viernes, 27 de julio de 2007

Humor amarillo, genialidad de oro

Los Simpson cumplen 20 años en antena y lo celebran con su primera película (tan recomendable y entretenida como cualquier capítulo). En estos años, esta extraordinaria familia lo ha conseguido todo: 18 temporadas (400 episodios) de emisión interrumpida en televisión (en España, primero en La 2 y posterior y básicamente en Antena 3), aparecer en más de 24.690.000 referencias en Internet (más que, por ejemplo, Jesucristo), tener una estrella en el paseo de la fama de Hollywood, una web oficial rodeada de miríadas de páginas realizadas por fans, una "wiki" propia, webs dedicadas sólo a las geniales frases simpsonianas (en inglés y castellano), ser traducidos a las principales lenguas del mundo, ganar 23 premios Emmy, ser para la revista Time la mejor serie de televisión del siglo, convertirse en una constante y grandiosa fuente de merchandising, ganarse el cariño de todo un planeta...y constituir un icono cultural-generacional como pocos se han conocido en las últimas décadas.


Bastan estas pocas líneas para darse cuenta de que soy un ferviente admirador y absoluto seguidor de las criaturas alumbradas por el genial Matt Groening. Tanto que puedo decir que yo sólo creo de verdad en tres cosas: Dios, el Atleti y Homer Simpson. Bufones y cronistas de nuestro tiempo a los que nada les es ajeno (ni la política, ni la cultura, ni el cine, ni la historia, ni la religión...), los Simpson dominan todos y cada uno de los registros de la comedia: desde el "simple" slapstick (encumbrado por el cine mudo) hasta el humor más ácido y políticamente incorrecto, pasando por la delirante y brillante parodia, y sin olvidar frases cuya genialidad sólo es comparable a a la de los prodigiosos Groucho Marx, Billy Wilder o Woody Allen, o situaciones dignas de las mejores secuencias de Chaplin. Estas son las razones secundarias por las que los Simpson son lo que son hoy en día. Mas el principal motivo de que gocen de cariño mundial y formen parte del imaginario cultural y visual de las últimas décadas del siglo XX y primeras del XXI es éste: Sea el día que sea, sea la hora que sea, sea el episodio que sea, los Simpsons siempre te garantizan, como mínimo, una sonrisa sincera y eso, en los tiempos que corren, es una auténtica bendición.

El mundo actual se entiende mejor gracias a los Simpson. En no pocas ocasiones, se comprende más clara y honestamente "cómo está el patio" o "de qué va esto de la vida" con un capítulo de esta serie que con un periódico, un telediario, una enciclopedia o un texto sagrado. Y, por todo ello, quizás el mundo de hoy en día es muy difícil de entender sin estos desternillantes y geniales seres amarillos formando parte de él.

Yo aún recuerdo con nostalgia y gratitud aquella noche hace ya unos lustros en la que vi en La 2 el primer episodio de los Simpson. Es uno de los mejores recuerdos de mi infancia. Ideal para unos, referencia para otros, los Simpson son para mí mis personajes de ficción favoritos y les tengo un cariño, respeto y admiración que ya quisieran muchas de las personas reales que conozco. En fin: ¡Viva los Simpson y el padre que los parió! ¡Arriba Springfield!¡Mosquis!





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