realidad; la soledad del soñador; el ser humano como carnaza mediática; la autenticidad como excepción; la sumisión como opción de vida; la hipocresía como sistema. 
Por todo ello,después de ver Black Mirror uno no puede dejar de tener la sensación de que acaban de darte una hostia de las que te hacen pensar. Las únicas hostias que merecen la pena, igual que series tan valientes, transgresoras y originales como Black Mirror.

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