Ya había vivido noches como ésta. Noches en las que sientes ese "noséqué" que anticipa los mejores momentos de la vida de una persona. Noches en las que crees que más que ir a un estadio estás acudiendo a una llamada, con los nervios de una cita y la complicidad de una quedada de amigos. Noches en las que los cánticos desvanecen el tiempo y todo antes, durante y después del partido es un presente entusiasta, festivo, feliz. Noches en las que cantas el himno a capela con los pelos de punta, el corazón en la garganta y las lágrimas en los ojos. Noches en las que te sientes parte de algo que te trasciende de una forma indescriptible y te sabes órgano de un ser vivo llamado estadio. Noches en las que todas las sensaciones se juntan en un único recuerdo: el olor a cerveza regando los aledaños, el guirigay de voces hormigueando alrededor del campo, la electricidad de la adrenalina entrando en funcionamiento, el Frente tronando como anticipo de la tempestad de voces y bufandas, la sensación de que animas a los tuyos como si fueran los mejores de tus seres queridos, el nerviosismo tensionando tus músculos, las gradas empujando al equipo como viento de popa, el olvido de cualquier cosa que no sea el partido, la emoción de sentir que eres verdadaremente el jugador número doce, el estallido alegre del gol, el éxtasis con el pitido final...Noches en las que te quedas aplaudiendo y cantando cuando el partido termina como si olvidaras que tienes casa y que mañana el madrugón no perdona. Noches en las que hasta los andenes del metro son una fiesta improvisada y cómplice. Noches en las que el Atleti te firma un precioso recuerdo con sabor a sonrisa.
Había vivido noches así en el estadio Vicente Calderón. Desde anoche, también en el estadio Metropolitano, donde revivió el espíritu del Manzanares, como si nada hubiera cambiado. Ayer el Atleti volvió a clasificarse para una final europea (la quinta con Simeone) tras un partido bastante serio del equipo, liderado por un imperial Godín, un buen Griezmann y un grandísimo Costa, pero todo eso se puede describir y resumir en algo tan simple como 1-0. Todo lo demás no se puede describir ni resumir. Por eso, si alguien te pregunta por qué eres del Atlético, recuerda noches como ésta, la primera en la que todo el Metropolitano se conjuró para hacer historia. ¡Aúpa Atleti!
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