miércoles, 5 de abril de 2017

El Atleti enseña sus valores

Tras noventa y dos minutos, el marcador seguía diciendo "uno, cero". Bastaría ese microrrelato para resumir el Atlético de Madrid - Real Sociedad, un partido cuyo resultado mereció ser aún mejor para los locales pero...no hay que olvidar que el acierto propio y el portero ajeno siempre son partes de la ecuación. Nuevamente, el Atleti se empleó con seriedad y solidaridad para prolongar su meritoria racha en Liga, esta vez contra una áspera, incomodante e impertinente Real Sociedad que se fue desinflando conforme pasaron los minutos. Nuevamente, la versión Súper Saiyajin de Filipe Luis protagonizó una jugada de las que demuestran que la alegría puede resumirse con geometría y un balón. Nuevamente, los inverosímiles fallos ante la portería rival privaron de una mayor y merecida tranquilidad a jugadores y aficionados colchoneros. Nuevamente, un árbitro evidenció que el nivel del arbitraje futbolístico en España es idéntico al nivel del periodismo deportivo nacional: más malo que Kiko Rivera cantando a capela. Nuevamente, el Atlético demostró su franca progresión en un momento crucial de la temporada, como bien denota el carrusel de bulos, falacias, manipulaciones, elucubraciones y cizaña con el que los medios de desinformación deportiva castigan a la feligresía atlética un día sí y otro también desde hace semanas haciendo bueno aquello de "ladran, luego cabalgamos"; en este sentido, Simeone dio hace tiempo el mejor consejo para evitar intoxicaciones de origen pseudoperiodístico: "no consuman". Al chamán rojiblanco le faltó añadir: especialmente si en el horizonte está un partido contra el que es probablemente el club más despreciable y despreciado de España gracias a la "gente" (por no decir algo mucho peor pero más acorde a la realidad) que tiene repartida entre palco y césped.

De todos modos, lo mejor del partido, para mí, ocurrió sobre el minuto 86. En ese minuto, viendo que hacía falta un plus en el césped, el Cholo sacó al jugador número 12 y éste respondió increíblemente: todo el abarrotado estadio, guiado por los espídicos y graciosos aspavientos de un Simeone convertido en la versión rojiblanca de Hulk Hogan, se desperezó y regaló uno de los momentos más impresionantes de los últimos tiempos: durante varios minutos, el viejo Calderón rugió de forma estremecedora merced a una impresionante cacofonía de enérgicos cánticos, gritos y palmas que se prolongó arrolladoramente hasta el pitido final. Y es que, en estos días que tanto se cacarea sobre valores, el Atlético mostró anoche que los suyos no se promocionan publicitariamente ni se enuncian en una pomposa rueda de prensa: se sienten en la piel cuando se te ponen los pelos de punta. ¡Aúpa Atleti!

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