Una de las grandes polémicas de los últimos tiempos ha sido la muy controvertida Ley del Aborto del ministro Ruiz-Gallardón. Una cuestión muy delicada, como cualquiera que afecte directamente a la vida de una persona, como, por ejemplo, la eutanasia o la pena de muerte y que por dicha condición debería tratarse con prudencia, sensatez y empatía, algo que el ministro de cabellera púbica no ha demostrado.
Por eso, como en este embrollo hay varios puntos que analizar, iré uno por uno:
- Sobre el Ministro de Justicia: Me alegro profundamente de que Gallardón haya encontrado su tumba política en el esperpéntico e indignante gabinete de Mariano Rajoy. Un miserable oportunista, megalómano y egomaniaco no merecía otro fin que ahogarse en esa fosa séptica ministerial de la que se ha rodeado uno de los Presidentes del Gobierno más incapaces, desvergonzados, inútiles, cobardes y mentirosos que ha tenido España (en dura pugna con el esperpéntico Rodríguez Zapatero). Con todas las reformas que había y hay que hacer en materia de Justicia, mucho más importantes y prioritarias que la del aborto (acabar con la despolitización del Poder Judicial, modernizar el sistema judicial, reformar el Código Penal, evitar lo ocurrido con la doctrina Parot...), Gallardón ha preferido ir a lo ¿fácil? con tal de contentar a una parte del electorado popular (si es que queda alguno) con la excusa de que estaba en el programa electoral, el mismo programa, por cierto, que su jefe se ha pasado por el arco genital hasta la saciedad. Querer ser más papista que el Papa tiene estas cosas...
- Sobre el no nacido: Un aspecto capital del tema del aborto en nuestro país gira en torno a la idea u opinión que se tenga sobre el "no nacido" (es decir, sobre el individuo engendrado pero aún no parido). En este aspecto, todo el mundo debería saber o recordar que nuestro ordenamiento vigente considera que el "nasciturus" tiene todos los derechos (según el artículo 29 del Código Civil "efectos") "que le sean favorables", una consideración que, por cierto, viene desde la época romana. Lo digo pensando en todas esas personas que hablan del feto como si fuera un mero cacho de carne.
- Sobre el papel del Estado/Gobierno: Siempre he pensado y defendido que el Estado debe intervenir única y exclusivamente para asegurar el estado de bienestar, esto es, en materia de economía, educación, sanidad y seguridad ciudadana. Dicho de otra manera: la actuación del Estado (o el Gobierno, que en la práctica es lo mismo) debe ser todo lo garantista que la sociedad demande para alcanzar las condiciones de desarrollo ideales para sus miembros. Ni más, ni menos. Lo que el Estado no debe hacer nunca es comportarse como si los ciudadanos fuéramos no sólo menores de edad sino además tontos del culo necesitados de que nos digan qué hacer y cómo. En ese sentido, pienso que el papel del Estado acaba donde empieza no sólo la libertad de los ciudadanos sino la conciencia de cada uno de ellos. Si el Estado/Gobierno toma decisiones que sólo competen a las personas está cometiendo un tremendo error, ya que su papel no consiste en decir a los ciudadanos qué hacer con su libertad, sino protegerla en todos los ámbitos y sentidos.
- Sobre las posturas extremistas: Partiendo de la premisa de que jamás se va a encontrar una buena solución en posturas extremas, hay que reconocer una obviedad: el tema del aborto está muy polarizado, por culpa de una interpretación un tanto talibán de la religión (por un lado) y de confundir churras con merinas (por otro), dando como resultado unas actitudes que oscilan entre la defensa a ultranza del feto en gestación y la defensa encendida de la madre gestante, olvidando tanto unos como otros que el aborto afecta directamente a dos personas: la madre y el "no nacido". Así las cosas, creo que tanto los que defienden la vida con los ojos en blanco como las estúpidas tipo FEMEN y aledaños deberían recordar algo que no aparece ni en la Biblia ni en ningún libro de femenismo trasnochado: la virtud es actuar según el justo término medio entre dos actitudes extremas (Aristóteles).
- Sobre el aborto como método anticonceptivo: Hay gente que ve el aborto como un método anticonceptivo más y actúa en consecuencia. Gente que, en definitiva, debería hacérselo mirar y no el cigoto ni el feto precisamente.
Mi opinión sobre el aborto: Yo siempre defenderé toda decisión que favorezca tanto a la madre como al hijo. En ese sentido, creo que generalizar es un error descomunal, tanto como optar por planteamientos unilaterales. Cada caso y cada vida es distinta: generalizaciones, no gracias. No obstante, pienso que para evitar embarazos no deseados hay remedios de sobra (salvo que estemos hablando obviamente de violación) y, por eso, si se trata de atajar el número de abortos, mejor haría el Gobierno en facilitar o democratizar aún más el acceso y uso de los métodos anticonceptivos. Luego ya que entre en juego la conciencia y sensatez de cada cual. Por otra parte, considero aberrante querer parir a una persona con graves malformaciones que lo único que acarrearían sería dolor, angustia y sufrimiento. Dicho lo cual, la postura más acertada que he leído respecto a este delicadísimo tema la encontré en el blog El Escorpión, que hace ya unas semanas se hizo eco de una carta de Italo Calvino a Claudio Magris en 1975 y de la que reproduzco un extracto:"(...)Traer a un niño al mundo tiene sentido sólo si el niño es deseado consciente y libremente por sus padres. De otro modo, se trata simplemente de comportamiento animal y criminal. Un ser humano se convierte en humano no sólo por la convergencia causal de ciertas condiciones biológicas, sino a través del acto de voluntad y amor de otras personas. Si este no es el caso, la humanidad se convierte -lo cual ya ocurre- en lo más parecido a una madriguera de conejos. Una madriguera constreñida a las condiciones de artificialidad en las que existe, con luz artificial y alimentos químicos.
Sólo aquellas personas que están convencidas al cien por cien de poseer la capacidad moral y física no sólo de mantener a un hijo sino de acogerlo y amarlo, tienen derecho a procrear. De no ser el caso, deben primeramente hacer todo lo posible para no concebir y si conciben, el aborto no representa sólo una triste necesidad sino una decisión altamente moral que debe ser tomada con completa libertad de conciencia. No entiendo cómo puedes asociar la idea del aborto con el concepto de hedonismo o de la buena vida. El aborto es un hecho espeluznante (...)".
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