jueves, 28 de septiembre de 2017

Bofetón

Si Kiko Rivera intenta aparearse con Mónica Bellucci, todo el mundo sabe el resultado. Por eso anoche el Atleti sufrió una derrota más que justa a manos de un Chelsea que, al menos ayer, demostró estar fuera de su alcance, en todos los aspectos. Ayer el Atlético perdió porque lo que hizo el conjunto inglés fue más y mejor que lo que hizo el madrileño. Tan sencillo y contundente como eso.

El Atleti hizo un partido impropio de un aspirante al trofeo, impropio de una competición tan exigente como la Champions e impropio de un equipo que ya es leyenda. Jugar un partido de este nivel como si fuera un amistoso en agosto suele acabar en requiescat in pace. Más allá de eso, el Atleti eligió un mal momento para cumplir algunas leyes de Murphy (empezando por aquella de "Si algo puede ir a peor...") y varias perogrulladas de una obviedad casi matemática (la edad no perdona, el presente no puede vivir del pasado, la sobrevaloración acarrea disgustos, las piernas y la cabeza no pueden estar peleadas y la realidad no tiene nada que ver con el deseo).

Ahora los aficionados colchoneros podemos dejar que cunda el pesimismo, refugiarnos en el forofismo, pensar que Costa es la Virgen de Lourdes, dedicarnos a señalar jugadores (me parece de mal gusto poner nombre a lo evidente) o tener paciencia.Yo opto por esto último. Pero sí tengo clara la moraleja de esta espantosa fábula nocturna: así no.

¿Qué toca ahora? Algo que los atléticos hacemos muy bien: levantarnos después de caer. ¡Aúpa Atleti!

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