59-60. Es curioso que algo que despierta tantas pasiones e ilusiones como el deporte se reduzca en el fondo a una aséptica y fría cuestión de números. Pero es así. Anoche la selección española de baloncesto perdió la final del Eurobasket ante Rusia. Los optimistas dirán que ganaron la plata. Los pesimistas, que perdieron el oro. Y los objetivos, entre los que me incluyo, que Rusia encestó un punto más que España en el encuentro decisivo. Pensamientos, emociones, anhelos, deseos, sueños...De acuerdo, eso está "ahí", pero el deporte se reduce a pura matemática, a la sencilla premisa de aventajar numéricamente a tu rival. Todo lo demás es secundario, aunque cueste reconocerlo. Hace poco más de un año, comentaba en este mismo blog la mayor gesta del baloncesto español. Ahora me toca hablar de una derrota. Y lo haré lo más escueta y esquemáticamente, para poner coto a los impulsos más desaforados.
- El partido: Rusia jugó un buen partido.Y a España le faltaron tres cosas básicas en el deporte, especialmente en baloncesto: Sensatez, serenidad y suerte. Anoche todo el equipo español hizo un mal partido y rindió por debajo de lo acostumbrado, excepto Calderón, que siguió empeñado en eclipsar a cracks como Gasol, Garbajosa o Navarro con su enésima actuación estelar. Nervios, despistes, precipitaciones, malas elecciones de pase, fallos impensables en los tiros...Anoche, la cabeza estuvo más tiempo del aconsejable en el banquillo y la fortuna española directamente se tomó el día libre y se fue a beber vodka, para desgracia de, por ejemplo, Pau Gasol. Quizás es que hubo algún gafe en un palco VIP, pero el caso es que la mejor Rusia del torneo ganó de un solo punto a la peor España del Eurobasket. Y punto. No hay que darle más vueltas. Preguntarse si Pepu tomó las decisiones adecuadas, si Pau debía haber estado en pista tanto tiempo vista su aciaga noche y agónica cara, si tenían que haber jugado más los "jugones" que los "obreros", si fue acertado que el último tiro correspondiera a un Gasol que estaba física y psíquicamente fundido...es un onanismo mental entendible pero fútil.
- El rival: Imaginen a una banda de clones del monstruo de Frankenstein, añadan a un negro con más neuronas en su mortífero cerebro gris que todos sus compañeros blancos juntos y tendrán a la selección rusa de baloncesto. Y si esto les parece curioso, ¿qué tal si les digo que el tío con más talento y el verdadero motor del equipo ruso nació en Pittsburgh (Pennsilvania) y fue "rusificado" por decreto gubernamental? Pues eso. Que son una fiel representación de un esperpéntico país que es un barco hundiente en la tundra gobernado por un tío que hace parecer Jesucristo a Michael Corleone.
- La selección española: Somos los mejores, aunque a veces, como anoche, cueste demostrarlo.Talento, esfuerzo, compañerismo, brillantez, físico, calidad, humildad...Todas esas cualidades forjan los equipos legendarios y son los mejores adjetivos para describir nuestra selección de baloncesto. Tenemos a un auténtico crack e icono de la canasta (Pau Gasol), a verdaderos genios del baloncesto (Calderón, Navarro, Garbajosa y Rudy) y a unos jugadores que son los complementos ideales para ellos (aunque lo de Sergio Rodríguez este Eurobasket haya sido lo más parecido a un quiste o un tumor deportivo que he visto desde Zubizarreta). Y quien sabe distinguir, coordinar y encajar magistralmente todo esto, además de seleccionador, es un tío brillante, muy brillante y se llama Pepu Hernández. No son perfectos, porque hay ocasiones que bajan del Olimpo para disgusto de la afición, que está acostumbrada a que la selección española les sirva ambrosía, pero bendita imperfección la de quien consigue ganar un Mundial y llegar a la final de un Europeo. Y si hay algo que valoro personalmente, y que creo que es el verdadero gancho de la selección, es la humanidad, humildad y cercanía que emanan estos jugadorazos, quienes, pese a lo altos que son, no tienen el ego en absoluto subido. ¡Qué odiosas son las comparaciones con otros deportistas españoles! ¿Verdad? Y, por lo demás, fuera tristezas, que con la juventud que hay en esta selección, y los cracks que tenemos en el horno, visitaremos el Olimpo a menudo en los próximos años.
Se acabó el Eurobasket. Ganamos una plata, perdimos la final y el oro se marchó a Moscú, ¿otra vez?...Da igual, nosotros, ahora, con la cabeza bien alta, a poner proa a la próxima cita con el Olimpo: Pekín. ¡Ánimo, chicos, que sois mucho más grandes de lo que se puede medir en centímetros!
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