viernes, 4 de abril de 2014
Luz
En la luz todo, todo en la luz. Dos jóvenes haciendo el amor en una buhardilla en Montmartre, un grupo de niños volando una cometa en Hiroshima, un yuppie haciendo footing en Central Park, unos chicos jugando al fútbol en Copacabana, un bebé muriendo en Ruanda, un motorista recorriendo la Ruta 66, un funcionario pintándose los labios en Pekín, una adolescente haciéndose un piercing en Berlín, una viuda rezando en el Vaticano, dos hombres besándose en un motel en Tijuana, un estadio coreando un touchdown en San Francisco, un familia llorando en un velatorio en Catania, una madre tirándose por la ventana en Madrid, una niña bañándose en el Ganges, un joven inmolándose en Kabul, un bebé naciendo en Buenos Aires, dos ancianos abrazándose en los Alpes, un militar masturbándose en West Point, un astronauta llorando en la Estación Espacial Internacional. Y el silbido del viento, desatado, colándose entre los perfiles de metal. El mundo entero cabía en la cerradura de su celda cuando el amanecer entraba sin permiso con el magma de un nuevo día. Daniel sonreía, insuflando aire en las velas de aquel pecio demacrado. A veces, basta un poco de vida en la oscuridad para que todo brille, aunque sólo sea durante unos segundos, aunque sólo sea para desempolvar durante unos instantes la promesa de un mundo al que volver, aunque sólo sea para sugestionarse con la idea de que la libertad es un estado de ánimo. En la luz todo, todo en la luz.
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