Hay días que me dan ganas de dar gracias a Dios por el teatro. Días como hoy. Acabo de disfrutar de una magnífica velada teatral, merced a la enésima representación de la celebérrima obra de Pedro Muñoz Seca: "La venganza de Don Mendo", que actualmente acoge el Teatro Alcázar. Tengo tantas cosas que decir, que espero no embarullarme.
Sobre el autor: Pedro Muñoz Seca. Víctima de la izquierda en vida y víctima de la progresía en muerte. Ninguneado y hostigado por su ideología (monárquico y católico) y envidiado por su incontestable éxito, Muñoz Seca fue asesinado por esos adalides de la libertad y la democracia en Paracuellos del Jarama, simplemente por ser un hombre valiente sin más arma que el ingenio ni más crimen que el de no ser un gañán o un esnob comunista. Prueba del talento y temple de Muñoz Seca son sus últimas palabras al pelotón que iba a fusilarle: "Me temo que ustedes no tienen la intención de incluirme en su círculo de amistades". Lo peor no es ya eso (que es simplemente abominable), sino que hoy exista gente (gentecilla o gentuza) que en colegios (como cierto profesor que yo sufrí, ¿verdad Juan Carlos?), universidades y otros estrados se dediquen, por fobia ideológica o mera estulticia, ora a desprestigiar bochornosamente a este autor, ora a descalificar su soberbio sentido del humor y su talento literario que derivaron en su gran logro: el astracán. Para todos esos malnacidos y cretinos, sólo diré dos citas que otros prohombres literarios dijeron respecto a Muñoz Seca: Jacinto Benavente: "A Muñoz Seca no lo mató la barbarie, lo mató la envidia. La envidia sabe encontrar sus cómplices". Valle-Inclán: "Quítenle al teatro de Muñoz Seca el humor; desnúdenle de caricatura, arrebátenle su ingenio satírico y facilidad para la parodia, y seguirán ante un monumental autor de teatro".
Sobre la obra: Con unas intenciones tan hilarantes y brillantes como la forma en la que está escrita, "La venganza de don Mendo" es una habilísima sátira en verso de los dramas románticos y las "comedias de honor" del Siglo de Oro (especialmente, las de Calderón) que cuenta las peripecias de un noble del siglo XII que ve cómo, por ingenuo amor, sus problemas de dinero se tornan en una mortal condena de la que consigue salvarse para llevar a cabo su venganza...Una obra divertidísima y desternillante ya sea como parodia de las otras arriba citadas o como pieza autónoma, y en la que los juegos de palabras y los dobles sentidos sustentan una trama delirante que cumple con uno de los grandes objetivos del arte dramático: Entretener y evadir.
Sobre el montaje actual: No seré yo quien descubra ahora las virtudes de Tricicle, responsables del montaje que levanta el telón en el Alcázar. Sólo diré que su versión donmendoniana es apta para fans y noveles y está hecha con un profundo respeto al original, si bien se han eliminado o "actualizado" algunos (escasos) pasajes obsoletos, añadido algunos gags tan modernos como acertados, y adecuado la pléyade de personajes a un elenco de diez versátiles actores que, liderados por un espléndido Javier Veiga, hacen las delicias del público entre risas y carcajadas. Es un montaje que, en definitiva, no tiene nada que envidiar en absoluto a los otrora llevados a escena o pantalla por auténticos mitos de la interpretación y, por todo ello, recomendabilísima.
En definitiva, anoche volví a recordar por qué "La venganza de Don Mendo" es una de mis obras teatrales favoritas, desde que tuve la suerte de actuar en ella, allá por 2001.
1 comentario:
Gracias por enseñarme a amar el teatro,verlo desde otra perpectiva y contagiarme ese entusiasmo que transmites en cada velada teatral que compartes conmigo.María
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