lunes, 23 de junio de 2008

Que le vote su PPadre

Decía Cicerón que "Todos los hombres pueden caer en un error, pero sólo los necios perseveran en él". Mariano Rajoy, que de listo tiene lo mismo que de atractivo, lo sabe bien y por eso, lejos de perseverar en el error, lo ha modificado por completo y redimensionado hasta unos parámetros lo suficientemente grandes como para que de un simple error estemos ahora ante un error colosal.
Este fin de semana se ha celebrado el XVI Congreso del PP, que pone punto y seguido al descenso abisal de este partido. ¿Sabían ustedes que la hendidura más profunda del mundo son las Fosas de las Marianas? Curiosas similitudes nos brinda la naturaleza, ¿verdad? Mas, volviendo al partido de Rajoy, otrora Partido Popular, hora es ya de que me desahogue, pues por mesura y fútil esperanza, he esperado todas estas semanas a que finalizara el congreso de marras. Como siempre hago y por evitar enseñamientos que me llevarían a superar la extensión de "Guerra y Paz", resumiré mi parecer en pocos puntos, de menor a mayor importancia o de lo malo a lo peor, como prefieran:

  • La hobbit de Rajoy: Mucho se habló durante las pasadas elecciones de la payasada de "la niña de Rajoy". Como la cera que recibió Mariano por ello le daba para abastecer de velas a todas las iglesias europeas durante un año y la guasa que suscitó semejante memez no la genera ni un congreso internacional de humoristas, el brillante Rajoy decidió presentar a su niña en sociedad y así sacudirse de encima tanta crítica injusta. Lo que pocos, poquísimos sabían es que, en lugar de referirse a una niña, el gallego tenía en mente a una hobbit. Soraya Sáenz de Santamaría, flamante portavoz del PP en el Congreso, cuyo principal mérito es dar mimos y babas a granel a su idolatrado Mariano. Yo he de reconocer que ignoraba que, además de conocedor del bestiario de Tolkien, Rajoy era aficionado a las miniaturas y hete aquí que me nombra como espolón de proa a una mujer a la que Velázquez habría llamado Maribárbola. ¡Sí, señor!¡Con un par! ¡Que no se diga que los políticos del PP no están a la altura de las circunstancias! Yo, desde luego, estoy convencido de que Heidi Sáenz de Santamaría puede ser una excepcional política, de la misma forma que estoy seguro de que sería una excepcional pívot en la WNBA.


  • El dream team: Yo pienso, especialmente en los últimos años, que el PP ha tenido buenas ideas pero le han fallado las personas. Por eso abogué en su día por relevar a las "caras visibles" del PP por otras más eficaces, fiables y carismáticas. De ahí que tuviera una tímida ilusión cuando empezaron a desfilar Acebes, Zaplana, etc. Ilusión que por supuesto ha quedado triturada en las últimas fechas. Se ha dicho que la nueva cúpula directiva del Partido Popular es un "dream team", un equipo de ensueño, en lengua de Quevedo. De ensueño no sé, pero de desvelo seguro. A mí, la nueva nao popular me recuerda a las tripulaciones que se solían embarcar hacia el nuevo mundo, con el ansia de mejorar trayectoria profesional o llenar los bolsillos de limosnas de El Dorado: gente prescindible que nadie echaría en falta en su casa a la hora de comer, bellacos, arribistas, zánganos duchos en la coba...Dicen que es un equipo de integración. Totalmente de acuerdo. Integra a melifluos palmeros y aviesos aduladores de todo a un euro. Vale, me he pasado. No todos los miembros de la cúpula son así. Casi todos. Y digo casi porque Rajoy ha querido maquillar a su clac y aderezarla con alguien del gusto del "jefe" (Ana Botella), otro con el beneplácito de Aguirre (Juan José Güemes) y una (Mª del Mar Blanco) para apaciguar a los exaltados por los justificados portazos de María San Gil y Ortega Lara. Es decir, ha querido o pretendido o simulado - vaya a usted a saber - apaciguar a todo el mundo y lo que ha hecho sin embargo es dar "una de cospedal y otra de arenas". Un maquillaje que buscaba presentar a la Gioconda y ha acabado en fulana de Montera. Lo único que integra la nueva cúpula del PP es a todos los que han defendido interesadamente a Rajoy, porque a este tío, desinteresadamente, sólo le defendería un familiar suyo (y cercano). El PP está ahora en manos de un coro griego de pelotas y advenedizos como el que tuvo Julio César. Y, hablando de Bruto, ahí está Albertotep y su amado y leal chiguagua de pelea, Manuel Coba, perdón, Cobo. Mariano ha configurado una corte donde nadie le critique y todo el mundo le ría las gracias, quizás pensando que un partido político es algo similar al show de un humorista en el que, diga lo que diga el cómico, el público tiene que partirse las manos a aplaudir y desencajarse la mandíbula por las carcajadas. Ni un tablao flamenco tiene tanta gente dispuesta a dar palmas: ¡Ozú qué arte tiene er Mariano pa dar er cante, quillo! Quizás por eso, la última gracia del gallego ha sido nombrar Secretaria General a una mujer que es la encarnación viva de una de las soflamas de la infame Dolores Ibárruri: "¡Hijos sí, maridos no!". Es tronchante poner a una mujer así al frente de un partido que, hasta ahora, defendía el modelo de familia tradicional, etc, etc. Lo único bueno que tiene Mª Dolores de Cospedal, además de su sutil atractivo físico, es ser una de las más furibundas cheerleaders del presidente de su partido. ¡Viva Mariano! ¡Viva su barba! ¡Vivan sus huesos!¿El motivo de todo esto? No es enajenación mental, no. Es más sencillo: Rajoy no quiere cerca a nadie que le pueda hacer sombra. Está claro. Cuando su carrera política acabe (que no tardará mucho), su biografía estará al caer en las librerías: "Mariano Rajoy: Los complejos de un bonsái".

  • Marianiño: Es innegable que las aportaciones de Galicia a la política española sólo son comparables a la contribución del sida a la salud mundial: Franco, Manuel Fraga, BNG, Pepín Blanco, y, sí, amigos, sí: Mariano Rajoy. A este gallego le he defendido tanto como criticado, pero desde el cariño y porque quería lo mejor para él y para el PP como votante suyo que era. Todo tiene un límite. Ya me ha hartado. Sus defectos menos importantes - para mí - son ya los que le han condenado electoralmente: que tenga menos carisma que George Bush en Irán y con un gracejo por descubrir (si se ahogara en el mar, seguiría siendo soso). Si me he hartado de Rajoy es por ser, y tiro de diccionario, un pelele, tarugo, ruin, pusilánime, hipócrita, desleal, engreído, acomplejado, cretino, cobarde, ingrato, vanidoso, caciquil, altivo y mentiroso. Todos ellos adjetivos, según la RAE y que, lejos de insultar, retratan con hiperrealismo al mentecato de Génova 13. Me siento defraudado por el último error de Aznar, por el paladín de Fraga (un vegestorio bamboleante al que ya le deben estar preparando vitrina en el Museo de Ciencias Naturalres) y por el nuevo ídolo de cierto alcalde de cabellera púbica que convierte en hombres de bien a rufianes como Efialtes, Bruto, Judas Iscariote o Vellido Dolfos. Me siento defraudado por Mariano Rajoy, al que, por sus méritos, más me vale rebautizar como Marianulidad. Pero es que ya ni siquiera le aprecio como diana de críticas. Me parece, desde ya, una pérdida de tiempo. Si, como has dicho, querías arreglar las cosas y romper con el pasado, Mariano, Marianecio, Marianulidad, deberías haber empezado por coger las maletas y no salir de la Galicia que te parió.


Por todas estas razones, hoy puedo decir con dolor y orgullo que no volveré a votar al PP mientras sean Rajoy y su séquito de babeantes quienes lo dirijan y encarnen. Se acabó. A partir de hoy, pido el voto para UPD. Y a Mariano, que le vote su PPadre.

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