lunes, 3 de enero de 2011

La dignidad no es "popular"

Estamos en año de comicios. Municipales y autonómicos, sí, pero comicios al fin y al cabo. Y, en 2012, las elecciones generales (salvo que un inesperado ataque de decencia y responsabilidad política los adelante). Y la sensación generalizada es que el partido al que no pienso votar, va a triunfar abrumadoramente en los sufragios venideros. Y no por méritos propios, ojo, sino por deméritos del partido en el poder, lo cual dice muy poco en favor de éste y menos aún de aquél. Que los políticos siempre han dejado mucho que desear es algo proverbial y universal. Que nuestra clase política actual haya obrado el milagro de poner de acuerdo a miles de ciudadanos, ideológicamente discrepantes, a la hora de desencantarlos implacablemente por su ínfimo nivel político, intelectual y ético, es algo novísimo que hay que agradecer a los moradores del Congreso de los Diputados, cuyo salario es tan desorbitado e inmerecido como el de los negligentes árbitros de fútbol o los lisérgicos tertulianos de "Sálvame". Y es que el mejor retratista para esta generación de políticos españoles sería Francis Bacon...

Pero volviendo al partido jibarizado por el gachó cuyo carisma e inteligencia son tan discutibles como el motivo por el que se tiñe sólo el pelo, las razones que le impulsan a continuar en el cargo después de perder dos elecciones contra el peor político de la historia española, o los argumentos que permiten a su autoestima no estar de camino al centro de la Tierra...es decir, volviendo al Partido Popular, hora es ya de ajustar nuevamente cuentas con el gallego incapaz y su corte de lamenalgas, arribistas y lisonjeros de medio pelo.

Que un partido político, en España, se permita el lujo de prescindir o allanar el camino de salida a gente de probada valía profesional o humana es algo delirante y escandaloso. El forzoso destierro dorado al Parlamento Europeo (Mayor Oreja, Vidal Quadras, Iturgáiz...) o la ingrata y tácita exclusión desembocante en la salida de la formación por dignidad personal (Ortega Lara, San Gil, Pizarro, Álvarez Cascos...) son unas costumbres "marianas" que no tienen nada de pías...aunque entendibles, si partimos de la base de que el líder del partido tiene verdadero pánico a todo aquel que le pueda hacer sombra en lo humano, ético, emocional, dialéctico o profesional...Por eso, prefiere desprenderse de gente que dignifica la política con tal de conservar su estatus de gnomo dominante en ese jardín de freaks que hoy es el Partido Popular.

El último caso de inmerecida denigración interna y, sin embargo, pública ha sido el de Francisco Álvarez Cascos, enésima oportunidad que Mariano Rajoy no ha desaprovechado para quedar en evidencia ante la sociedad en general y su electorado en particular. Quizás Rajoy, presa de la hibris provocada por el descalabro socialista, olvidó por un momento que el defenestrado Cascos tiene algo de lo que él carece: unos lo llamarían integridad; otros, orgullo; y, algunos, simple y llanamente, huevos. Por eso la lógica carta de desaire, por eso el murmullo en la militancia y por eso el estupor entre los electores. 

¿Hacia dónde va el PP? Hacia la victoria electoral, supuestamente. ¿Hacia dónde va Mariano Rajoy? Hacia la indecencia política y personal, indudablemente. Pero vamos a ver, biperdedor, ¿crees en serio que nadie, dentro o fuera del partido, se da cuenta de cómo eres? ¿Piensas de verdad que rodearte de una camarilla de gente aún más inútil que tú y/o que  aviesamente espera repartirse tus vestiduras es lo mejor que puedes hacer no ya por tu país, sino por tu partido y la gente que lo vota (o votaba, como en mi caso)? ¿Sinceramente crees que nadie se percata que te has refugiado en un bosque de bonsáis para que nadie te tape, convirtiendo así a la cúpula del Partido Popular en un muestrario de nulidades que da absoluta vergüenza ajena?

Mariano, majo, vencerás, quizás, pero no convencerás, seguro. A mí, no. Porque en tu armario, entre otras cosas que tienes escondidas, hay demasiados cadáveres egregios como para no mandarte a tomar viento sin billete de vuelta, campeón. Yo no pienso votar a un partido cuyo líder tiene alergia a la dignidad, al respeto, a la valía y a cualquier cualidad que honra el ejercicio de la política. 

Por lo demás, si alguien quiere disfrutar con el pensamiento del quizás único político español digno de tal cometido, recomiendo que lea la entrevista a Durán i Lleida en el ABC.

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