Hace casi una semana, Madrid estuvo, gracias a los eventos organizados por el Espacio Fundación Telefónica, un poco más cerca de Poniente, el continente imaginario donde tiene lugar la ficción de Canción de hielo y fuego, de la que ya hablé en otro artículo.Por no extenderme demasiado y puesto que la mayoría de dichos eventos se pueden ver en diferido en internet, los comentaré muy brevemente.
Gracias a la proyección del capítulo Aguasnegras descubrimos que una serie ya no tiene nada que envidiar a una película y que el valor no depende del tamaño, aspecto o linaje de un personaje sino de sus decisiones, de sus acciones.
En el coloquio sobre el fenómeno de Juego de tronos entendimos que sólo dentro de mucho tiempo se podrá tasar el verdadero valor de los libros de Canción de hielo y fuego y la serie de ellos derivada; que ser lo más vendido o visto no significa obligatoriamente ser lo mejor; que uno de los grandes méritos de esta obra de George R.R. Martin es cómo aglutina elementos y trucos narrativos ya clásicos; que lo importante no es distinguir entre lo bueno y lo malo sino entre lo bueno y lo excelente; y que Internet y las redes sociales han sido una enorme caja de resonancia que ha aumentado decisivamente los efectos del tradicional boca-oreja.
Y en el encuentro con George R.R. Martin, Alejo Cuervo y Cristina Macía comprendimos (más de 5.900 personas) que el éxito no por tardío es menos merecido; lo bueno (y valiente) que es apostar por algo antes que nadie (y esto se puede aplicar a Gigamesh, a HBO y a Canal Plus); que la frase de Martin de "Si no puedes complacer a todo el mundo; por lo menos complácete a ti mismo" es una excelente filosofía; que detrás de un éxito y un fenómeno como éste hay cientos y cientos de horas de trabajo y esfuerzo; que nunca hay que confundir ganar un premio con la calidad literaria; que todo empezó con un poema de Robert Frost; que la humildad es algo que caracteriza a los verdaderos triunfadores; que traducir bien (olé Cristina Macía, olé Diego García Cruz) es algo no suficientemente bien valorado; que el personaje favorito de Martin es Tyrion Lannister y su casa/familia preferida son los Stark...y decenas de anécdotas y secretos más.
En lo personal, sólo tengo unos apuntes respecto a este asunto:
- Poniente es un mundo hijo de nuestro tiempo: el efecto mariposa de cualquier acción es multilateral; no importa tanto en qué o en quién creas sino qué haces; todo cuanto sucede responde a unos intereses; la comunicación es instantánea (los cuervos funcionan como e-mails); las mujeres tienen un poder que, si bien puede ser distinto, no es menor que el de los hombres; la política es un juego de traiciones; el Muro encarna ese miedo/aversión a lo foráneo; el peso de la religión se ha disipado; el poder y el manejo de la información (Baelish/Varys) son fundamentales; la amenaza del inminente invierno es el clásico recordatorio conservador que advierte de las penurias económicas o bélicas; todo lo que no se puede solucionar con el dinero o las armas se puede resolver con el sexo; lo que mueve el mundo no es tanto lo que se sabe como lo que no se sabe...
- Pese a la calidad y el atractivo de la adaptación televisiva, los libros que integran Canción de hielo y fuego son mucho más interesantes y divertidos.
- Juego de tronos demuestra que, actualmente, las series de televisión ya pueden superar la calidad de muchas películas.
- El peso de la violencia y el sexo explícito es mucho mayor en la televisión que en los libros, haciendo evidente que la adaptación televisiva es eso: una adaptación para televisión (con todo lo bueno y malo que ello conlleva).
- En Canción de hielo y fuego se mezclan unos personajes de una calidad casi Shakespeariana (Tyrion) con otros que se salvan del arquetipo gracias a unos matices que no los hacen puramente buenos o malos.
- Mi personaje favorito es Tyrion Lannister con mucha, muchísima diferencia.
- Mi familia favorita son los Stark, por su nobleza, su firmeza, sus vínculos afectivos; su austeridad...y por tener como símbolo a mi animal favorito.
- No todo lo que se clasifica como "cultura de masas" tiene una calidad mediocre y éste es un buen ejemplo.
- George R.R. Martin es un tipo muy agradable, simpático, divertido y cordial. De divo, sólo debe tener la cuenta corriente. Es algo así como un "Santa Claus de lo friki" (y ojo que no estoy utilizando "friki" peyorativamente).
En definitiva, el paso del cometa Martin por Madrid ha sido un auténtico placer para aprender, conocer y descubrir que a la cultura le sobran etiquetas y que, aunque no sea Tolkien, vale la pena adentrarse en la fantasía que George R.R.Martin escribe y Gigamesh publica. En serio.
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