Hoy no habrá fuego ni hierro ni sangre. Hoy no habrá silencio ni sirenas ni gritos. Hoy no habrá ira ni pasmo ni piel de gallina. Hoy no nos levantamos a las puertas del infierno. Hoy sólo hay recuerdo de lágrima encendida para los que nos dejaron. Hoy sólo hay recuerdo de aplauso íntimo para quienes se cayeron y levantaron. Hoy sólo hay recuerdo para los que se lo ganaron.
Por eso, hoy, diez años después del atentado del 11-M, no quiero dedicar estas palabras a los políticos que estando a un lado y a otro del poder pensaron más en los votos que en los muertos. Ni tampoco quiero dedicárselas a aquellos miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que contribuyeron con su negligencia o con su malicia a servir a intereses distintos y distantes a los de la mayoría de la sociedad. Ni tampoco quiero dedicárselas a aquellos miembros del Poder Judicial que dejaron margen para la duda razonable. Ni tampoco quiero dedicárselas a aquellos medios de comunicación y periodistas que alfombraron las tesis de quienes o bien querían conservar el poder o bien querían llegar a él como fuera y que allanaron el camino a la demagogia y la mentira, olvidando que el único compromiso de un periodista es con la verdad probada. Ni tampoco quiero dedicárselas a aquellas personas que aceptaron ser rebaño o turba. No. Hoy no voy a dedicar estas palabras a quienes demostraron que España es un país que sigue pensando en bandos. No voy a dedicar estas palabras a quienes dieron motivos de sobra para pensar que España es un país que da asco.
Hoy quiero dedicar estas palabras a los que murieron. Y a quienes se los quitaron. Y a quienes se lanzaron a ayudar en medio del espanto. Y a quienes cumplieron con su trabajo salvando vidas. Y a quienes llenaron la Puerta del Sol para donar sangre. Y a quienes no se dejaron vencer ni por la rabia, ni por el miedo, ni por el engaño. Y a quienes trabajaron por buscar la verdad entre los escombros de la confusión y la mentira. Sí. Hoy quiero dedicar estas palabras a quienes no tuvieron, tienen ni tendrán que pedir perdón. Quiero dedicar estas palabras a quienes sí estuvieron a la altura. Quiero dedicar estas palabras a quienes dieron motivos de sobra para creer que España es un país del que sentirse muy orgulloso.
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