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El film es una simple (no confundir con burda) pero interesante película de ciencia-ficción con la estética y el regusto (de calidad) de míticos títulos setenteros del género como el "2001" del maestro Kubrick o "Solaris" de Tarkovski, con las que "Moon" tiene elementos en común (la evolución como deshumanización, la interacción con un ente artificial, la humanidad de las máquinas, el binomio soledad-desolación, la crisis del individuo ante la reflexión de su propia existencia...).
Efectiva (que no efectista) y mesurada, esta película se sostiene gracias a la convincente actuación de Sam Rockwell, un actor procedente del indi que da vida a Sam Bell, un astronauta y a la sazón único responsable de una explotación minera en la cara oculta de la luna sin más compañía en aquel satélite que la del "robot-ordenador" GERTY. Tras tres años al frente del complejo, Bell vive sus últimos días en las instalaciones antes de regresar
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"Moon", pese a ser una entretenida película de ciencia-ficción, crece aún más cuando se paladean las reflexiones filosóficas que plantea al espectador ya, que en el fondo, no hace sino reformular las clásicas preguntas "¿Quiénes somos?", "¿De dónde venimos?", "¿Adónde vamos?", en un contexto adecuadamente sofisticado y desolado. Si todo esto se adorna con la problemática del desarrollo sostenible, la manipulación genética y la colonización extraterrestre, tenemos una cita más que aconsejable con el séptimo arte, ya que, con títulos como el dirigido por Duncan Jones, merece la pena estar un buen rato en la luna.
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