lunes, 1 de junio de 2009

Los 39 escalones...y 1 traspié

Este sábado tuve la oportunidad de ver en el teatro la comedia "Los 39 escalones", adaptación paródica de la película homónima del gran Alfred Hitchcock, quien a su vez se basó en la novela de John Buchan. Descontando el curioso clima glacial que hacía en el interior del Teatro Maravillas, lo más interesante que se puede deducir es que es evidente que hoy en día se puede adaptar casi cualquier cosa (y no digamos ya parodiarla). Otra cosa distinta, pero no menos importante, es el tino con que lo hagas...o el acierto de quienes tienen que representarlo en escena, y ahí es donde me chirría ligeramente este pastiche que aspira a ser desternillante sin conseguirlo del todo.

Las desventuras del pobre e "inocente" Richard Hannay implicado a su pesar en una conspiración entre espías y demás gente indeseable son llevadas a escena de una forma más que inteligente y hábil en cuanto al uso del escenario se refiere, al utilizar brillantemente muy pocos elementos para emular decenas de ambientes y lugares distintos. Cantar distinto es la interpretación, en la que los mal llamados secundarios (Beatriz Rico, Gabino Diego y Diego Molero) dan sopa con honda en naturalidad, talento y desenfado al actor protagonista, Jorge de Juan, que ofrece una actuación irregular, desafinada, desentonada, deslucida o cualquier sinónimo que usted quiera emplear de una manera tan innegable que sólo puede ser atribuida al agotamiento, divismo, autocomplacencia o una mala dirección.

Si ya la historia en que se basa no es la más hilarante del mundo y pierde "alma" con el cambio paródico de la pantalla a las tablas, el hecho de que el eje principal de "Los 39 escalones" descanse sobre un Jorge de Juan francamente desacertado en su interpretación, la impresión o regusto que tuve al salir del teatro fue de que, poco o mucho, se había desperdiciado potencial. Algo que, paradójicamente, exhibió el menos conocido de los intérpretes y el más brillante en comicidad de aquella velada: el camaleónico Diego Molero. Éste y, como decía antes, el uso del mobiliario y los recursos escénicos son lo más interesante de esta "adaptación" que, aunque mejorable, no defrauda como pasatiempo...y es que, pese a todo, el teatro sigue siendo una opción formidable a la que dedicar el tiempo libre.

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