Anoche acudí al estreno de una de las películas favoritas a copar los galardones de los próximos Óscar: "Valor de ley", dirigida por los siempre interesantes y a menudo geniales Hermanos Coen e interpretada por un veterano actor que en sus últimos trabajos está despuntando superlativamente: Jeff Bridges. "True grit", como se titula originalmente, está basada en la novela homónima escrita en 1968 por Charles Portis, al igual que lo estuviera su primera versión cinematográfica, dirigida en 1969 por Henry Hathaway y protagonizada por el icono del "western": John Wayne, quien, por cierto, consiguió entonces su único Óscar por el papel que hoy le ha valido la nominación a Bridges. ¿Un presagio? A juzgar por la interpetación de Bridges, algo más que eso.
Mas antes de detenerme en algunos detalles, he de decir que la película cuenta la peculiar historia de una niña espabiladísima, Mattie Ross, que quiere vengar la impune muerte de su padre y, para ello, contrata los servicios de un decadente alguacil con más fama que futuro: el orondo y alcohólico "Rooster" Cogburn. Unidos al lozano y virtuoso ranger texano LaBoeuf, el peculiar trío se adentra en territorio indio en busca del criminal responsable de la orfandad de Ross, el vil y zarrapastroso Tom Chaney. Un argumento sencillo, curioso y lleno de valores. (lealtad, honestidad, integridad, coraje, determinación)...como un cuento. Es como si Caperucita Roja contratara los servicios del montaraz para dar caza y muerte al lobo, cambiando los densos bosques centroeuropeos por las áridas llanuras del Oeste norteamericano. Y es precisamente este entorno, el del western, el que le confiere ese carácter épico, pues tal tiempo y lugar no son aptos para niños, como no tarda en constatar la valerosa Ross. En cambio, lo memorable deriva del equipo técnico que hay delante y detrás de las cámaras.
"Valor de ley" es la típica película que al terminar de verla por primera vez te produce la sensación de haber visto una pequeña joya del séptimo arte y, conforme pasa el tiempo, te das cuenta que estás en lo cierto. Es literalmente imposible ponerle pega alguna al apartado técnico, artístico e interpretativo. El guión, el montaje, la fotografía, la música, el casting, el diseño de vestuario...todo está tan sumamente afinado en esta película que es, técnicamente, impecable. Y luego están las interpretaciones: Hailee Steinfield (Mattie Ross), Matt Damon (LaBoeuf) y Josh Brolin (Chaney) bordan sin estridencias sus personajes junto a un elenco de secundarios no muy conocidos pero estupendos en sus papeles. ¿Se me olvida alguien? Sí, pero es que lo de Jeff Bridges y su Cogburn en esta película merece mención aparte pues es sencillamente antológico: Si ya es harto complicado aunar carisma, naturalidad, presencia, talento y veracidad para interpretar a un personaje común, hacerlo para dar vida al entrañable antihéroe de "Rooster" Cogburn es simplemente regalar al espectador un recital. Inmejorable. Insuperable. Inolvidable.
Se podría discutir si "Valor de ley" es más liviana que "Sin perdón" o "Bailando con lobos", por citar sólo dos magnos títulos del western en particular y el cine en general, pero lo que está fuera de toda duda es que cohabita junto a ellas en el territorio reservado a las obras maestras. Y todo ello, Bridges aparte, es mérito de sus responsables: Ethan y Joel Coen, directores, guionistas y productores de esta maravilla. Se pueden hacer películas distintas a ésta. Mejores, no.
Para acabar el artículo, aunque suene paradójico, quiero hacer una reflexión sobre el título de esta sencilla muestra de genialidad. "True grit" viene a significar "verdaderas agallas", "auténtico valor", "pura valentía"...o, si se prefiere en vulgar román, "Tener un par de huevos". Y es que eso es, precisamente, lo que hace falta para que una niña se interne en un mundo de adultos con tal de hacer justicia; para adentrarse en territorio hostil por cumplir una vendetta "infantil"; para ir más allá de las propias fuerzas, filias y fobias con tal de respetar una promesa; para plantar cara a enemigos que te superan en número; para echar una carrera a la muerte y ganarla; para ser fiel a tus principios cuando no hay reglas ni leyes que te amparen; para hacer lo correcto cuando lo más cómodo es no hacerlo; para dejar a John Wayne en el olvido con una interpretación memorable; para filmar con insultante naturalidad una obra maestra y quedarte tan tranquilo.
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