San Jorge, vencedor de dragones, triunfador sobre el maligno, ha sido derrotado por algo aún peor que el diablo: la estupidez humana. El suceso ha tenido lugar en la localidad navarra de Estella, ciudad especializada (por desgracia) en saltar a la actualidad nacional mediante acontecimientos lamentables: el Pacto de Estella, las crecidas del Ega, muertes por violencia de género (2004 y 2008) y, ahora, la aberrante ¿restauración? de la figura medieval del mencionado santo, tomando así el relevo como hazmerreír a Borja y su patético "Ecce Homo".
La guasa y el bochorno han trascendido el ámbito local y ya corretean no sólo en las redes sociales sino también en los medios de comunicación (Diario de Navarra, El Mundo, ABC, La Sexta, Cadena SER, etc) y consiste en lo siguiente: alguien, bajo encargo de alguien (sé que esto recuerda a un famoso sketch de José Mota, pero es que las responsabilidades aún se están depurando en la sombra), ha perpetrado una anti-restauración con una talla del siglo XVI ubicada en la Iglesia de San Miguel, en Estella, convirtiendo una escultura de indudable valor artístico e histórico en una especie de juguete de bazar chino o de premio de roscón de reyes, dada la viveza de los colores y la tosquedad de los detalles. Parece ser que la decisión fue cosa del párroco mientras que la iconoclasia ha corrido a cuenta de una tal "Carmen", profesora de Karmacolor Estella, una escuela de artes plásticas (que por inconsciencia o recochineó difundió además en la Red un vídeo de la innecesaria y atroz restauración, documento audiovisual que por cierto ha desaparecido, supongo que por decoro). Visto el resultado, que supone un tormento peor que los inflingidos por Pinhead y sus cenobitas, cabrían varias excusas: que la persona que ha hecho "esto" sea menor de diez años (descartada ya), tenga algún tipo de problema psiquiátrico, padezca alguna deficiencia psíquica, sea atea, practique la iconoclasia o tenga una buena voluntad directamente proporcional a su impericia restauradora. Y no, no es discutible: el nuevo San Jorge, más cerca de una figura de Comansi que del arte sacro, parece en el mejor de los casos "restaurado" por un párvulo, lo cual nos remite a esa entrañable época en la que todos nos creíamos Velázquez con "plastidecores" y ceras manley. Yo espero que pronto se conozca y difunda urbi et orbe la completa identidad de los (ir)responsables de este atentado-sainete, aunque sólo sea porque al menos uno de ellos se ahorque voluntariamente en el arbolado Paseo de Los Llanos y así exima su culpa.
En fin. Tremendo estropicio. Lo que más me molesta y duele es que, como apuntaba antes, Estella sólo resople informativamente por cosas que no son positivas, porque no sólo es una ciudad a la que subjetivamente tengo un inmenso cariño sino porque objetivamente es una localidad que culturalmente merece mucho la pena. Ojalá que la próxima vez que en toda España se hable de Estella sea para bien.
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