viernes, 23 de enero de 2015

#Marianoséfuerte

"No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente". Así comienzan las aventuras literarias del capitán Alatriste pero también podría empezarse así la crónica de la nueva vida de Luis Bárcenas después de su primer paso por prisión. 

Entre sus declaraciones de anoche y sus declaraciones de este mediodía distan menos de veinticuatro horas pero todo un océano de ironía, de guasa, de mala leche y de valentía (que no honradez). Valentía no sólo para reconocer y asumir su culpa (cosa que, por cierto, si antaño era normal y exigible ahora es por desgracia algo inusual y digno de admiración) sino también para no encubrir a esa esperpéntica y bochornosa banda de mediocres, jetas, traicioneros, cobardes, ensimismados, hipócritas y mezquinos que tiene en Mariano Rajoy no sólo su líder sino su mejor representante. Gaviotas y tal.

Bárcenas es un golfo impecable, un espabilado VIP, un fullero en A y en B, un truhán de postín, un sinvergüenza nivel platino, un pícaro con percha de gentleman, un personaje más de ese retablo asqueroso y siniestro que es la corrupción en España, pero está claro que no es gilipollas. Ni tampoco un cobarde. Y este mediodía ha decidido recordárselo a toda esa gente que, antes por un motivo y ahora por otro, mira hacia otro lado. A toda esa gente adicta a la soplapollez como excusa. A toda esa gente que no encontraría la honradez ni aunque la buscaran en un diccionario. A toda esa gente que prefiere tomar por tontos a todos los ciudadanos de un país antes que asumir responsabilidades. Gaviotas y tal.

Por eso, no voy a aplaudir a Bárcenas ni como persona ni como personaje porque representa a conciencia mucho de lo peor que le ha pasado y le pasa a España. Pero sí voy a aplaudir que Bárcenas haya apostado por el orgullo antes que por la sumisión, por la exhibición antes que por la discreción, por el coraje antes que por la tibieza, por la sinceridad antes que por el absurdo. Porque, aunque tal vez a Bárcenas sólo le mueva el rencor y el revanchismo, haciendo lo que está haciendo y diciendo lo que está diciendo, está ayudando a evitar nuevos casos como el suyo y, además y quizás más importante, a identificar a las personas que no pueden ni deben formar parte de la vida pública de un país civilizado. Gaviotas y tal.

Además, sus declaraciones de anoche, contempladas especialmente después de las de esta mañana, me parecen de tal ingenio en su mala leche, de tanta acidez en su ironía que son de quitarse el sombrero, antes o después de descojonarse, claro. The Luis Bárcenas' Show. Sus "Luis ha sido fuerte" y "Rajoy no tiene nada que temer" deberían estar ya por méritos propios en cualquier antología de la guasa. Tan es así que a mí me cuesta mucho decidir con quién me río más: si con el Bárcenas original o con el que el genial Joaquín Reyes "interpretó" la otra noche:

Así las cosas, al PP se le ha vuelto en contra su particular "Roma no paga traidores" y del "Luis, sé fuerte", vía SMS, se ha pasado a un "Mariano sé fuerte", vía cachondeo de una ciudadanía harta de tanto disparate, de tanta tomadura de pelo, de tanta desfachatez. Claro que, pedirle a cierto organismo pluricelular que sea fuerte es como pedirle que sea guapo, sincero, digno o que salga de todos sus armarios: una contradictio in terminis. Un contrasentido. Un imposible. Como lo va a ser que cierto partido llegue electoralmente vivo a las generales. Con todo merecimiento. Gaviotas y tal. 

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