Recientemente, he visto una reconfortante e inteligente comedia sobre las relaciones sentimentales en la juventud de hoy en día. El título, "500 días juntos". La impresión, inmejorable.
Esta afortunada película, dirigida por Marc Webb con guión de Scott Neustadter y Michael H.Weber, se aleja de los típicos y tediosos estereotipos del cine comercial para, mientras los critica implícitamente, ahondar con contundencia, naturalidad e inteligente sentido del humor en la relación entre dos jóvenes en el que el chico (un convincente Joseph Gordon-Levitt) encarna la tradicional concepción femenina del amor (valoración del compromiso, primacía de los sentimientos sobre el instinto y las bajas pasiones, la fidelidad como mecanismo de respeto mutuo, altruismo emocional) y la chica (espléndida Zooey Deschanel), por su parte, representa el comportamiento que tradicional y feministamente se ha asociado a los varones (independencia y libertad sentimental-sexual, aversión a la fidelidad, hedonismo egoísta, desapego emocional, escepticismo afectivo).
Un trueque de roles sentimentales que, aunque pueda parecer estrambótico, está cada vez más instalado en la sociedad postmoderna que vivimos, siendo esta inversión algo especialmente palpable en la juventud en general y en las féminas en particular.
A lo largo del metraje, conducidos por una original narración no lineal, los espectadores son testigos del devenir de esa peculiar y azarosa relación, la cual entraña un curioso proceso de quijotización y sanchificación sentimental que, resulte amargo o no, es tan real como la vida misma. ¿Habrá final feliz? Tal vez...La respuesta está en el cine.
De la película sólo puedo añadir que es ciertamente recomendable, ya sea como comedia "romántica" (quien la vea sabrá el porqué del entrecomillado) o como demoledor y lúcido ensayo sobre las relaciones hoy en día. Y es precisamente en éste último ámbito en el que quiero centrar mis reflexiones hoy. "500 días juntos" esconde una suerte de manual de instrucciones para no naufragar por las procelosas aguas de las relaciones actuales (donde el lecho marino está lleno de pecios de buenos sentimientos y esqueletos de idealistas), especialmente si se es joven. Unas advertencias con amargas moralejas que se pueden resumir en las siguientes:
1- El compromiso del no compromiso. Hoy el compromiso, entendido como fidelidad y respeto al otro, está siendo devaluado (se utiliza por estética o retórica más que por convicción) o denostado (al asociarlo erróneamente con una mentalidad rancia, machista u obsoleta) o pervertido (como disfraz del egoísmo: "compromiso sí, pero sólo cuando me interesa"). Hoy lo más "normal" (sinónimo de infelizmente común) es que o bien no se ofrezca compromiso ni fidelidad alguna (como si su ausencia fuera la letra pequeña de un contrato relacional) o bien se exija de forma más o menos diplomática la permisividad en la libertad de acción (sentimental y, sobre todo, sexual). Lo más doloroso y lamentable es que esto, además de ser un (im)pacto cuya onda expansiva está aún por delimitar, es el mejor remedio para evitar desazones, depresiones o enfados mayúsculos cuando tu pareja te comenta o te demuestra que no eres el único nombre en su corazón o cama. En definitiva, el compromiso ha muerto para despendolar el libre albedrío sexual.
2- La perversión del concepto "amistad". Actualmente, la amistad parece ser que da mucho de sí y hay quien la ha estirado como el chicle a la hora de justificar unos comportamientos hedonistas, despreocupados y egoístas. La bóveda de la amistad se ha ampliado hasta casi la distorsión con tal de dar cabida a actos y actitudes hasta ahora circunscritas al ámbito de la "pareja formal": ósculos y no precisamente en la mejilla, cópulas ocasionales, utilización del amigo/a como remiendo o parche eventual de tu pareja...Quizás no me equivoco si digo que bajo esta perversión y manipulación de los límites de la amistad se esconde la alergia al compromiso y la responsabilidad y el rampante gusto por el egoísmo sentimental-sexual. El amigo es concebido por no pocas personas (cada vez más jóvenes) como una especie de "compañero multifunción", una comparsa de las apetencias íntimas al que puedes utilizar a conveniencia sin escudarte en más justificación que "Sólo somos amigos". Esta idea es uno de los pilares de la trama de la película y es ejemplarmente criticada en una elocuente escena.
3- La conciencia como interruptor. No es de extrañar que ante un panorama tan hedonista y egoísta, la conciencia se haya tornado para quienes llevan a la práctica esas indecorosas ideas en un interruptor que sólo encienden cuando se quiera aparentar dignidad, huir de problemas o ejecutar un rentable victimismo. La conciencia es algo demasiado incómodo para quienes no les preocupa ni el pasado ni el futuro ni ven más allá de sus propias narices o genitales. "Si la conciencia es un foco que nos muestra amargamente como viles retales de inmoralidad, más vale tenerla apagada" deben pensar...Lo cierto es que el hueco dejado por la ecuánime conciencia ha sido ocupado por una voraz desvergüenza.
4- Las chicas, de víctimas a verdugas. Con esto quiero decir que si antes eran víctimas del proverbial (y discutible) egoísmo y desconsideración de los chicos, ahora son ellas las que cosifican a los varones para su propio disfrute y utilidad, enarbolando los vicios y defectos arriba criticados. Se han invertido las concepciones y los roles, pero la injusticia sigue siendo igualmente reprobable. Ahora las sufridas dominadas son inmisericordes dominantes, un daño colateral más del estúpido feminismo que cambia una dictadura por otra. Ellas eligen, ellas hacen, ellas deshacen. No es una generalidad, ojo, pero sí una tendencia cada vez más expandida y evidente, especialmente en la juventud.
Si todas esas premisas subyacen en la estupenda "500 días juntos", habrá a quien no le sorprenda el desenlace de la película...o tal vez sí. Lo único seguro es que quien esto escribe, lo hace desde la experiencia propia y la sensatez y no desde la misoginia, porque tan malo e indecente es que lo que he criticado y comentado lo hagan los chicos como las chicas ya que, sencillamente, es algo vergonzoso e inhumano. Quizás escribo todo esto porque soy un romántico enamorado de los finales felices, dentro y fuera de una pantalla...
2 comentarios:
Bien, parece que "500 días juntos" retrata la inversión de roles que estamos viviendo. Esperemos que surta efecto y que no afiance esas desalmadas tendencias que tan acertadamente anuncia y constata este excelente artículo, amén de sincero, valiente y revelador. Suerte tienen los que no se han topado con relaciones tan insatisfactorias como las que nos anuncia este perspicaz atalaya.
Hola me llamo Satine y creo que generalizas un poco al pensar que todos los jovenes somos asi,no se como serías tú hace unos años porque me imagino que antes no pensabas igual que ahora, que probablemente ya estes casado y todo, pero no todos los jovenes somos así ahora mismo yo pienso muy parecido a ti y tengo 22 años.
Hasta pronto
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