jueves, 5 de enero de 2012

Érase una vez, un hijoputa...

...que quería joder la Noche de Reyes. El protagonista de esta historia es un idiota que ya desde niño empezó a obsesionarse con la existencia de los Reyes Magos. Empezó a mosquearle que sus rostros nunca fueran los mismos; le atormentaba la imposibilidad física de dispensar los regalos por tantos millones de hogares en apenas unas horas y valiéndose de dromedarios cuando hasta El Corte Inglés tarda 48 horas en entregarte una compra en tu misma ciudad con toda una flota de furgonetas; le escamó que en una ocasión Baltasar le manchara la cara al besarle; le dio que pensar el desmedido interés de sus padres para ayudar a los magos más poderosos del planeta; le extrañó que Melchor y Papá Noel tuvieran la misma barba; le desconcertaba que la magia funcionara para dar abasto pero no para traerle exactamente los regalos solicitados postalmente; le pareció raro que viviendo en Oriente hubieran sobrevivido indemnes al explosivo ambiente que hay en aquella región; y le aterrorizó contemplar accidentalmente desde la ventana de su cuarto cómo Gaspar forzaba sexualmente a Mamá Noel en la casa de los vecinos una lejana noche del 5 de enero. La prueba que derrumbó el mito y destapó el engaño fue constatar que los Reyes Magos compartían domicilio fiscal con el Ratoncito Pérez. Desde entonces, se juró a sí mismo acabar con aquella conspiración. Y hoy es el día.

Su plan es sencillo: Colarse en la mediática cabalgata de Madrid, pedaleando en su bicicleta, vestido sólo con unos slips verdes, con el cuerpo pintarrajeado con tinta negra con la misma frase que lucirá en una inmensa banderola blanca que desplegará desde su rueda trasera y que gritará con un pequeño megáfono hasta desgañitarse: "¡Los Reyes son los padres!".

Quedan sólo 3 horas y 30 minutos para salir de dudas.

Seguiremos informando. 


Actualización de las 21:00
El hijoputa se ha quedado en casa. No porque se haya arrepentido. No porque le haya entrado cargo de conciencia por intentar joder la alegría de miles y miles y miles de niños. No porque haya pensado que suficiente tristeza y frustración hay ya como para enseñarse con quienes no entienden de crisis de ningún tipo. No porque haya creído que en estos tiempos la ilusión es lo único que nos queda. Sino porque se ha dado cuenta de que estaba en un error: Los Reyes no son los padres. Hoy, los Reyes, son los niños.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola soy Satine, muy bueno, espero que este blog no lo lea ningún niño.Veremos como termina esto porque te han quedado pocas cosas que decir sobre los reyes y que no les dejan muy bien jaja.Hasta pronto,sigue informando.

Juan Carlos dijo...

Muy buena historia y aún mejor la moraleja.
Salu2