Ayer se entregaron los Premios Nobel (que este año parecen The Vargas Llosa Show) y una idea empezó a rondarme la cabeza: De acuerdo que la Física, Química, Medicina, Economía y Literatura son disciplinas que contribuyen al desarrollo del ser humano y que sus próceres merecen ser galardonados por su tácita filantropía. De acuerdo también que hay que premiar el esfuerzo de quienes hacen de su vida un baluarte de la Paz en un mundo donde lo más fácil y habitual es liarse a mamporros o elucubrar cómo hundir al prójimo en la miseria. Pero, si de lo que se trata en el fondo es de reconocer a los cuatro vientos a personas cuya dedicación profesional ha contribuido decisivamente al avance de la Humanidad, ¿por qué los Nobel no cuentan con una categoría dedicada a la Tecnología?
Ya sé que estos galardones están supeditados explícitamente a lo estipulado por el inventor y químico sueco Alfred Nobel en su testamento, pero el mundo ha cambiado radicalmente desde 1896, año en que el insigne hijo de Suecia pasó a los anales de los cementerios. Por eso, creo que sería necesario replantearse la inclusión de nuevas categorías en los Nobel, especialmente en lo tocante a la tecnología, porque, de no hacerlo, tarde o temprano se quedarán más como un hito pomposo y trasnochado que como un termómetro del mundo en que vivimos y de sus egregios iconos. Al fin y al cabo, si algo tan sumamente longevo como las Olimpiadas está abierto a nuevas incorporaciones, ¿por qué no los Nobel?
También soy consciente de que existen muchos otros laureles para premiar las disciplinas que quedan exentas, y que, en cuestión tecnológica, los émulos de los Nobel son los premios Turing, Kyoto y, fundamentalmente, Tecnología del Milenio. Pero creo que se coincidirá conmigo en que su repercusión mediática y social es nimia comparada con la que gozan los Nobel; una parca trascendencia que supone casi un agravio para uno de los pilares fundamentales del progreso mundial en las últimas décadas y las venideras: las nuevas tecnologías. Y, para quien dude de lo que defiendo, que se pregunte si la humanidad no ha avanzado más y mejor con logros como Internet o la telefonía móvil, por citar sólo dos casos notorios, que con las "aportaciones" de algunos de los más recientes premiados en Suecia.
La historia está llena de casos de geniales tecnológos que han carecido de un reconocimiento digno o bien han sido víctimas del oprobio del olvido. Ahí están, por ejemplo, Jerónimo de Ayanz o Juanelo Turriano, en España, o, Nikola Tesla y Antonio Meucci, allende nuestras fronteras. Creo que un Nobel de Tecnología contribuiría enormemente a paliar que errores así no se repitieran y haría justicia para quienes, al igual que otros científicos, ponen al ser humano un poco más cerca de sus sueños.
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