La historia de esta estupidez empieza con otra: la propuesta de Unidos Podemos del pasado 11 de julio de multar los piropos como delito leve, identificándolos como "intimidación sexual en la calle" y exponiendo al piropeador a multas (de tres a nueve meses) y trabajos comunitarios (de 31 a 50 días), de manera que alabar la belleza de una persona sea penalmente lo mismo que ciscarse en su estampa. No sé si semejante majedería se comenta sola pero lo que sí sé es que esa formación con vocación de escobilla de retrete (en lo estético, en lo ético y en lo intelectual) debería recalibrar su escala de prioridades porque España tiene problemas mucho más serios y urgentes que perseguir los piropos o convertir a un dictador en el nuevo Felipe, el hermoso post-mortem. Claro que para eso deberían esforzarse un poco más y proponer cosas menos efectistas y con mayor enjundia, lo cual es algo tan perfectamente descartable como esperar que Pablo Iglesias y el resto de su pandilla basura demuestren algo parecido a coherencia, honradez, etc.
Aclarada la raíz del asunto, vamos al meollo: Al calor de la parida de Unidos Podemos, el programa de Antena 3, Espejo Público, ha perpetrado un reportaje falso con el que tratar de demostrar que ser mujer y caminar por la calle es como ser marine espacial y meterse en un nido de xenomorfos, presentando a los hombres como un híbrido entre un morlock y un gorila en celo. Vaya por delante que nada de esto me extraña en esta época de la postverdad y las fake news y menos aún en un programa como el citado, que es todo un canto al amarillismo. Parece ser que la responsable de esto fue la protagonista del "reportaje", una tipa llamada Claudia García, quien probablemente tiene más de versión low cost de Mónica Naranjo que de periodista, habida cuenta de su exhibición de rigor, seriedad y honestidad en un documento audiovisual que no sólo es cutre y bochornoso se mire por donde se mire sino que además es evidente y patéticamente mentira, ya que los propios tipos que aparecían como piropeadores groseros y soeces no tardaron en destripar que había tanta realidad en ese pseudoreportaje como neuronas en el plató de Mujeres, hombres y viceversa. Así las cosas, el valor sociológico y periodístico de lo perpetrado por Claudia García alcanza el extraordinario nivel de "Para limpiarse las nalgas después de evacuar". Ignoro si toda la polémica que ha levantado este falso reportaje acabará con el despido de la moza y la cancelación del programa pero, de ocurrir así, harían un gran favor al periodismo en general y en España en particular; de momento, Antena 3 ha anunciado que tomará medidas. A ver si es verdad, porque "lo de Claudia García" es un despropósito de principio a fin, un desparrame con vete a saber qué excusa y algo que roza la autoparodia. Ese falso reportaje da sencilla y únicamente vergüenza ajena y asco profesional (soy periodista). Punto.
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Por otra parte, creo que el tema de piropear a alguien, en público o en privado, es algo camino de convertirse en un anacronismo, algo tan en peligro de extinción hoy en día como las buenas maneras y el civismo. Por tanto, me parece que regular el tema de los piropos es algo tan trascendental y urgente actualmente como reglamentar el oficio de sereno.
Además, de seguir así las cosas, con semejante hiperbolización, tergiversación y exageración, lo único que conseguiría todo este feminismo mal entendido es que un hombre ante una mujer, a efectos conversacionales, quede en catalepsia ya que no podría ni ensalzar sus virtudes (porque tendría supuestamente connotación sexista o sexual), ni sus defectos (porque entonces serías un machista aunque lo que estés criticando sean sus gustos literarios) ni siquiera recurrir a eufemismos para una cosa u otra ("curvy" en la boca de un hombre es una falta de respeto y en la boca de una mujer es un vocablo cool para referirse a alguien con sobrepeso antaño calificado como "gordo") ni interesarse por su vida profesional o personal (ya que quedaría automáticamente investido como lobo feroz) ni hablar de sí mismo (porque entonces serías estandarte del régimen heteropatriarcal que obvia a las mujeres y tiene al hombre por centro del universo).
Acabo ya. Espero que antes que tarde la sensatez aterrice en todo este debate, por el bien de todos. ¡Ah! Una cosa más: quien opine que soy un machista, machirulo, ayatolá del heteropatriarcado, paladín de la falocracia o alguna bobada similar, haría bien en leerse mis artículos Por ella(s) y Agradecimiento a La Manada y luego ya si eso discutimos, porque, de lo contrario, me pasaré su opinión por el mismo sitio por el que Claudia García y Espejo Público se han pasado la deontología periodística.
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