El pasado viernes fui a ver Sherlock Holmes: Juego de sombras, secuela de la exitosa y entretenidísima película que hace casi un año comenté aquí. En esta ocasión, todo se repite: equipo, fórmula, estilo, enfoque, música... A mí, al contrario que otras críticas y comentarios que he leído estos días, me parece que no hay nada malo en redundar en algo que funciona y muy bien por cierto. Además, como gran novedad y atractivo en Game of Shadows el villano principal es, por fin, el célebre y pérfido profesor Moriarty que en la primera parte estaba entre las sombras y en ésta sale de ellas para librar una interesante y vibrante lucha de ingenio contra Sherlock Holmes por toda Europa en una trama que se inspira muy pero que muy lejanamente en el relato El problema final.
En Juego de sombras, su director Guy Ritchie vuelve a ofrecer una película que es un homenaje, postmoderno y canallesco, al genial personaje de Arthur Conan Doyle. Una película que conserva el espíritu de todas las novelas sin seguir el dictado de ninguna de ellas y que incide en los aspectos más "estrafalarios" del ficticio detective (sus vicios, su uso del disfraz - en las novelas ocasional y aquí reiterado -, su enfermiza obsesión por los casos, sus experimentos en el laboratorio, su habilidad combativa...) para hacerlo más atractivo si cabe, habida cuenta de que estos son los tiempos de Jack Sparrow. Y, hablando del antológico personaje de Johnny Depp, creo que con Sherlock Holmes, el fantástico Robert Downey Jr ha encontrado su Jack Sparrow particular y se nota, porque parece que, al igual que aquél, disfruta tanto interpretándolo como el espectador viéndolo.
Sherlock Holmes: Juego de sombras es un cóctel de misterio, acción y humor (refinadamente gamberro) con una clara vocación de cine palomitero pero que no decepciona a quien, como yo, sea fan del Sherlock Holmes de Doyle. Y buena parte del mérito lo tiene, como apuntaba anteriormente, Robert Downey Jr, al desemelenarse en una interpretación francamente exagerada, personal y entretenidísima del famoso inquilino del 221B de Baker Street. Tan es así que cuesta pensar dónde acaba Downey y empieza Holmes. Para mí, tan válida es esta actuación como la más canónica y flemática de Basil Rathbone, porque a un personaje tan interesante y lleno de detalles como Sherlock Holmes no hay una forma única de interpretarlo y las dos películas de Ritchie son un buen ejemplo de ello.
De todos modos, a esta película se le pueden poner tres pegas: el uso quizás excesivo de la cámara lenta (ej: la huida bajo el bombardeo), el personaje-florero de Simza (Noomi Rapace), y...que termina. Es una pena pasarlo tan bien viendo una película y que ésta tenga que terminar...aunque, como muy bien se encarga de demostrar la última escena, Sherlock Downey Jr no está por la labor de abandonarnos.¡Menos mal!
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