lunes, 9 de julio de 2007

Sanfermines: Más allá del mito

Desde el pasado viernes 6 anda Pamplona inmersa en su fiesta más universal: los Sanfermines. Encierros, jolgorio de interior, alborozo callejero, alegría que no conoce ocaso ni prejuicio...es fácil recitar los tópicos que rodean a estos festejos, mas, tras ese velo mítico que envuelve a los Sanfermines, se esconde la cruda realidad.En el fondo, le pese a quien le pese, los Sanfermines no dejan de ser un macrobotellón urbano que se distingue por el hecho de que los "participantes" van más o menos uniformados con el traje festivo navarro (vestidos de blanco con pañuelo y cinto rojos en cuello y cintura respectivamente) y porque cada mañana los organizadores sueltan por las calles unas descomunales reses para quitar a más de uno la somnolencia y ebriedad a golpe de adrenalina. Por lo demás, los Sanfermines no se diferencian en gran cosa de cualquier fiesta popular de un pueblo salvo en que cuentan con muchísimo más presupuesto y más "figurantes". Y punto. Olvídense del romanticismo insuflado por Hemingway en Fiesta, porque todos sabemos que los estrafalarios y entrañables guiris (estadounidenses, australianos, ingleses...) adoran la juerga genéticamente. Despiporre y una vorágine de fluidos, con música verbenera y toros de fondo. Eso son los Sanfermines.

No estoy en contra de los Sanfermines. Soy hijo de navarro, veraneo en aquellos lares desde niño, tengo una extraña simpatía por la gente de allí y he estado en dos ocasiones en las fiestas que propician este artículo. Lo que sí estoy en contra es de la imagen "romántica" y mitificada que se ha generado. Cualquiera que vaya a Sanfermines y tenga la sesera en su sitio estará de acuerdo en que:
  1. Da verdadero asco recorrer la ciudad por el repugnante aspecto que presentan las calles y parques, donde lo que no mancha, apesta, y lo que no hiede, pringa.
  2. Hay que hacer un colosal ejercicio de indiferencia para evitar que ciertas estampas y comportamientos públicos, dignos de cualquier reportaje de National Geographic, se te queden en la retina indefinidamente.
  3. Son unas fiestas tan masificadas que el agobio o el cabreo están a la vuelta de la esquina.

Yo, personalmente, no le encuentro el atractivo a formar parte de una marabunta humana en la que estás rodeado de apóstoles de la melopea que berrean majaderías o rebuznan cánticos festivos. No le encuentro el atractivo a unas fiestas donde hay más corridas fuera de la plaza de toros que dentro. No le encuentro el atractivo a esta verbena pueblerina con look Hollywoodiense. Pero entiendo y respeto que haya a quien le guste.

Por lo demás, me seguiré levantando estos días a las ocho de la mañana para, sin periódico y con legaña, asistir al siempre emocionante encierro, como hago desde niño.

1 comentario:

Anónimo dijo...

y este año mucho más q nunca las drogas han echo más q presencia, se que las drogas son de toda la vida como quien dice, pero pufff lo que hay ahi..... luego lo q mas gracia me hace es q se meten con las discotecas de bacalao, q si hay drogas q si esto q si lo otro, pse
saludos
nagore