El Atleti es así. Capaz de lo mejor y de lo peor, de "hacer fácil lo difícil y difícil lo fácil", como dice mi madre. Ayer, en el trascendental partido de vuelta de la Copa del Rey, lo fácil era jugar tapando con garra y convicción las sabidas carencias de talento y optimismo...pero no. A tenor de lo visto, no tocaba respetar ni la historia (ni siquiera la más reciente) ni el escudo ni esa afición que desafió la gélida noche y la cruel lógica para animar masivamente al equipo. Al igual que no tocó allá por diciembre...Lo mejor es que el fatalismo casi atávico que corona la pasión de cualquier hincha colchonero te previene de llevarte un soponcio con espectáculos como el de anoche. Eso sí, la indignación no te la quita nadie. Es una reacción natural ante la indolencia, la dejadez, la apatía, el conformismo, la displicencia, la ramplonería...
A juzgar por la temporada que está haciendo el equipo de mis amores, empiezo a pensar que quizás los éxitos de la precedente no fueron más que un tiro certero de una escopeta de feria, un fenómeno paranormal del que sólo es capaz el Atleti. Ahora, volvemos a la normalidad. La normalidad que indica que por mucho que pongamos a Bruce Springsteen (Kun) como vocalista de una orquesta de pueblo, lo más probable es que el resultado se parezca a una verbena mediocre sólo apta para incondicionales.
No creo que el potencial del Atleti sea tan paupérrimo como el que está exhibiendo este curso, pero sin duda se le aproxima bastante. El Atleti tiene el dinero que tiene, los dirigentes que tiene, el director deportivo que tiene y la plantilla que tiene. Así de sencillo. Una institución instalada en la mediocridad y un equipo propenso a la vulgaridad. Y, como esto no es precisamente nuevo, es evidente que el problema no está tanto en el césped como en los despachos...
El problema más palpable es que posee una plantilla compuesta mayoritariamente por jugadores de calidad "media" (óptimos para un equipo sin grandes aspiraciones históricas) maquillada por cuatro variopintos cracks: Uno fiable (Kun), otro intermitente (Reyes), otro en ciernes (De Gea) y otro en deserción (Forlán). Y esto, críticas al entrenador aparte (empeñado en apostar por algunos planteamientos más que discutibles), es culpa de un director deportivo que es tan bueno en su labor como lo podría ser un supernumerario regentando un burdel y unos dirigentes que no saben ni quieren exigir a todos a los que pagan que honren dignamente la devoción de una afición que es la única que siempre está a la altura de lo que es el Atlético de Madrid. Cada vez estoy más convencido de que lo mejor que le puede pasar al Atleti es que se larguen Cerezo, Gil Marín y compañía. Toda la casta dirigente que es cómplice, cuando no responsable directa, de que el Atlético hoy sea un monumento a la indolencia. Hay que querer muy, pero que muy poco al Atleti no ya para permitir esta situación, sino para perpetuarla conscientemente. Larra sería hoy el perfecto cronista del equipo de mis amores.
Lo más triste es que lo de anoche no fue una sorpresa. Ni la victoria del Madrid (merecida y, por tanto, mi enhorabuena para sus seguidores) ni la derrota del Atleti (la justicia del fútbol suele premiar a los que juegan mejor). ¡Qué triste es conformarse con salvar los muebles lo que resta de temporada! En fin...siempre nos quedará soñar...o, al menos, recordar.
2 comentarios:
Desgraciadamente no puedo estar más de acuerdo contigo. Lo único que queda grande de un club que un día lo fue es su afición, sin igual en España y muy poquitas en el mundo que se pueden equiparar... y esto no son frases hechas, se demuestra todos los días. Con ver un partido queda claro de lo que hablo.
¿La culpa es de los dirigentes?
Seguro, en cualquier empresa, y el Atlético de Madrid lo es, es así.
Pero... entonces si el club es suyo ¿Qué nos queda hacer a nosotros?...
Hoy no tengo muchos argumentos, es bastante triste y deprimente la situación.
Un abrazo
Ya lo dice la Ley de Murphy: Si algo puede ir mal, irá a peor... Vaya esperpento el de esta tarde. Nadie en el Atleti se parece a sí mismo...excepto Raúl García, Perea, Diego Costa, todos ellos serios aspirantes al Balón de Oro, como todo el mundo sabe.
Madre mía...vaya tela, telita, tela...Para esto, mejor apaga y vámonos.
¿Dimitirá alguien? ¿Renunciará alguien a su sueldo? No creo...
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