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Y esto quizás lo habrían podido salvar los actores...si no estuvieran mal dirigidos. Sólo Jason Isaacs ofrece una interpretación creíble y con suficientes matices. El resto, empezando por el habitualmente formidable y aquí desaprovechadísimo Viggo Mortensen, ofrecen un repertorio de actuaciones planas, sin alma y que, en el mejor de los casos, se aferran a clichés y arquetipos que no maquillan lo que es una mala actuación. Parece que hubieran hecho esta película obligados por una hipoteca, pistola o deuda vital. Otro demérito para el casillero del director.
Pero, para terminar abochornado y con cierta sensación de tomadura de pelo en el paladar, falta el tiro de gracia: la prescindible, inexplicable, inexplicada y absurda inclusión de escenas en las que, sin venir a cuento, el protagonista John Halder (Viggo Mortensen) oye una suerte de música clásica u opereta interpretada por figurantes. Toma jeroma. Y si esto ya desconcierta durante buena parte del metraje, no te digo nada que sea precisamente una escena de éstas la que cierre la película...¡en un campo de concentración! Vamos, para asaltar la taquilla y exigir la devolución del importe de la entrada.
Quizás debería haber empezado esta crítica con una frase que se escuchó en el patio de butacas cuando los créditos liberaban del suplicio sufrido: "¡Vaya mierda!". En definitiva, "Good" es una pérdida de tiempo y dinero que me trajo a la memoria otra bochornosa adaptación cinematográfica, esta vez patria: "El lápiz del carpintero". En fin, el mejor destino para adaptaciones como éstas no es un una pantalla de cine, sino el fondo de un retrete.
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