¿Por qué lo llaman machismo cuando quieren decir mala educación? Es una pregunta que me hago al albor de la polémica suscitada por el Ayuntamiento de Madrid (ese géiser de paridas para todos y todas) y diversos colectivos feministas (que tanto daño hacen a la sensatez, el sentido común y lo femenino) con su iniciativa de poner pegatinas en los autobuses contra la apertura de piernas masculinas en ángulo recto u obtuso, según el grado de gañanería del sujeto en cuestión, mientras se hace uso del asiento en el transporte. Eso es mala educación, no es machismo, por mucho que algunas exaltadas (hola, "Barbijaputa") no tengan clara la diferencia entre una cosa y otra: todo machismo conlleva per se mala educación pero no toda mala educación es machismo.
La medida no me parece en absoluto mala en tanto que siempre es oportuno recordar las normas de cortesía, educación y civismo, especialmente a quien no las tiene, sea él, ella o ello. La educación, como el cumplimiento de la ley, es algo innegociable y exigible, aun cuando se desconozca. Tampoco me parece ningún hito, toda vez que este tipo de iniciativas ya funciona desde hace décadas en otros países como, por ejemplo, EEUU.
Lo que sí me parece abismalmente estúpido y criticable es que surja como una medida contra un problema de género (el Área de Género y Diversidad del Ayuntamiento de Madrid es el padre de la criatura) y alentada por colectivos feministas. La apertura de piernas no es un problema ni una consecuencia de machismo: es pura y simple mala educación o falta de respeto, ya sea el despatarre deliberado o no y con independencia de si estamos hablando de un despatarrado o despatarrada. En ese sentido, empiezo a pensar que el feminismo, tal y como parece entenderse en España, tiene el mismo problema que Don Quijote con los molinos y los gigantes: ve la sombra fálica del heteropatriarcado en lugares donde no hay un problema de género. ¿O es que una mujer que se siente al estilo manspreading no está siendo maleducada y zafia? El día en que el feminismo cañí deje de mezclar churras con merinas y confundir la velocidad con el tocino, dejará de ser un chiste. Al hilo de esto, recuerdo cierta polémica a propósito de lo machista que son (según algunas de estas feministas quijotizadas made in Spain) gestos de cortesía como abrir la puerta, ceder el paso o la entrada o salida a una mujer. O sea, que tener un comportamiento considerado y atento con una mujer resulta que es tan machista como no tenerlo, tócate las narices. En fin, volviendo al asunto, creo que, teniendo en cuenta cómo está el patio, con hijos de puta dando matarile a mujeres cada dos por tres, con la chavalería encantada con la basura del perreo y el reguetón, con los jóvenes desviviéndose por escoria como Mujeres, Hombres y viceversa, con el sexting y demás repugnantes variantes calando cada vez más temprano...¿en serio es prioritario poner pegatinas contra el despatarre masculino? Alguien debería revisar seriamente el orden de prelación de las iniciativas y medidas a adoptar.
Y luego está el tema de la auctoritas, de la legitimidad ética, moral y social con la que desde el Ayuntamiento de Madrid se lanza esta medida. Auctoritas que es simplemente inexistente. A mí lo que diga en materia de educación y respeto un Ayto que tiene como portavoz a una chavala que se dio a conocer por despechugarse en una capilla para hablar de almejas e incendios pues...me importa tanto como lo que diga un Ayto que tiene entre sus concejales a tíos que han pasado por juzgados por comportarse como genuina gentuza...que es la misma importancia que concedo a un Ayto copado por un cuasipartido que reventaría cualquier chusmómetro (y ojo que no lo digo desde el punto estético, que eso ya es otro cantar). Vamos, que cualquier cosa en este ámbito que diga el Ayuntamiento de Madrid es muy posible que me lo pase por la quilla porque esta gente (me) puede dar tantas lecciones de educación como Leticia Sabater de música clásica.
De todos modos, ya puestos a hacer más cívico y agradable el uso del transporte en Madrid, que pongan también pegatinas recordando la importancia de respetar las colas (o filas, por si hay alguna feminista que quiere malinterpretar el término "cola") o de lavarse con frecuencia para evitar malos olores o de colocar bolsas, bolsos y mochilas entre las piernas para no molestar o de no hablar alto o de no escuchar música a un volumen que trascienda cualquier auricular o de no tunelarse públicamente la nariz en busca de néctar mucoso, por decir sólo algunas sugerencias para erradicar ciertas escenas más que cotidianas. Y si se trata de una cuestión de respetar espacios pues alguien debería hacer algo con esos cetáceos de secano (ellos y ellas) que tienen a bien sedimentar su manteca en asiento y medio cuando no en dos asientos, por decir algo que es bastante frecuente.
En fin, que todo esto de la pegatina me parece no tanto un despatarre como un desparrame, un desbarre, un despiporre...una idiotez.
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