Decía Sir Winston Churchill: "La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás". Más claro, agua. No menos cierto es que "En política, lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno", como dijo Konrad Adenauer. Por eso mismo, los políticos en general y los nuestros en particular sienten predilección por los mítines y los debates. Poco importan el programa, las ideas, el rigor y la cualificación. Hoy en día, cualquiera puede ser político e incluso ascender al puesto de timonel de un país: Ahí están George W.Bush, Hugo Chávez, Vladimir Putin y José Luis Rodríguez Zapatero, casos todos ellos que demuestran a la perfección que, por un lado y tal como afirmó Jardiel Poncela, "El que no se atreve a ser inteligente, se hace político", y, por otro lado, que, salvo honrosas excepciones, la política del mundo actual es el arte de amaestrar a millones de personas para que hagan no lo que ellos quieren sino lo que una sola persona quiere, pero convenciéndoles de que es lo mejor para ellos. En época de comicios, que te voten. Otra cosa es que tengas intención de cumplir lo que prometes: "Los políticos son como los cines de barrio, primero te hacen entrar y después te cambian el programa", Jardiel dixit. Por todo ello, debates como los que vivimos el 25 de febrero y el 3 de marzo son especialmente interesantes y los cuales no me resisto a comentar:
- Los moderadores: Manuel Campo Vidal y Olga Viza, periodistas ambos que coquetean con el olvido profesional y aprovechan la mínima oportunidad para evitar que publiquen su esquela en ningún periódico. Manuel Campo Vidal tiene un mal disimulado afán de protagonismo, con una humildad tal que si pudiera hacerse el amor a sí mismo, sería ninfómano. En cuanto a Olga Viza, pues debió olvidar que el ejercicio de moderar consiste, entre otras cosas, en evitar que alguien interrumpa frecuentemente a quien está en uso de la palabra y hacer que se respete lo pactado o que sería aconsejable no confundir las identidades de los debatientes. Tampoco seguiré dando mayor importancia a quien no la tiene.
- Los debatientes: Supuestamente, son los estandartes de la política española...y así nos va. De cualquier forma, es lo que hay, al menos oficialmente, y no hay más vuelta de hoja porque encontrar en nuestra fauna política a alguien sin mácula ni errores pretéritos es tan sencillo como hallar un esquimal correteando por el desierto del Sáhara. Volviendo a la pareja de marras, ambos políticos tienen como mayor virtud la principal carencia de su oponente: Rodríguez Zapatero, el carisma, y Rajoy, la sensatez. Uno y otro encarnan dos formas diametralmente opuestas de concebir y ejercer la política: el eslógan contra la idea, el talante contra el talento, la improvisación contra la planificación, la demagogia contra el argumento, la forma contra el fondo, la idealización contra la reflexión, la apariencia contra la preparación, lo etéreo contra lo pragmático, la dramatización contra la seriedad. Teniendo esto presente, es bastante fácil adivinar la actitud de Rodríguez Zapatero y Rajoy en ambos debates, pero aun así, los comentaré.
- Los debates: Han sido un combate de boxeo a dos rounds. En el primer round, celebrado el 25 de febrero, el aspirante al título salió con todo, bailando en torno a su rival como Muhammad Alí y desplegando un amplio repertorio de golpes que dejó al campeón buscando cuerdas, campanas o toallas salvadoras, pero sin rendirse al KO. Rajoy demostró ser un pegador de primera clase y Zapatero un solvente encajador y sólo por eso Rajoy venció pero no noqueó. Fue un duelo sin cuartel, un OK Corral, un Álamo, en el que lo más importante no fue hablar de programas ni proyectos, sino acabar con la imagen y la credibilidad del rival. Rajoy golpeaba duro y certero al hígado de la última legislatura y Zapatero lanzaba sin mucho tino ganchos al mentón de sucesos acontecidos hace cuatro o muchos más años. Sólo la demagogia fácil y pueril sobre errores pretéritos y ya castigados del Partido Popular (Iraq, MNLV...) - aunque no personales de Rajoy - libraron a Zapatero de plantarle un beso francés a la lona. En el segundo round, acontecido el 3 de marzo, el campeón salió a desquitarse y para ello decidió tomar la iniciativa lanzando puños de programa y utilizando un abanico de golpes bajos que ni Torrebruno en el Madison Square Garden. Rajoy tardó poco en recuperar el aire y, esta vez, decidió ser George Foreman: menos movimientos pero golpes más contundentes, ya fuera con directos de refutaciones o ganchos programáticos. Cuando a Zapatero se le acabó la gasolina de las ideas (es decir, bastante pronto), Rajoy empezó a devolver golpe por golpe, algunos de ellos magistrales (ej: sanción en Cataluña por rotular en castellano), pese a que Zapatero intentó tomar resuello tratando de llevar a su oponente a su terreno con discusiones bizantinas (ej: la dichosa "primera pregunta" en el Congreso) o navajazos faltos de moral y vergüenza. No tuvo éxito, porque Rajoy es un político tan decente como astuto, pero al menos consiguió capear el temporal popular antes de que pasara a mayores. Si esto fuera de verdad un combate de boxeo, después de estos dos rounds, el vencedor a los puntos sería clara y honestamente Rajoy, aunque ya sabemos que la historia del boxeo y la política comparten hitos de decisiones cuando menos discutibles...
- Las encuestas y las "opiniones": Bien, veamos. Si preguntamos a alguien que vote a o milite en IU, CiU, ERC, PNV, BNG y demás "extras" del panorama político español quién cree que ha ganado un debate entre Zapatero y Rajoy, ¿cree alguna persona en su sano juicio que diría "Rajoy", aunque así fuera? No, exacto. Si a esos encuestados los aderezan con borregos mentales (por lo general, jóvenes que desarrollan antes el acné que la capacidad reflexiva) y demás carne de demagogia, tendrán una visión bastante clara del motivo por el que Zapatero sale vencedor indiscutible en los sondeos y encuestas. Por otra parte, respecto a las opiniones periodísticas, tampoco hay que dejarse engañar y sí ver las cosas con objetividad: Los medios de comunicación españoles están plenamente politizados. Todos, con mayor o menor claridad (honestidad), simpatizan o defienden a un partido político. Si a eso añadimos que la mayoría de las televisiones públicas y privadas son filosocialistas y que se tiene por serios a medios de comunicación (impresa y radiofónica) que no son más que libelos de izquierda, es bastante obvio qué opiniones cabe esperar y qué "visión" de la realidad va a tener más posibilidades de calar en la población. Aprovecho la ocasión para mandar un cordial saludo a todos aquellos que viven en las antípodas de la profesión periodística que tanto amo: Iñaki Gabilondo, Enric Sopena, Margarita Sáenz Díez, Mª Antonia Iglesias, Ernesto Ekaizer, José Mª Calleja, Miguel Ángel Aguilar, Carlos Carnicero, Hilario Pino...Gracias por convertir a "El Jueves" en un ejemplo de periodismo serio.
- Resumen: Han sido dos debates en los que se ha hablado más del pasado y los errores cometidos que de los programas electorales del PP y el PSOE. Pese a ello, da la impresión, bastante fundada, de que Mariano Rajoy es quien tiene más claro qué hacer y cómo para mejorar el patio patrio. José Luis Rodríguez Zapatero no, porque en ambas ocasiones, ha quedado demostrado que vive y cree firmemente en un mundo donde lo malo o no existe o es culpa del PP, los errores son mentira y todo va fetén (educación, control inmigratorio, infraestructuras, política exterior, empleo, acceso a la vivienda...). Sé que el PP critica el presente porque le preocupa el futuro, del mismo modo que sé que el PSOE no ha salido de la letanía demagógica del pasado (Iraq, 11-M, MLNV, la derecha es "facha", etc.) porque es lo único a lo que pueden aferrarse. Y ahora pasemos a lo realmente desagradable: Yo sabía que Zapatero era y es un cretino colosal, un demagogo que se cree sus propias invenciones y mentiras, y un sujeto que encarna perfectamente sentencias como "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados", del genial Groucho Marx, "La vocación del político de carrera es hacer de cada solución un problema" del gran Woody Allen, o "Es muy difícil hacer compatibles la política y la moral", de sir Francis Bacon. Lo que no sabía y demostró ayer es que su vileza humana es aún más profunda que la sima de su formación política e intelectual. Cuando alguien es capaz de decir: "¿qué política antiterrorista prefiere, la de esta legislatura con cuatro víctimas mortales,o la de la legislatura anterior con 238 víctimas mortales?", no sólo se está descalificando como político, sino como ser humano. Rajoy puede ser muchas cosas pero desde luego no es un individuo que me provoque ganas de leer su obituario, como sí hace el demencial necio que llegó al poder única y exclusivamente como efecto colateral de la mayor masacre terrorista de Europa. Hay gente que no se merece estar al frente de un país, gente que avergüenza la política y la historia de una nación, gente que no se merece el sueldo que ganan, pero, además de eso, José Luis Rodríguez Zapatero en más de una ocasión no se merece ni el suelo que pisa.
En fin. El nueve de marzo saldremos de dudas o, mejor dicho, se acabará la espera. Decía Theodore Roosevelt que "Una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser o grande o democracia". Faltan cinco días para que los ciudadanos de este país elijan entre seguir como estamos o hacer caso al consejo de Roosevelt.
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