El pasado viernes falleció Jean Simmons, penúltimo vestigio de una época de grandeza en la que Hollywood fue Camelot y Oz, sueño y realidad envueltos en focos y seda. Con ella, actriz inolvidable de films que descubrí en mi infancia como "Hamlet", "La túnica sagrada", "Sinuhé, el egipcio" o, especialmente, "Espartaco", se atenúa el brillo casi extinto de una generación de actrices que hicieron de la elegancia, la mesura, la educación y el talento su mejor carta de presentación. Mortales con la imperecedera excelencia de inmortales. Musas que hicieron del séptimo arte el primero para muchos. Iconos dentro y fuera de la gran pantalla para un mundo al que el color se lo daba el blanco y negro.
Una lamentable pérdida acentuada por la ausencia de relevo en las lozanas promociones de actrices que son, por demérito propio, meras pulgas comparadas con las colosales actrices que, como Simmons, aunaron belleza, sensatez y brillantez en tales proporciones que hoy nos parecen legendarias.
Corren malos tiempos para Hollywood, pues el letal Cronos ha querido tornarlo en cementerio de auténticos titanes del celuloide. Por desgracia, vivimos una época en la que toca fundido en negro para ángeles blancos...
Descanse en paz, Jean Simmons.
1 comentario:
Qué grande Jean Simmons; oportuno homenaje. Descanse en paz Varinia, la hermosa y leal mujer de Espartaco.
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