365 días dan para mucho. En el caso de mi blog, para más de 80 artículos. El año que está a punto de concluir podría ser recordado como la añada en la que España reptó por el abismo económico, político y social; o por ser la fecha en la que el Atleti volvió a conmover a su afición, entre otras hazañas deportivas; o por constituir doce meses de desatada telebasura; o por habernos brindado algunas excelentes películas (otras, no tanto); o por ser el año en que disfruté enormemente sobre un escenario...pero, por encima de todo ello, 2010 será recordado por un hito que trascendió lo deportivo para alcanzar lo emocional y hacerse un hueco no sólo en la historia, sino en los corazones. El Mundial de fútbol de Sudáfrica.
La inaudita victoria en "semis", el glorioso triunfo final, el beso de Íker Casillas y Sara Carbonero...todos son memorables episodios de una ilusión colectiva de los que ya hablé en su día. Pero, si hay una imagen que quedará para la posteridad y por la que recordaré siempre 2010 es la imagen de Andrés Iniesta celebrando el gol que certificó la consecución del campeonato. No sólo por lo que significó en lo meramente deportivo, sino por lo que sintetizó y sublimó en lo humano: El talento inconmensurable unido a la humildad colosal; el júbilo del presente fusionado con el cariño del recuerdo; la nobleza en estado puro; la sencillez de unos sentimientos indescriptibles; el inesperado e inmortal monumento a la amistad; el éxtasis de un individuo en nombre de más de 47 millones; la rebelión de los soñadores en época de pesimismos; la reivindicación del otro en un momento apto para egocéntricos; la victoria del esfuerzo ante la inquietud; la difícil naturalidad de ser una buena persona; la grandeza de un simple gesto que habla de lo mejor de todos los seres humanos.
La inaudita victoria en "semis", el glorioso triunfo final, el beso de Íker Casillas y Sara Carbonero...todos son memorables episodios de una ilusión colectiva de los que ya hablé en su día. Pero, si hay una imagen que quedará para la posteridad y por la que recordaré siempre 2010 es la imagen de Andrés Iniesta celebrando el gol que certificó la consecución del campeonato. No sólo por lo que significó en lo meramente deportivo, sino por lo que sintetizó y sublimó en lo humano: El talento inconmensurable unido a la humildad colosal; el júbilo del presente fusionado con el cariño del recuerdo; la nobleza en estado puro; la sencillez de unos sentimientos indescriptibles; el inesperado e inmortal monumento a la amistad; el éxtasis de un individuo en nombre de más de 47 millones; la rebelión de los soñadores en época de pesimismos; la reivindicación del otro en un momento apto para egocéntricos; la victoria del esfuerzo ante la inquietud; la difícil naturalidad de ser una buena persona; la grandeza de un simple gesto que habla de lo mejor de todos los seres humanos.
Pero, por encima de todo, la imagen de este grandísimo jugador y mejor persona simboliza el derecho a soñar despiertos, a no renunciar jamás a la ilusión, a ser sencillamente felices. Iniesta marcó un gol, la selección ganó el Mundial, y España conquistó, por fin, sin matices, ambages ni exclusiones, la alegría. En lo personal, Iniesta propició que el 11 de julio de 2010 sea una fecha que no olvidaré jamás mientras viva, porque, desde entonces, la felicidad, para mí, es una forma de vida.
Por todo ello, gracias, de corazón.
¡Ojalá que cada minuto de 2011 tengamos un motivo para sonreír!
2 comentarios:
Coincido 100 x 100 contigo!!
Muchos han criticado que el gobierno ha 'lavado' parte de su imagen con el deporte, aquello de 'pan y circo', y puede que tengan algo de razón pero me sigue emocionando los dos eventos que has comentado: España.. ¡Campeones de mundo! y el resurgir europeo atlético.
Que el próximo año se parezca deportivamente y todo lo demás empiece a mejorar.
Un abrazo y feliz año para ti con la family y amigos!
Feliz 2011 :)
Publicar un comentario