Ayer terminó el mundial de baloncesto de Turquía. Ganó Estados Unidos o, lo que es lo mismo, Durant y cía. Algo que no debe pillar de sorpresa a nadie, habida cuenta de que las únicas selecciones capaces de rivalizar o cuestionar el poderío estadounidense se inmolaron por el camino: Serbia, Argentina...y España.
Respecto a nuestra selección, en una sonrojante y merecida sexta posición, podría repetir casi literalmente el artículo que escribí hace justo un año. Y me habría encantado hacerlo, si con ello hubiera tenido que retractarme por un motivo similar al que me llevó a ello entonces. Pero no. Esta vez, no.
La selección española de baloncesto que apareció en Turquía estaba y está más para un balneario o un diván que para un podio. De ahí el bochornoso espectáculo que ha brindado a los aficionados estas semanas. Hemos perdido la excelencia competitiva que nos caracteriza. Quizás se pueda deber a la ausencia de dos pilares fundamentales como Pau Gasol (descansando merecidamente en el Olimpo) y José Manuel Calderón (al que las lesiones parecen perseguirle con inoportuna saña). Pero justificarse así es igual de absurdo que ampararse en los méritos de los rivales que nos han dejado en evidencia en este campeonato. La falta de concentración, la nimia intensidad defensiva, la deficiente forma física y la ausencia de rumbo son factores que se han conjugado en forma de tormenta perfecta que ha dejado a esta Armada Invencible como la de 1588.
No sé si la ausencia de un jugador tan excepcional como Pau es motivo suficiente para perder esa voracidad que distingue a un equipo campeón de otro simplemente bueno. Pero es que, siendo todo el mundo conscientes de lo que es capaz esta selección, lo que se ha visto en Turquía sólo se puede calificar de mediocridad. Del infierno turco se podrían buscar culpables en nombres propios como Ricky (el día que la sensatez se una a sus virtudes, será un fuera de serie), Marc Gasol (incapaz de demostrar que es algo más que "el hermano de Pau"), Garbajosa (un campeón al que el físico ya no acompaña), comentar la intermitencia de Navarro y Rudy (que al menos han dado la cara en algún momento del campeonato), discutir la escasa utilización de Fran Vázquez (de lejos, el jugador más en forma del combinado), elucubrar los motivos por los que se selecciona a gente como Claver o San Emeterio (que han jugado entre poco y nada)...o por qué el entrenador ha sido incapaz de prever o revertir una concatenación de problemas como la vivida en este Mundial 2010.
Mi sospecha es que los jugadores, oficiosamente, no creen en Sergio Scariolo. Quizás no les falte razón. Creo que antes, con Pau, el nivel subía tan enormemente que se tapaban todas las carencias y, ahora que la marea ha bajado, el primero en quedar en paños menores ha sido un seleccionador que no ha sabido administrar deportiva ni psicológicamente un equipo como el que viajó a Turquía. Con esto no quiero decir que sea el gran Satán y el epicentro del papelón español en el Bósforo, pero sí que, a diferencia de sus jugadores, tiene mucho más que demostrar...Cuando la cabeza, el cuerpo y la fortuna acompañan, da igual quien se siente en el banquillo mientras en la pista estén unos titanes que se autogestionan en la excelencia. Cuando eso cambia...bueno, sucede lo que está ocurriendo ahora mismo.
De todos modos, doctores tiene la Iglesia para analizar lo acontecido y tomar decisiones. Yo, por mi parte, creo que no viene nada mal este brusco descenso al mundo de los mortales si con ello todo el mundo recuerda que la gloria se conquista y el éxito se trabaja.
Espero que la decepción de Turquía suponga para la selección de baloncesto lo mismo que el siervo que escoltaba al general romano victorioso en la Antigua Roma, a quien no cesaba de decirle: "Memento mori", esto es, "Recuerda que morirás", para que los laureles no se le subieran a la cabeza...
1 comentario:
Buenas :) A quien ha votado el artículo como "Malo", ¿podría decirme qué opinión tiene respecto al tema del artículo? Me gusta el diálogo y las críticas constructivas, pero votar como el artículo de esa manera sin mediar argumentación...
Publicar un comentario