lunes, 3 de mayo de 2010

Houdini en la Sociedad de la Información

Recientemente he leído una noticia interesante y sorprendente: un ciudadano británico ha querido comprobar si es posible ocultar nuestra existencia hoy en día, inmersos como estamos en una sociedad donde todos los individuos somos constantes generadores y receptores de información y en la que el conocimiento abarca desde las nociones más universales hasta los datos más personales.

Para ello, David Bond, que así se llama el sujeto, ha realizado un documental, Erasing David, protagonizado por él mismo y donde intenta desaparecer “informativamente” a todos los efectos, convertirse prácticamente en un fantasma ajeno a cualquier acción o dispositivo que delate sus acciones, hacer un número de escapismo en plena Sociedad de la Información. ¿Lo consiguió? La respuesta, en las pantallas (al menos en Reino Unido).

Pese al marchamo de thriller que pueda tener a primera vista, lo cierto es que la intención del intrépido señor Bond (David, no James) es manifestar con espíritu crítico y talento audiovisual su disconformidad con una sociedad cuya voracidad informativa, explícita o tácita, es incesante. En este sentido, conviene decir que el detonante de esta curiosa iniciativa es un suceso no menos estrambótico: una agencia infantil británica se puso en contacto con él para informarle de que habían perdido todos los datos (incluso bancarios) de su hija…¡de sólo cuatro meses de edad!

Sea como fuere, la verdad es que este experimento audiovisual nos evoca ligeramente esas inquietantes sociedades distópicas como las planteadas por George Orwell en la celebérrima 1984 o Alan Moore en su famosa V de Vendetta. Aunque no cabe duda que la miríada de bases de datos informatizadas, los perfiles en redes sociales y las grabaciones de cámaras de seguridad podrían realizar quizás la más detallada y aséptica biografía de cada uno de nosotros, personalmente creo que no estamos ni remotamente cerca de esas distopías y que lo peligroso no es que se tenga mucha información individual, sino el uso y la difusión que se haga de ella. En relación con esto último, pienso que, si bien todo es mejorable, no tenemos motivos para la inquietud. Ahí está la Agencia Española de Protección de Datos para dar fe de ello.

¿Y ustedes qué opinan? ¿Conseguiría Harry Houdini escapar de la Sociedad de la Información?



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