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Categoría: Cine, Cultura, películas, Series, sociedad, Televisión
A mí me parece que lo más ofensivo de la portada no es que se caricaturice con ínfimo gusto la cópula de los Príncipes de Asturias, sino lo que dicen los bocadillos. ¿Que si me parece mal que se critique a la realeza? Bueno, yo pienso que si tienen que existir reyes (cuestión discutible) es necesario y sano que existan bufones que con ingenio y mordacidad les bajen del pedestal. Por ello, en pos de resaltar el brillante sarcasmo textual, lo más oportuno habría sido plasmar ese real bofetón mostrando al heredero de la Corona española y su adlátere en otra situación más "convencional" y decorosa, ya que la mordaz crítica hacia esta pareja en particular y la Casa Real en general habría sido igual de efectiva y legítima pero se habría despojado del mal gusto. De esa forma, sólo los aduladores y palmeros de la monarquía habrían tenido motivo de queja. No obstante, el incluir metralla pseudoporno en semejante portada ha conseguido lo que se pretende con cualquier portada: que cualquier persona se fije en ella. Y ya si tienes a un Fiscal General y un juez que se apresuran a desfacer entuertos al estilo del Quijote, pues la portada de marras tiene asegurada la cabecera de cualquier medio informativo nacional y un tour mundial gratuito. Es difícil conseguir una campaña promocional tan buena como la que inconscientemente han orquestado el Fiscal General y el juez Del Olmo, consiguiendo ambos un nuevo éxito judicial a añadir a sus extraordinarias trayectorias. No es difícil imaginar que en Palacio más de uno esté pensando: "Con defensores como éstos, quién quiere enemigos". Por eso, creo que los de "El Jueves" pueden estar contentos porque, en el fondo, ellos han conseguido todo lo que querían.
A esto tengo que añadir que me repugna por igual tanto la monárquica cópula caricaturizada como el tsunami de fariseísmo e hipocresía que se ha desatado en favor de la Corona, porque nadie pone el grito en el cielo ni se rasga las vestiduras cuando "El Jueves" se mofa de algún dirigente político, líder religioso, actor, deportista o famoso con caricaturas tan irreverentes y demoledoras como la que nos ocupa, pero como han "tocado" a la monarquía...Sé perfectamente lo que dice el Código Penal pero detesto los dobles raseros. Que existan "salvedades" especialmente destinadas a proteger a los que por alguna anacrónica razón "están privilegiadamente por encima" me parece tan bochornoso como la portada de "El Jueves". Pero poco espero ya de un país servil y borrego, trufado de legiones de babosos, dignos herederos de aquellos necios babeantes que corearon al infame Fernando VII con "¡Viva las cadenas!".
Por todo ello, me parece que la portada de "El Jueves" es respetable en el fondo, repulsiva en las formas y, en definitiva, redundante y prescindible, puesto que la Familia Real se basta sola para ganarse el aplauso, fomentar la hilaridad o suscitar la vergüenza ajena. En fin: ¡Muerte a los bufones! ¡Viva las cadenas!
Yo, personalmente, no le encuentro el atractivo a formar parte de una marabunta humana en la que estás rodeado de apóstoles de la melopea que berrean majaderías o rebuznan cánticos festivos. No le encuentro el atractivo a unas fiestas donde hay más corridas fuera de la plaza de toros que dentro. No le encuentro el atractivo a esta verbena pueblerina con look Hollywoodiense. Pero entiendo y respeto que haya a quien le guste.
Hay estampas cotidianas que forman parte ya del panorama clásico madrileño: el atasco de la mañana, las lumis de la calle Montera, las esperas en Barajas, el gentío de la calle Preciados, el atasco de la noche y...la cola de Santa Engracia 18. Si alguien va despistado, puede pensar que en dichas señas se ofrecen pisos gratis, cheques en blanco, invitaciones para ver en directo a alguna estrella musical, o cualquier cosa de balde, porque en España, basta con que te den algo sin cobrar un duro, aunque sean enemas o ukeleles, para que se te forme una cola con más gente que judíos siguieron a Moisés. Pero no. En Santa Engracia 18 lo que hay es una oficina-comisaría que expide DNIs y pasaportes. Toma ya.
Debutar en la cola de Santa Engracia supone un impacto comparable a contemplar el mar por primera vez, ver nacer a un hijo o sentir el primer orgasmo. Es indescriptible. Aquello parece el umbral entrada al Cielo: gente de toda edad, raza, sexo y condición esperando ser la persona elegida para cruzar la puerta y acordándose, de cuando en cuando, de Dios. La única diferencia es que, en lugar de San Pedro, el cancerbero es un policía con la expresividad de Rambo y la simpatía de Terminator. Como un "puerta" de discoteca, pero con placa y uniforme. Además, en dicha cola, ocurre un fenómeno altamente sospechoso y asombroso: el tiempo transcurre con normalidad pero el espacio permanece invariable. Ya puede usted estar a las ocho de la mañana junto a la esquina que dobla la calle que a las dos de la tarde seguirá estando en la esquina que dobla la calle. Los físicos y parapsicólogos deberían estudiar esto urgentemente, así que que se sumen a la cola cuanto antes, por favor. Claro que, visto el perjuicio físico, psíquico y emocional que ocasiona, también debería añadirse una caterva permanente de psicólogos que apoye vivamente con sus consejos placebo y suaves palmaditas a los sufridos esperadores de Santa Engracia 18. Total, por tocar un poco más las maracas al personal no pasa nada. Llega un momento en el que, si no te ha entrado una furia homicida ni has optado por el suicidio público, te insensibilizas y "vives sin vivir en ti" que diría la santa.
Todo es posible en esa cola: amar, odiar, hablar, guardar silencio, sonreír, llorar, copular, darse de mecos, reproducirse, fenecer, comer, dormir...y tal vez soñar. Al igual que sobrevivir en una isla desierta, aguantar un martirio o soportar las tradicionales reuniones familiares navideñas, formar parte de la fila de Santa Engracia 18 o de cualquier comisaría dedicada a esos menesteres es una experiencia que te hace más fuerte y gracias a la cual aprender a valorar las pequeñas cosas la vida y te replanteas tu existencia...al menos como ciudadano español. Porque la odisea que supone, pongamos por caso, renovar el DNI en España es digna de un país no ya tercermundista sino cuartomundista. Y que nadie me venga con alegaciones absurdas en favor de la Administración o de la Policía Nacional, porque para endiñarte multas, cobrarte impuestos o agitarte los testículos con memeces son rápidos como guepardos y más eficaces que el Superglue.
Por estampas como las de Santa Engracia 18 España sigue siendo, en el fondo y a la hora de la verdad, "Epaña". ¿Alguien me guarda sitio en la cola?
En fin. Que a este convencido católico practicante le parece genial que se permita otra vez hablar en latín en las misas, porque, en el peor de los casos, es una perfecta justificación para decir que no has entendido nada y, en el mejor de los casos, es una delicia escuchar una lengua tan ancestral e imponente; pero, no obstante, al Vaticano le queda aún trabajo por hacer si quieren hacer de la misa algo más atractivo que una penitencia.
Es esa hora en la que todo es sueño, pesadilla o pecado. Él está en la cama, dormido por naufragio y perdido en esa desconexión que tanto...