Hoy es el Día Internacional de la Mujer, una efeméride forzada para romper, aunque sólo sea una jornada, el menosprecio o escaqueo al que se someten habitual y secularmente la situación y los méritos de la mujer, tanto dentro como fuera del trabajo.
Por eso, este post va para ellas. Para las mujeres. Y lo escribo sin la demagogia ni los tópicos con los que se suele despachar este asunto. Lo escribo desde la experiencia y el afecto y, por tanto, pensando en mujeres que conozco pero para todas aquellas que se puedan sentir identificadas.
Y es que estas palabras hoy van para quienes desde que salen hasta que regresan a la cama convierten el esfuerzo en una tarea cotidiana. Para quienes, con o sin nómina, trabajan indefinidamente en la sala de máquinas de la vida y las vidas. Para quienes no sólo te pueden dar la vida sino hacértela más fácil o más sencilla o más feliz. Para quienes defienden con hechos lo que otras sepultan en palabrería y slogans. Para quienes, con o sin empleo, siempre trabajan duro. Para quienes, siendo como son, dejan en pelotas los argumentos de los que preferirían vivir en la época de las cavernas. Para quienes escapan de las trampas y zancadillas con remitente femenino. Para quienes, pese a todo y todos, siguen en pie. Para quienes, no vistiéndose de superheroínas, son la constante firma a pie de
hazaña. Para quienes extender el tiempo y el espacio es parte de la rutina. Para quienes convierten una vivienda en un hogar. Para quienes, apareciendo detrás de los grandes hombres, siempre estarán por delante. Para quienes la retórica del "los y las" es un callejón sin salida donde dejarte violar por el ridículo. Para quienes no necesitan cuotas ni leyes para demostrar su valía. Para quienes no tiran la toalla por aquello en lo que creen y aquellos a los que quieren. Para quienes siempre están ahí porque nunca se van. Para quienes renunciar al egoísmo no implica renegar de la dignidad. Para quienes siempre te enseñan que "un paso más allá" es un buen sitio al que ir. Para quienes sostienen el mundo mientras otros se limitan a mirar o pasar de largo. Para quienes viven y hacen vivir. Para quienes siempre dan argumentos para estar en deuda con ellas.
Como decía, escribo estas líneas gracias a mujeres que he conocido o conozco tanto en el ámbito personal como en el familiar y profesional. Mujeres impresionantes y merecedoras de un cheque de afecto con muchos ceros a la derecha. También he conocido o conozco, tanto en el ámbito personal como en el familiar y profesional, a perfectas cabronas cuya mera existencia debería ser considerada un atentado contra el consumo de oxígeno. Gentuza que sólo vale para una cosa: amargar la vida. Pero esas mujeres no cuentan ni hacen mella para tener argumentos de sobra para, dentro y fuera de este blog, homenajear a todas las que, tengan o no trabajo, curran en la empresa más competitiva y exigente de todas: la felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario