sábado, 26 de mayo de 2012

Pitar un himno

Para mí, lo de menos fue que anoche el Barça regalara a Guardiola como despedida un nuevo título tras pasar por encima de un Athletic que, otra vez, sufrió un gatillazo (inexperiencia y nervios no son aconsejables en esos momentos en los que tienes que darlo todo). Para mí, lo más relevante fue que anoche la final de Copa saliera según lo previsto. Y no me estoy refiriendo a que el Barcelona se cenara futbolísticamente al Bilbao sino al hecho de que se pitó atronadoramente el himno de España. De poco sirvió que fuera su versión abreviada. El alud de pitos lo sepultó de manera vergonzosa.

Que pites un himno ajeno (el de otro país), como han hecho aficionados españoles en algunas ocasiones, demuestra que de saber estar tienes poco y de garrulería demasiado. En definitiva, que eres un gañán.
Que pites un himno propio (el de tu país), como han hecho aficionados del Athletic y del Barça, demuestra que tienes la educación en búsqueda y captura. En definitiva, que eres un maleducado.
Que pites el himno español en la final de Copa del Rey de España, como han hecho los aficionados del Athletic y del Barça, demuestra que tienes la vergüenza por donde cagas y la coherencia en idéntico lugar. En definitiva, que eres un gilipollas.
Así pues, recopilando, la pitada de anoche es una demostración clara e irrefutable que no sólo se puede ser maleducado sino, además, un completo gilipollas

Sobre este asunto, se habla últimamente de respeto y de libertad de expresión. En estos casos, siempre conviene recordar que el respeto es el único requisito que tiene la libertad de expresión. Si alguien no se siente identificado o representado por un himno, bandera o país, está en tu perfecto derecho. Y para mostrar ese desapego o rechazo hay maneras mejores (callarse, no aplaudir) que ofender gratuita y desagradablemente a quienes sí se sienten representados por dicho himno, bandera o país. Sólo un idiota puede ver en la educación y el saber estar una barrera para la libertad de expresión. Claro que también puede ser que quienes piden respeto estén precisamente faltos de ello y por eso necesitan que se lo den otros.

El problema de todo es que el origen de la pitada es de índole política. Barça y Athletic son dos equipos intoxicados por el independentismo regionalista. En el caso catalán, sueñan con revivir la Corona de Aragón (digo yo que lo suyo sería que enarbolara esa causa el Real Zaragoza). En el caso vasco, anhelan hacer real ese reino ficticio de Euskalherria (puestos a reclamar lugares que nunca existieron, reclamaría Oz, Narnia o la Tierra Media, que son mucho más interesantes). Pero, aun así, aun teniendo una vocación independentista, ¿eso implica que tengas que actuar como un sinvergüenza, maleducado, paleto y gilipollas? Por lo que demostraron ayer varios miles de aficionados, sí. Ahondando en eso, si tan descontentos están con/contra España, lo suyo sería que obliguen a sus respectivas directivas a no jugar ninguna competición española. La cuestión es que, al igual que ocurre en el ámbito político, detestan a España pero la necesitan para llegar a fin de mes. ¿En qué quedamos? ¿Se sienten españoles sólo para poner la mano?

La pena es en lo que todo esto deriva: En que se meta a todos los aficionados de dichos equipos en el mismo saco, en que se genere una antipatía visceral hacia dichos clubs y autonomías, o en que se fomente una corriente de opinión cada vez mayor que aboga por perder de vista lo antes posible a esas regiones y que allá se las apañen solas en sus delirios. Esos pitos lo único que consiguen es convertir a cualquier seguidor del Barça o del Athletic en sospechoso de ser indeseable y a cualquier catalán o vasco en alguien susceptible de mandar a la mierda

¿Cómo se soluciona todo esto? Con inteligencia, como casi todo en la vida. Yo no me siento representado ni tengo ninguna clase de afecto (ni desafecto) por la ikurriña, la señera, el himno vasco o "Los segadores" y no por eso voy a limpiarme el culo con las dos primeras ni a silbar las dos segundas. ¿Por qué? Porque el respeto está por encima de todo, incluso, de los que no se lo merecen ni aunque lo pidan. Aunque sucesos como el de anoche hacen que me sienta un poco gilipollas por respetar tanto y a tantos.

En resumen: Sólo unos gilipollas mezclarían deporte y política. Sólo unos mierdas aprovecharían un partido de fútbol para faltar al respeto a todo un país. Que cada hincha de esos que pitaron anoche el himno español y se masturban con la señera o la ikurriña decida en qué grupo está.

Escribir sobre todo esto, más que asco, me da pena.

¡Que no! ¡Que no me representan!

Hace un año por estas fechas el 15-M parecía destinado a revolucionar España y revitalizar la vida pública y privada del país. Aquella insurgencia ciudadana nació como un movimiento espontáneo, masivo y popular de indignación, de hartazgo, de cabreo contra todo lo que hace que la sociedad en general y la española en particular vayan de mal en peor. Más de un años después, el enfado social ha impulsado un cambio en varios gobiernos europeos y otros lo están pasando muy mal sintiendo la presión del más que probable desahucio del poder. Minipunto para los "indignados". Pero, en lo fundamental, el proceso de higiene y oxigenación política, económica y social sigue sin existir. Las medidas adoptadas tienen más pinta de "tiro por la culata" que de "flecha en la diana", los políticos siguen en caída libre, los mercados bursátiles son una montaña rusa de sólo bajada, la economía parece pedir la eutanasia todos los días, la banca está más por "coge el dinero y corre" que por liderar el cambio, el empleo es el Santo Grial, los medios de comunicación son voceros en el desierto, el ocio es tan caro que distraerse es un lujo, la gente se mosquea con demasiada facilidad...En todos estos meses, la ilusión por el cambio se ha transformado en urgencia y, posteriormente, en una histeria obsesiva: ¿Cambio? ¿Qué cambio? Lo que ha pasado, en todo caso, es lo que dicen en El gatopardo: Cambiarlo todo para que nada cambie. La crisis sigue estando ahí.

De todos modos, para mí, lo más preocupante o alarmante no es tanto que el cambio, los cambios o su puñetera madre estén surtiendo efecto (al menos, el deseado). Para mí, lo más triste y demoledor es constatar la ausencia, la carencia de representantes; de gente con la que te sientas identificado y que ponen en su boca tus pensamientos y generan confianza con sus hechos. Hablo por mí, pero yo no me siento representado por...
  • Los políticos: No me puedo sentir representado por quienes, en lugar de representar al país, se representan a ellos mismos. Son incapaces de abandonar su prepotencia despótica y su soberbia ensimismada.Son cobardes a la hora de "hacer lo que hay que hacer", e inútiles en su papel de servicio a la ciudadanía. Indignos del poder, el respeto y el dinero que se les otorga.
  • La banca: No me puedo sentir representado por quienes sólo representan sus propios intereses a costa de los de sus clientes. Si hubieran conocido la decencia, la crisis hoy no existiría. Son culpables no sólo por alimentar las causas de la crisis, sino porque para salvar sus cuentas de resultados, sus sueldos estratosféricos y su escandaloso tren de vida han dejado sin crédito, literal y figuradamente, a todo un país.
  • Los sindicatos: No me puedo sentir representado por unas personas que trabajan poco y ganan mucho.Hipócritas, trasnochados, vagos e inútiles en su rol.Habría que eliminarlos (como modo de vida, quiero decir).
  • Los líderes juveniles: No me puedo sentir representado por jóvenes que no conoce ni el esfuerzo ni el mérito. En los últimos tiempos, especialmente en el ámbito estudiantil, han surgido unos chavales que parecen hablar en nombre de la juventud, como si fueran unos líderes que aglutinaran en sí mismos los valores de los jóvenes españoles. ¿Es un chiste? Yo, como joven, no me puedo sentir representado por una chavalería que ya no es que no conozca la estética (las pintas que llevan es lo de menos), sino que el esfuerzo lo entienden como los años que tardan en aprobar una asignatura, chicos cuya aspiración profesional parece ser llegar a la militancia en algún sindicato, que hablan de forma trasnochada, cuya capacidad de actuación se reduce al berreo, o cuya máxima gloria puede ser que te entreviste el demagogo de turno. Claro que los jóvenes españoles tenemos motivos de sobra para hacernos oír, pero no con estos bandarras, por favor.
  • Los medios de comunicación: No me puedo sentir representado por unos medios que no me dicen lo que quiero saber sino lo que otros quieren que sepa. Entre la crisis de credibilidad (lo mismo de siempre, los mismos de siempre) y la de publicidad, están hechos unos zorros.
  • El Rey: No me puedo sentir representado por alguien que parece su propia parodia para vergüenza del país al que representa. Después de lo de los cuernos en Botsuana, creo que habría que variar la programación televisiva en Nochebuena, indefinidamente. Yo, desde luego, no me puedo sentir representado por alguien tan sumamente torpe, hipócrita y desconsiderado.
  • El 15-M: No me puedo sentir representado por alguien que se queja demasiado y hace poco para cambiar la situación. Compartiendo motivos y algunas de sus metas, no me siento representado por un colectivo que actualmente está más cerca del perroflautismo y la inoperancia idealista que de un movimiento capaz de tener un papel influyente, activo y efectivo en la vida pública. Estoy bastante decepcionado con cómo ha evolucionado. Para cambiar las cosas, hace falta algo más que berrear como si esto fuera "mayo del 68" (ya quisieran), montar reuniones en las plazas, sentarse en el suelo, mover las manitas al aire o pintar pancartas con reclamos ingeniosos. ¡Hay que actuar! Los brindis al sol, ni con calimocho.
En fin, que, visto lo visto, lo de España no es tanto un problema de que defunción económica como de ausencia de referentes que te induzcan a algo que no sea ciscarte en la madre de alguien o vomitar hasta la primera papilla.

¿O no?

jueves, 10 de mayo de 2012

¿"Pupas"? ¿Qué "pupas"?

El feo que se lleva a la guapa, el torpe que da en el clavo, el tímido que se come el escenario, el héroe que nadie espera, el anónimo que gana la lotería, el plebeyo que asciende al trono, el monstruo que salva al mundo, el muerto que resucita, el cuarto deseo del genio...el Atleti es muchas cosas. Pero ya no es un "pupas".

Ha pasado de no ganar nada y coquetear con la mediocridad a ganar 3 títulos europeos en 2 años. Algo que, por ejemplo, no ha hecho en los últimos tiempos el laureado y todopoderoso Real Madrid. Y eso, un "pupas" no lo hace.

Anoche, como en 2010, el Atlético de Madrid volvió a ganar la Europa League. Un triunfo histórico, justo y merecido.Por la sacrificada y brillante actuación de todo el equipo, coronada por el ya legendario partido que hizo Radamel Falcao. Que un jugador sólo necesite un año para entrar en la historia de un club y el corazón de una afición es algo sólo al alcance de muy pocos. Neptuno y Falcao, pura mitología colchonera.

Digo que fue un triunfo histórico, justo, merecido...y, añado, de prestigio, por el rival al que se enfrentó: el Athletic Club de Bilbao. Es cierto que no tuvo su mejor noche, es probable que pagara la inexperiencia, que los nervios minaran el talento, que algunos jugadores estuvieron por debajo de su historial o potencial, pero...nunca dejó de ser ese equipo valiente dispuesto a morir con las botas puestas. El equipo, el equipazo que ha hecho una grandísima temporada y un juego que es,con todo merecimiento, el mejor que se ha visto en Europa esta temporada. Una derrota como la de anoche no puede ni debe empañar la leyenda de estos leones.

Así pues, el Atleti, el equipo antihéroe, el perdedor entrañable, el ganador con duende, el héroe intermitente...ha vuelto a darnos una alegría a quienes aceptamos vivir al borde del ataque al corazón si a cambio vivimos noches como la de ayer. O como la de hoy. O como la de cualquier otro día que te haga olvidar que en la vida no todo es blanco y negro sino que, a veces, puede ser rojiblanco.

martes, 8 de mayo de 2012

¿La cultura del espectáculo?

¿Qué es cultura? ¿Qué se puede calificar como "cultural" hoy en día? ¿Hay varios tipos de cultura? ¿Cuál es la situación de la cultura actualmente? ¿Es la cultura uno de los pilares de la libertad y la democracia? ¿Hay felicidad sin cultura?...éstas y otras cuestiones fueron abordadas por el escritor Mario Vargas Llosa y el sociólogo Gilles Lipovetsky en un interesante y reciente coloquio en el Instituto Cervantes a propósito del nuevo ensayo escrito por el primero y que se llama La civilización del espectáculo

 
Resumiendo mucho, se podrían extraer dos grandes conclusiones del debate:
  1. Para el literato peruano, el camino más corto a la infelicidad es la ignorancia (entendida como la carencia de conocimientos y experiencias culturales) mientras que para el intelectual parisino lo es la pasividad (la dejadez, sea cual sea la actividad a la que nos refiramos).
  2. El Nobel latinoamericano es un firme defensor de una cultura totémica, canónica, elevada y se podría decir que hasta elitista. El pensador francés es más partidario de hablar de una "cultura a la carta".
Personalmente, creo que me convencieron más (y mejor) las ideas y los razonamientos de Lipovetsky. Quizás porque, como demuestran sus libros y entrevistas, es para mí el mejor sociólogo y analista de nuestro tiempo por la claridad, la precisión y el realismo de sus planteamientos.Vamos que, para mí, Lipovetsky es un auténtico manual de instrucciones para comprender nuestra época y nuestra sociedad. En cuanto a la actitud y los postulados mostrados por Vargas Llosa, me parecieron bastante tremendistas y que huelen a postura dogmática, a divismo intelectual. Es decir, que, en mi opinión, la concepción de cultura de Vargas Llosa es muy subjetiva y exageradamente purista y grandilocuente. Por ejemplo, decir que la libertad y la democracia dependen de la cultura o que todo el mundo debería leer a Joyce (cuyo Ulises, como obra literaria, es uno de los mayores coñazos jamás escritos) es, cuando menos, discutible.

Por ello, estoy más cerca de pensar que hoy existe una "cultura a la carta" (cada cual elegimos de la cultura aquello que más nos interese o guste) como dice Lipovetsky que de vivir en una sociedad donde se ha banalizado la cultura y se ha convertido en un circo, como sostiente Vargas Llosa. Claro que en este aspecto importa mucho qué se entienda por cultura: en un sentido restrictivo y purista, se podría decir que cultura es el "conjunto de expresiones y conocimientos derivados de las distintas Artes y el pensamiento" o bien, de manera más amplia, cultura es el "conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc" (tercera acepción del DRAE). Si yo tuviera que definir qué es cultura, diría que es todo aquello que define a un colectivo y que éste nutre y lega de generación en generación.

De todos modos, definiciones aparte, tengo que reconocer que aunque no comparto la visión tremendista de Vargas Llosa sobre la situación de la cultura en la actualidad (para mí no está moribunda ni hueca), sí es cierto que se puede hacer más por mejorar el acceso a los conocimientos culturales y que hoy más que nunca la cultura, en según qué ámbitos (ej: Arte), se está viendo cada vez con más frecuencia perjudicada por un exceso de ínfulas-pretenciosidad-esnobismo, convirtiéndola en una cutrez exhibicionista sostenida por una legión de cretinos. ¿Por qué? Porque hay gilipollas que entienden la cultura como el escenario perfecto para dar rienda suelta a sus egos  y pajas mentales y que han hecho del respeto ajeno un cheque en blanco para realizar soplapolleces.

En definitiva, que el problema de la cultura actual no es si la gente lee a Joyce o no, o si hay mucho ignorante, sino que hay mucho gilipollas metido a artista, intelectual, crítico o promotor. Es decir: a la cultura le sobra parafernalia y tontería y le falta sentido común.

jueves, 3 de mayo de 2012

Esas pelis de los 80

He pasado buena parte de este puente viendo películas, tanto en DVD como por televisión (LaSexta3). Y he tenido un momento "magdalena de Proust". Y por eso este artículo. Me he acordado de mi infancia o, mejor dicho, de las películas de mi infancia, que no sólo fueron de la mía, sino de muchos más, de todos los que fuimos unos niños allá en la década de los 80. Y recordé todas esas ilusiones y fantasías que de la pantalla (grande o pequeña) se fueron directas a mi cabeza...

Entonces pensaba que Fantasía sería el mejor lugar para pasar las vacaciones, que de mayor quería ser arqueólogo, que mis padres me comprarían como mascota a Gizmo, que molaría trabajar como cazafantasmas, que sería genial tener a ET como mi mejor amigo, que me encantaría tener colegas como los de Dentro del laberinto, que mi novia tendría que ser como la Princesa Prometida, que la primera vez que vi al diablo fue en Legend, que tenía miedo al mar, que la televisión sin sintonizar daba muy mal rollo, que desconfiaba de la gente porque podía ser cualquier cosa, que Jim Henson era un genio, que Darth Vader era el mejor personaje del mundo, que quería la espada de Conan, que Rambo era el soldado perfecto, que me interesé por la mitología gracias a Ray Harryhausen, que los videojuegos debían ser como los de Tron, que estaba convencido de que el futuro sería como el de Blade Runner, que Freddy Krueger era un tipo gracioso hasta que te ibas a dormir, que a lo mejor la innovación tecnológica no sería tan buena idea,  que tenía que correr si veía a un tipo con máscara y mono azul, que los campamentos de verano eran una pésima idea, que Tom Cruise se lo montaba muy bien, que Jack Nicholson estaba pirado, que Sylvester Stallone siempre se partía la cara, que lo mejor era correr a cámara lenta, que quería tener un DeLorean, que en la carretera había mucho macarra suelto, que sería divertido tener una pandilla como la de los Goonies, que jugaba en los recretos a Taron y el caldero mágico, que el pato Howard era un crack, que sería fantástico viajar al espacio pero que era un sitio peligroso, que una bola de púas no siempre tiene que ser un erizo, que Sherlock Holmes era un ratón, que "Rametep" era un cántico muy siniestro, que cuando me diera de hostias con alguien sólo podría quedar uno, que la América profunda era un sitio poco recomendable, que el mejor policía del mundo tenía que ser como Robocop, que intentaba imitar los sonidos del predator, que el Más Allá molaba mucho, que El Oso me hizo llorar, que me interesé por el terror clásico cuando vi Una pandilla alucinante, que Batman era mi superhéroe favorito, que el Lejano Oeste no era un coñazo donde sólo aparecía John Wayne, que Mel Brooks era un cachondo...y así decenas de recuerdos y reflexiones.

Una infancia que Steven Spielberg, George Lucas, Chris Columbus, Joe Dante, Ridley Scott, Tim Burton, James Cameron, John Carpenter, Robert Zemeckis, Jim Henson, Disney y muchos más llenaron de nombres, imágenes y sueños hoy descabellados, gilipollescos y frikis pero con ese regusto entrañable que deja ser conscientes de que, en algún momento de nuestra vida, la fantasía siempre salvaba la papeleta.

Por eso, hoy, con la que está cayendo, me gusta pensar que los niños de ahora tienen, como yo en los 80, una oportunidad para preocuparse de personajes y lugares imaginarios como si fueran reales. Que la imaginación les puede ahorrar el mundo real, aunque sea un ratito.