miércoles, 19 de mayo de 2010

Final de Copa: Cómo perder ganando

Podría dedicar este artículo a hablar del equipo que ha ganado la Copa del Rey. El mismo que tiene por presidente a un siniestro impresentable con pinta de hampón trasnochado, modales de mafioso y la honestidad en búsqueda y captura; un sujeto que en otra época y lugar acabaría sus días con unas cuantas balas en su cuerpo. El mismo conjunto que proverbialmente se ha caracterizado, como ha demostrado esta noche, por ser una banda de chulos, bronquistas, truhanes y mezquinos, navajeros vestidos en pantalón corto que desconocen qué es el juego deportivo y que al fútbol se puede jugar con elegancia, talento y respeto. El mismo equipo que hasta el hastío se ha regodeado victimista y bochornosamente en una tragedia tan lamentable como fortuita. El mismo equipo al que le deseo que pruebe las hieles del fracaso y el infortunio hasta su desaparición. El mismo equipo que, ganando un partido y un trofeo, ha perdido en lo esencial, en aquello que perdura en la memoria y el corazón.

Pero, en lugar de eso, quiero hablar del equipo que ha merecido ganar, por juego y valentía, el partido y que, por afición, se merece ganar todos los trofeos existentes en cualquier competición. Esa afición que ha ahogado con constantes cánticos a la del rival (si es que ha existido...). Esa afición que, al terminar el partido, se ha comportado más allá de la mítica fama que tiene, animando a sus jugadores atronadoramente mientras estos se desmoronaban en lágrimas. Esa afición que no tiene parangón ni en España ni en Europa ni en el mundo. Esa afición que, pase lo que pase, siempre será una afición de campeonato. Esa afición de un equipo de sufridores, alejado de la soberbia y la pretenciosidad de otros. Esa afición que disfrutó hace una semana de un éxtasis que hoy parece una minucia en comparación con lo vivido antes, durante y, especialmente, después del partido. Esa afición que ha demostrado que en la derrota también se puede triunfar. La afición de la que formo parte. El equipo que siento en el alma: El Atlético de Madrid.

¡Felicidades, campeones! A los que estaban en el césped y a los de las gradas.


Y al "Zevilla", que le den por...felicitado.

2 comentarios:

Maria dijo...

El rigor informativo y la imparcialidad de los comentarios jamas deben basarse en un calenton propiciado por la derrota justa o injusta de tus colores preferidos. Descalificar mediante adjetivos poco correctos a su presidente que nos guste o no ha sido elegido por una mayoria que me merece todos mis respetos tampoco me ha gustado mucho, si estoy de acuerdo contigo en que su aficion (la del Atleti) es de las mejores existentes y le doy mi mas sincero aplauso.

Estibaliz dijo...

Hola primo,

Yo no soy futbolera, pero entiendo una afición que te viene desde niño, influida por nuestro abuelo.

Y aunque no comparto esa pasión por el fútbol, creo que habla el aficionado, y no el periodista. Todos necesitamos creer en algo, sentir pasión por algo...

Creo que al abuelo le hubiera encantado tu artículo...

Un beso grande