En el teatro actual, hay en mi opinión dos formas de no equivocarse como espectador, al menos en España. Una, ver una función de Rafael Álvarez "El Brujo". La otra, ver en acción sobre un escenario a la compañía Shakespeare's Globe. Por eso, en Madrid, estos días estamos de suerte porque los herederos de la Shakespeare Company están otra vez (en abril 2015 nos regalaron un sensacional Hamlet) de paso por nuestra ciudad dentro de su gira mundial.
Anoche fui a los Teatros del Canal al estreno de su nuevo espectáculo, una propuesta enormemente interesante y entretenida que deja en manos del público la posibilidad de elegir la obra a representar (El mercader de Venecia, La fierecilla domada o Noche de Reyes) por ocho actores (cuatro veteranos y cuatro "noveles") de los que lo mejor que puede decirse es que honran el teatro con una maestría tan fluida y armónica que hace parecer sencillo algo que en absoluto lo es.
Ayer, la obra de William Shakespeare a representar, elegida por aclamación entre las tres comedias antes citadas, fue Noche de Reyes (literalmente La duodécima noche), una pieza que quizá no esté entre las más conocidas del mejor dramaturgo de todos los tiempos pero que sirve para recordar no sólo su colosal habilidad a la hora de crear personajes inolvidables sino también para reconfirmarlo como un excelente precursor de la teatral comedia de enredo, la cinematográfica screwball comedy y la televisiva sitcom. Luke Brady (genial su bufón Feste), Steffan Cennydd, Cynthia Emeagi, Sarah Finigan, Colm Gormley, Russell Layton, Rhianna McGreevy y Jacqueline Phillips lo bordan. Así de simple. Y eso que no era nada fácil su arriesgada pero interesante propuesta de jugar con la edad y el género de los actores respecto a los personajes a interpretar. Gracias a sus magníficas interpretaciones, las dos horas que duró la función se pasaron volando, haciendo disfrutar tanto que incluso supo a poco. Tal vez por eso, la rotunda y merecidísima ovación de los que anoche llenamos la Sala Verde de los Teatros del Canal obligó a salir a saludar en varias ocasiones al elenco, porque espectáculos como el de ayer no se ven todos los días.
Dicho esto, creo que hay que estar profundamente agradecidos a la Shakespeare's Globe por algo que trasciende la divertida comedia de noche. Hay que darles las gracias por recordar a quien lo olvidó y descubrir a quien lo desconociera que el teatro es, simultáneamente, una celebración, una fiesta y un juego (actuar y jugar comparten en inglés no por casualidad el mismo verbo: "play"). Es pura recreación: divertirse creando de nuevo (el dios-patrón del teatro es Dioniso, la única deidad del Olimpo nacida dos veces y algo de eso tiene el teatro). Es un festejo laico para hacer sagrado algo lúdico que habla de lo humano. Y esto es algo que los del Globe lo tienen muy presente, como dejaron bien claro los ocho actores incluso al inicio, al entreacto y al final de la función de anoche, derrochando música, buen humor y complicidad entre ellos y con los espectadores.
En resumen y por concluir: que si alguien quiere comprar un excelente recuerdo, que no lo dude y pague cuanto antes la entrada para ver hoy o mañana (aún quedan a la venta) a la Shakespeare's Globe. Su memoria y su ánimo se lo agradecerán.
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