La vida está llena de ejemplos de lecciones. Lecciones que tendemos a
olvidar porque lo que nos enseñan incomoda a ese niño mimado, egoísta y
soberbio que todos conservamos dentro aun cuando la niñez ya desapareció
en el retrovisor. Una de ellas y quizá de las más importantes de esas
lecciones tiene que ver con hacer las cosas mal. Si haces las cosas mal
o, al menos, no lo suficientemente bien, no sólo es posible sino que es
muy probable que tu pareja te deje, que te echen de tu trabajo, que tu paciente salga del quirófano peor de lo que ha entrado, que tu
comida sea vomitiva, que tu libro sea un ladrillo, que tu canción ofenda
al oído, que tu obra no la salve ni ARCO, que tu película no la vean ni
tus seres queridos, que tu empresa quiebre, que tu cuenta corriente se
escriba en rojo, que tu nota no llegue a la de corte, que nunca consigas
pasarte un videojuego, que te eliminen en una competición...o que te
manden forzosamente de vacaciones en un Mundial. Bienvenidos al día de la marmota versión
Selección Española de fútbol.
Ahora que han pasado días suficientes para rebajar la incandescencia post-eliminación, es buen momento para hablar del tema (creo), siendo consciente de que lo mejor que se puede decir sobre esta esperada debacle ya lo han dicho los maestros Iñako Díaz-Guerra y Rubén Uría. Antes de mi análisis detallado, vamos con con el apartado de obviedades: comparar la Selección de estos últimos años con aquella legendaria que conquistó con excelencia y merecimiento primero Europa y luego el mundo es como decir que Charlize
Theron y Leticia Sabater se parecen porque ambas son rubias o que Ryan Gosling y Mariano Rajoy son semejantes debido a que ambos son hombres. Y el mejor
ejemplo de ello está en el Mundial de Rusia, en el que España ha puesto
el último clavo en el ataúd de su leyenda, prestigio y crédito. La
selección masculina de fútbol se ha caído con todo el equipo, nunca mejor dicho, y lo ha
hecho más por deméritos propios que por méritos de los mediocres
rivales. Deméritos que hacen merecida su eliminación de una competición que equipos como
Francia, Uruguay o Croacia sí se están esmerando en honrar. Deméritos que son aún más sonrojantes y evidentes si los comparamos con las colosales dignidad y voluntad demostradas por otras selecciones eliminadas en idéntica ronda como Argentina, México o Japón. Por tanto, un pequeño spoiler: el gran culpable de la eliminación de la Selección Española de Fútbol es...la Selección Española de Fútbol.
Aclarado eso, voy a comentar brevemente los distintos factores que han convertido a la Selección en la orquesta del Titanic:
- Lopetegui: Este hombre, entrenador mediocre aupado a seleccionador por capricho de Villar, no sólo es culpable por haber elaborado una lista más que discutible de seleccionados, regalado titularidades inmerecidas e insistido en un concepto futbolístico contra el que ya tiene antídoto cualquier equipo del orbe sino, especialmente, por haber mostrado su calidad humana y profesional firmando la renovación con la Federación para poco después irse a los brazos de Don Florentino, el personaje más siniestro, soberbio y repugnante del fútbol español, sin importarle nada más que él mismo en un momento crítico. Nunca tanta mediocridad tuvo tanto premio pero pocas vilezas tuvieron mejor castigo que el inflingido por Rubiales. En ese sentido, entiendo que la corte de palmeros, mamporreros y asalariados de Florentino Pérez entonces y ahora carguen las tintas contra Rubiales por no haber querido quedar como un cornudo, porque lo último que quieren esos palafreneros del Presidente del Real Madrid es que éste quede (una vez más) como lo que ha sido, es y será hasta que palme. Pero, dejando al lado a esos cortesanos, creo que Rubiales ha hecho lo que haría cualquier jefe o pareja cuando alguien te chotea de una forma tan flagrante y descarada. Y quien diga lo contrario es un hipócrita. A mí me parece fantástico, en el fondo y en las formas, la patada dada a Florentino Pérez en las nalgas de Lopetegui por el Presidente de la Federación porque el dueño del Real Madrid lleva demasiado tiempo mangoneando, haciendo y deshaciendo a su antojo con total impunidad y absoluta soberbia sin importarle nada, ni siquiera la estabilidad de la selección de su país.
- Hierro: El "de momento seleccionador" no es culpable por haberse comido estoicamente el marrón del impresentable Lopetegui, en todos los sentidos, sino por no haber sabido o querido enmendar los errores heredados del ex seleccionador. Su insistencia en un estilo de juego que se ha revelado tan estéril como contraproducente y en un sistema carente de versatilidad por el exceso de mediapuntas así como su apuesta por jugadores que, en el mejor de los casos, no están para ser titulares cavaron su tumba.
- El "tiquitaca": El error no es tanto este estilo en sí como la talibanesca fe que los medios de comunicación y cierta parte de la afición han generado en torno a él convirtiéndolo en un tóxico grial. Con el paso de los años, queda cada vez más claro que España no conquistó la Eurocopa y el Mundial por el tiquitaca sino por haber encontrado un sistema de juego que se adaptaba como un guante a las características de los jugadores de ese momento, lo cual es un matiz bastante importante, toda vez que el nuevo fracaso de la selección revela que el gran problema es haber perseverado en un estilo desconectado de las características de los actuales jugadores. Eso por no hablar de que el tiquitaca perdió hace ocho años todo factor sorpresa: es al fútbol lo que el 3D al cine. Hoy cualquier equipo sabe que con amurallarse y defenderse numantinamente el único peligro del tiquitaca consiste en producir narcolepsia. ¿De qué sirve la posesión, el toque, el acierto en los pases si eso no se traduce en disparos y goles? Además, no hay que perder de vista que esta delirante obsesión por el tiquitaca ha llevado a apostar por un sistema de juego con un exceso de jugadores en el mediocampo en detrimento de la presencia de jugadores especialistas en lo que te hace ganar partidos: el gol. Además, este fanatismo por el "tiquitaca" se ha llevado al paroxismo de manera que se ha perdido cualquier tipo de verticalidad y vocación ofensiva, cuajando jugadas que en balonmano serían objeto de sanción como "ataque pasivo". De todos modos, lo peor de todo, como decía, es que parece que este estilo de juego se ha vuelto innegociable y sagrado por culpa del humo, la hipérbole y la gañanería que alimentan demasiados periodistas, presuntos periodistas y aficionados que, por nostalgia o estupidez, prefieren llevar la contraria a la realidad y así convierten en anatema cualquier duda o crítica al tiquitaca y en herejes a todos los que creemos que del mismo modo que la "furia" sirvió para una generación de futbolistas, el "tiquitaca" sirvió para otra pero que la actual generación requiere encontrar su propio libreto para seguir mereciendo tanta ilusión y expectativa y evitar coleccionar bochornos. Si no se tiene esto claro, se seguirá alfombrando el camino a la decepción.
- Los jugadores: Más allá de la descompensación provocada por el exceso de mediocampistas (especialmente mediapuntas), el problema de esta fracasada selección actual radica en haber llevado a Rusia a demasiados jugadores o bien excesivamente lejos de su mejor versión (por edad, agotamiento o falta de ritmo)o bien enormemente sobrevalorados por la prensa y, por ende, bastantes aficionados. Jugadores que han demostrado que no merecían la titularidad y, en algunos casos, ni siquiera estar en el banquillo. Jugadores que han cerrado el paso a que otros pudieran demostrar o no su valía o, incluso, su mérito para haber sido incluidos en la expedición a la tierra de Putin. Jugadores cuya presencia sobre el césped es culpa del seleccionador (Lopetegui por seleccionarlos y Hierro por no encerrarlos en el banquillo). Jugadores cuyo rendimiento ha sido tan lamentable y decepcionante que no hace falta ni mentar sus nombres pero sí recordarlos de cara a futuras competiciones...para no llevarlos. Costa, Aspas, Rodrigo e Isco han sido los únicos que han estado a la altura no ya de las expectativas sino de una competición de este calibre. El resto...ejem. No obstante, la culpa no es tanto de los jugadores en sí como de quien los selecciona (hola, Lopetegui) y de quien les ha dado inmerecidas oportunidades (hola, Hierro). Sería bueno, en lo venidero, que el sistema de selección deje de basarse en la aristocracia (si eres jugador del Real Madrid o del Barça aunque seas suplente o tu rendimiento sea discutible tienes muchas papeletas para ser seleccionado) y abrace la meritocracia (que vayan los mejores y que estén en mejor forma, con independencia de en qué club jueguen).
- De Gea: Lo menciono porque quizá es la quintaesencia de buena parte de los problemas que ha evidenciado la Selección en el Mundial de Rusia. Es un jugador injustificada y enormemente sobrevalorado, en las antípodas de su mejor versión (si es que existió algún día) y cuyo rendimiento en el campo le ha hecho merecedor de ser un meme ambulante y carne de guasa porque, a su lado, el ya famoso Karius parece Benji Price. Como bien ha demostrado el Atlético de Madrid, la solidez defensiva es clave hoy en día y ésta empieza por un portero que transmita seguridad y confianza (si Oblak es Mozart, De Gea es Cañita Brava). De Gea sólo ha parado uno de todos los disparos que han ido hacia su portería en todo el campeonato y ha hecho por acción u omisión más por el pánico que por la serenidad. Por eso, mantener a De Gea como portero titular ha sido una forma de automutilación de la que sólo cabe culpar a quien se ha sentado en el banquillo como seleccionador. Ha sido el mejor jugador del rival en varios partidos y eso no se debería haber consentido. Por eso, el crédito que tiene este portero es un misterio que debería explicar Íker Jiménez.
- La ausencia de autocrítica: Otra cosa que no tiene perdón: en la Federación y en la Selección la autocrítica ha brillado por su ausencia. Y no sólo eso: el hueco dejado por la autocrítica ha sido cubierto por declaraciones tópicas, enajenadas por su desconexión de la realidad y pretenciosamente patrioteras, conformistas y épicas (hola, Ramos) donde no hay rastro de arrepentimiento ni similar por lo hecho en Rusia. El primer paso para subsanar un error es reconocerlo, pero aquí parece que España ha hecho una competición deslumbrante y que se ha ido a casa por accidente o injusticia: nada más lejos de la verdad.
Lo más triste es que buena parte de estos problemas se sabían desde hace tiempo (Copa Confederaciones, Mundial de Brasil, última Eurocopa...) y no se ha hecho absolutamente nada por solucionarlos, lo cual ha agravado aún más el fallo. Así no extraña en absoluto que la Selección haya entrado en un fallo multiorgánico que la ha llevado a la tumba.
Lo bueno que tiene todo esto es que, como decía al comienzo del artículo, te deja una lección útil, positiva y constructiva para el futuro...siempre y cuando seas lo suficientemente humilde e inteligente para recordarla. Ojalá que en la próxima competición España demuestre que quienes conquistaron la Eurocopa y el Mundial tienen unos dignos sucesores.
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