Anoche vi "Buried (Enterrado)", película española (en coproducción con Australia) que parece mentira, para bien, que sea española, por su originalidad, calidad, valentía y contundencia. Ignoro si el director, Rodrigo Cortés, ha querido homenajear deliberadamente al maestro Hitchcock, pero lo cierto es que le ha salido una obra cinematográficamente tan redonda como las del genio inglés, que ya desde los títulos de crédito iniciales evoca a los que el fabuloso Saul Bass hizo para el orondo director ("Con la muerte en los talones", "Vértigo", "Psicosis").
Podría dedicar el artículo a loar las cualidades técnicas e interpretativas de "Buried", que son bastante notables, pero eso sería desviarme del mérito principal de este título: Tomar como base uno de los miedos más cervales del ser humano como es el de ser enterrado vivo (sublimado en la ficción por titanes como Edgar Allan Poe, véase su relato "El entierro prematuro") para hacer una película que en apariencia es un thriller (con altas dosis de crítica contra la belicista Administración norteamericana, la ¿ética? de las multinacionales, la delirante burocracia de cualquier trámite telefónico...) pero que en el fondo es una conmovedora y descarnada tragedia nihilista y pesimista como pocas he visto en una pantalla.
"Enterrado" narra, casi en tiempo real, el angustioso padecimiento del civil Paul Conroy (magnífico Ryan Reynolds), un contratista norteamericano secuestrado en Iraq por unos insurgentes y cuya lucha por la vida queda confinada en un ataúd enterrado en algún lugar de esa avernal región. Sin más armas en tal denodada lucha que un teléfono móvil y un mechero, Conroy sumerge al espectador en una espiral de tensión creciente e implacable que avanza demoledoramente hacia un agónico clímax final en el que el aliento se corta.
"Buried" es una película sencilla, desoladora y efectiva como una cuchillada, la que hace que el ánimo del espectador sangre a borbotones al término de este estupendo film que entierra, quizás para siempre, la inocencia de quienes lo vean...
2 comentarios:
El mundo hace tiempo ya que no piensa en en deshacer agravios, enderezar tuertos, enmendar sinrazones, mejorar abusos ni satisfacer deudas, como ocurrió una vez en un lugar de La Mancha. Los héroes de hoy desnudan sin complejos nuestro egoísmo y la monstruosa crueldad con la que nos relacionamos con los demás. El protagonista de la película de Rodrigo Cortés siente en su propia carne el postrer mordisco de nuestra sociedad poscapitalista y ultramoderna, el navajazo cruel de, como bien indica este excelente artículo, la tragedia nihilista en que muchos parias emocionales quieren convertir este mundo. Es la estructura social "civilizada" la que entierra a Paul Conroy, la de los eternos tiempos de espera al teléfono y la que despide a sus empleados siguiendo estrategias de recursos "inhumanos".
Buen comentario, Cyrano. Casi vale más la pena tu comentario que mi artículo. Ja,ja,ja. :-)
Por cierto, un saludo para el anónimo que vota como "Malo" todo artículo que publico. Siempre es bueno contar con tu ridiculez y cobardía. ;-) Sigue así.
Publicar un comentario