lunes, 20 de octubre de 2008

Lo único que necesita el Mal

"Los hombres han dejado a Dios no por otros dioses, dicen, / sino por ningún dios; y eso no había ocurrido nunca, / que los hombres a la vez negasen a los dioses y adorasen a dioses, profesando primero la Razón, / y luego el Dinero, y el Poder, y lo que llaman Vida, o Raza, o Dialéctica. (..) Cuando a la Iglesia ni se la considera ya, ni se oponen / siquiera a ella, y los hombres han olvidado / a todos los dioses excepto la Usura, la Lujuria y el Poder".


Hay películas como "El jardinero fiel", "Diamante de sangre", "Black Hawk derribado", "Lágrimas del sol" o "Llanto por la tierra amada" y libros como los salidos de la mano de Alberto Vázquez-Figueroa que nos transmiten un mensaje tan conmovedor como minusvalorado, una llamada de atención que se cuela en tus entrañas y se va enroscando en ellas, como una raíz con alma de serpiente: África, cuna del ser humano, es desde hace décadas el precipicio desde el que se puede ver morir todas las virtudes de la Humanidad. Allí la vida apenas levanta unos palmos del suelo y las sonrisas mueren antes de encontrar un sentido. Allí los seres humanos en el mejor de los casos son sólo nombres cuando no números, siluetas o simplemente nada. Allí respirar es sentir cómo la vida exhala moribunda pequeñas bocanadas de impotencia. Allí los más fantásticos y diversos parajes naturales son el desquiciado escenario de atrocidades e injusticias como pocas ha conocido la Historia. Eso es África. Un continente de enorme belleza y colosales recursos que ha sido mancillado por potencias y multinacionales tan obscena y reiteradamente que han convertido la tierra africana en el paradigma del tercer mundo, o, sin eufemismos, en el aliviadero del primer mundo, sin duda el primero en hipocresía, cobardía, complacencia y vileza. Unas naciones que han utilizado su gran, grandísimo poder no para remediar, no, sino para perseverar en un gran, grandísimo error.



Tener constancia o el más mínimo indicio de lo que hacen los países y empresas más poderosas en aquellos lares es tan repulsivo como ninguneado. En África tan importante, humillante y dramático es qué se hace como qué no se hace. Y más aún conocer los motivos para todo ello. El interés económico, el que sustenta la endiablada maquinaria de la prosperidad de los "países avanzados" (en avanzado estado de descomposición moral, diría yo), es el principal culpable de todo lo que ocurre en África. Un interés que alienta que la corrupción política, tanto nativa como foránea, coquetee con el adjetivo "ancestral"; un interés que consiente que los Derechos Humanos sean vilipendiados con tal naturalidad que parecen inexistentes; un interés que entumece cualquier reacción ante abusos indiscriminados de toda índole y matanzas inconcebibles; un interés que sólo se olvida momentáneamente cuando algún dirigente político o empresarial quiere maquillar su imagen, hacerse una foto o ganarse su minuto de gloria en una noticia, convirtiendo de este modo la "bondad" en una mera técnica de marketing; un interés que deja morir lenta y masivamente a miles de personas por el mero hecho de que es rentable. Que no tengan ideas para pensar, voz para protestar ni dinero para prosperar. Ésa parece ser la consigna que se aplica de forma generalizada en el tercer mundo y, de forma especial, en África. Y la verdad es que funciona, sólo hay que mirar los resultados.



Habrá quien diga que sí que se hacen cosas en pos del bien de las gentes africanas y estoy de acuerdo. Pero no son, ni de lejos, suficientes. Cuando los verdaderos responsables de solucionar un problema forman parte de éste, cuando la corrupción y la descoordinación están tan expandidas como arraigadas, cuando después de muchos años de misioneros y ONGs África sigue sumida en su abominable agonía, no se hace lo suficiente. Nunca todo lo que se haga por desterrar de esas tierras la muerte, la enfermedad, la pobreza y la esclavitud moral y/o física será suficiente. Nunca. Conformarse es hacer zapping ante lo que cualquiera de nosotros podríamos estar sufriendo si no hubiéramos tenido la inmensa suerte de nacer donde nacimos.



Y lo que más pena me da de todo, más aún incluso que tener la impresión de que películas conmovedoras como "El jardinero fiel" se quedan cortas, es saber que la postura más habitual ante los desmanes africanos es la misma que la del fotógrafo que saca la instantánea del buitre merodeando a una famélico niña y piensa: "Pobrecita". Porque el problema, en el fondo, es que en este mundo, en este siglo y en esta sociedad nuestra verdadera humanidad y altruismo sólo se pueden medir en segundos. Y después, nos sumergimos en nuestra anestesiante y frenética rutina de nimios problemas domésticos. Duele pensar que podemos ayudar y no lo haremos. Duele mucho ser consciente de todo ello. Duele saberse partícipe de ese infame baile de máscaras en el que todo que nos hiere el alma es soterrado por nuestro vergonzoso egoísmo. Duele saber que el teniente A.K. Waters (Bruce Willis) dice una verdad incontestable cuando, en "Lágrimas del sol", afirma: "Lo único que necesita el mal es que los hombres buenos no hagan nada". Duele sentir resonar en tu interior lo que el autor del poema del comienzo dijo hace mucho tiempo: "Somos los hombres huecos, / somos los hombres rellenos apoyados uno en otro, / con la mollera llena de paja. ¡Ay! / Nuestras voces resecas, cuando susurramos juntos, / son tranquilas y sin significado, / como viento en hierba seca, / o patas de ratas sobre cristal roto / en la bodega seca de nuestras provisiones". (T.S.Eliot. Los hombres huecos. 1925)

viernes, 17 de octubre de 2008

La coherencia del juez Vedette

Coherencia: En segunda acepción, según el DRAE, "Actitud lógica y consecuente con una posición anterior".
Aunque de este tema ya he hablado en este blog en dos artículos ("Desmemoria histórica" y "Cal y olvido") y hay tres noticias que se encargan de comentarlo con más detalle (1,2 y 3), he de reconocer que la penúltima sandez de cierto magistrado que torna la Audiencia Nacional en el Moulin Rouge me ha espoleado a escribir un nuevo artículo. ¿De quién hablo? Del juez Vedette, por supuesto. Gracias a él, las fuerzas del Mal tienen sus horas contadas. Vivo o muerto, si eres culpable, ahí tendrás al juez Vedette dispuesto a señalarte con el dedo y a quemarte en una pira aunque para ello tenga que prender fuego a toda la legislación. Cuidadito con el juez Vedette, malos malosos. Yo desde luego, concilio mucho mejor el sueño desde que sé que este magistrado vela universalmente por el Bien y la Justicia cuando no se está dando el lote con algún espejo. Me pregunto por qué no se habrán hecho cómics, películas y seriales de radio protagonizados por él. ¡Es muy injusto que Supermán, Batman y otros héroes de pacotilla sean conocidos y admirados mundialmente y el juez Vedette no! Apadrinemos al juez Vedette. Erijámosle un monumento. Creemos una ONG en su memoria. Pongámosle su nombre a un hámster. Hagamos algo para honrar al mesías que vino a llenar este mundo de paz, amor, ecuanimidad y fotos autografiadas. Si es que da rabia que no exista un Homero que loe y glose las hazañas de este verdadero héroe, de verdad. Da igual que los juzgados de este país estén más colapsados que una calle de Sevilla en Semana Santa y que problemas como los terrorismos etarra, islamista, mafioso y doméstico estén a la vuelta de la esquina. El juez Vedette no se contenta con facilidad a la hora de actuar.
Arrésteme a esos muertos
Ahora, una vez finiquitados los dictadores sudamericanos (los chilenos y los argentinos; de los cubanos y venezolanos no hablamos, porque como todo el mundo sabe, son demócratas de toda la vida y más allá), el juez Vedette ha puesto como diana de su circunspección a la Guerra Civil y el Franquismo. Da igual que la mayoría de los implicados estén de tour por el Hades o apurando la redacción de su esquela y que la responsabilidad por los delitos de aquella época se ha extinguido en virtud de la amnistía general de 1977 y de la normativa de «punto final» (decreto-ley 10/1969, por el que se declaraban prescritos todos los delitos cometidos antes del 1 de abril de 1939) adoptada por el propio régimen franquista en 1969 o que el magistrado sea literalmente competente para emprender acciones legales contra esto. Los culpables deben ser juzgados y castigados porque el juez Vedette así lo estima oportuno y su palabra es Ley. Y si están muertos de verdad, que lo demuestren, no se vayan a ir de rositas al otro barrio...A mí me parece genial todo esto, en serio. Todo el mundo sabe que en la II República, la Guerra Civil y el Franquismo la gente de derechas eran las fuerzas de Satanás y, en cambio, la gente de izquierdas repartía flores, caramelos y estampitas de Karl Marx. Igual que se da por sabido que en la contienda de 1936-39 el bando de Franco pegaba tiros y los republicanos ponían gentilmente la otra mejilla y se subían las enaguas para una correcta porculización. De hecho, creo imperiosamente necesario que la Disney haga una película musical sobre la II República y su resistencia pacífica en la contienda bélica posterior. Yo pienso que las guerras se originan por culpa de dos o más bandos, se luchan en el campo de batalla, se acaban en un papel, y la sociedad las trasciende con mejor o peor tino por el bien común. Claro que yo no tengo la omnisciencia e infalibilidad del juez Vedette. De todos modos, me pregunto cuál es la razón para que aquello que los propios supervivientes y herederos de aquellos siniestros y oscuros tiempos acordaron hace muchos años zanjar y enterrar para olvidar en pos de una sana convivencia y deseable progreso sea removido ahora por un magistrado que ni vivió la Guerra Civil ni conoció el verdadero Franquismo. A bote pronto, sólo se me ocurre una razón: Querer dar la nota y ser el centro de atención. Vamos, que el juez Vedette hace con la Ley y la Historia lo mismo que Carmen Miranda con sus imposibles tocados. Yo, honestamente, creo que haga lo que haga el señor magistrado, no va a servir de nada. A estas alturas, todo el mundo tiene una opinión clara, fija e inamovible de lo que ocurrió desde la II República hasta el "Españoles, Franco ha muerto" y lo que es mejor, vivimos en una sociedad lo suficientemente madura que sabe que el maniqueísmo es el único recurso que les queda a aquellos que prefieren vivir en la ignorancia, la insensatez, la demagogia y el rencor enfermizo. Allá el juez Vedette con sus sesgados brindis al sol. Supongo que ignora que la Historia es competencia de historiadores y no de jueces. Angelito...
Huesos conflictivos
Pero hete aquí que no sólo quiere ajustar cuentas con los franquistas y aledaños (falangistas, etc.) sino que también quiere localizar, identificar y exhumar a todos los fusilados por los golpistas durante y después de la contienda. Pero a todos, todos. De los que asesinaron los republicanos nada, porque todo el mundo sabe que los monstruos del averno se encargaron de eso y los culpables fueron juzgados vilmente. Por eso supongo que, por citar un ejemplo, Santiago Carrillo murió en una cárcel pagando por sus crímenes (el primero de ellos, existir), como sin duda podrá confirmar el juez Vedette. En fin. Yo creo que a los muertos no hay que marearlos, pero también entiendo perfectamente que la mayoría de los seres humanos merecen una sepultura digna. De ahí que piense que lo mejor sería que los propios familiares de aquellos que duermen el sueño eterno en fosas y cunetas sean los que decidan y reclamen. No obstante, puestos a levantar media España, yo levantaría también la otra media, para ser ecuánime o, mejor dicho, para no ser sectario. De hecho, enterrar dignamente a una víctima del bando franquista mientras otra del bando republicano sigue en su nicho de tierra y olvido me parecería no sólo un despropósito sino algo tan vil y mezquino que me resultaría vomitivo. Si el juez Vedette quiere manipular arbitrariamente unos huesos, que haga cocido madrileño. Si quiere hacer Justicia, que trate a todos los muertos por igual. Y si no, que cuelgue la toga de una puñetera vez.
¿Un supuesto crimen?
Mas no son estos los motivos que me han impulsado a escribir este artículo. Lo que me ha llevado a ello son la demencial incoherencia y repulsivo dislate del juez Vedette a la hora de tratar el caso de los asesinatos de Paracuellos del Jarama.
La incoherencia queda demostrada por lo siguiente: En 1998, al amparo del proceso emprendido en España contra el ex dictador chileno Augusto Pinochet, la Asociación de Familiares y Amigos de Víctimas del Genocidio de Paracuellos del Jarama, presentó una querella ante la Audiencia Nacional contra Santiago Carrillo, el PCE, el PSOE, la Comunidad de Madrid y el Estado español por delitos de genocidio, torturas y terrorismo. El juez Vedette aniquiló su petición con razonamientos como éste: «Con el respeto que me merece la memoria de las víctimas, no puede dejarse de llamar la atención frente a quienes abusan del derecho a la jurisdicción para ridiculizarla y utilizarla con finalidades ajenas a las marcadas en el artículo 117 de la Constitución Española y los artículos 1 y 2 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, como acontece en este caso [...], los preceptos jurídicos alegados son inaplicables en el tiempo y en el espacio, en el fondo y en la forma a los [hechos] que se relatan en el escrito y su cita quebranta absolutamente las normas más elementales de retroactividad y tipicidad (...) Queda en tela de juicio la deontología profesional de quien tan a la ligera se toma las normas básicas de nuestro ordenamiento jurídico». Perfecto. Si son inaplicables en el tiempo y el espacio y quebrantan la retroactividad y tipicidad, ¿me quiere explicar el magistrado por qué ahora quiere pasar por la piedra judicial al Franquismo y sus víctimas? Parece que para el juez Vedette el Derecho y la Ley unas veces son dogma de fe y otras papel higiénico. No sé. Quizás es que en su infalible entendimiento, para este entogado "Justicia" y "arbitrariedad" son sinónimos.
En cuanto al repulsivo dislate, sólo hay que echar un vistazo en la tercera línea del primer párrafo de la página 49 del auto del juez Vedette, donde dice, textualmente: "supuesto crimen de Paracuellos del Jarama". O sea, que miles de supuestas personas fueron supuestamente asesinadas por supuestamente alguien. Para aclarar las dudas, dice luego:"Los hechos allí denunciados, sin restar un ápice a la importancia,trascendencia y gravedad de los mismos, no podían determinar la apertura de un procedimiento porque, tras la finalización de la contienda civil, tales hechos se investigaron, se procuró sancionar a los posibles responsables y las víctimas fueron identificadas. Y además, nunca se pretendió con tales hechos atentar contra Altos Organismos de la Nación y por ende la competencia nunca sería de este Juzgado ni de la Audiencia Nacional, sino del Juez competente en razón al lugar en el que se cometieron los hechos". Es decir, que el fusilamiento de Lorca y cía sí constituía un atentado contra "Altos Organismos de la Nación", pero lo de Paracuellos no y por eso va a investigar sólo aquellos. Olé su vergüenza torera, juez Vedette, es usted un fiera. Yo, después de leer cosas así, no sólo me entran ganas de que inviten a este paladín de la memez hedionda a una convención de familiares de víctimas de Paracuellos del Jarama, sino de que supuestamente alguien le sacuda supuestamente una supuesta somanta de supuestas hostias hasta dejarlo supuestamente incapacitado para el supuesto ejercicio de la supuesta Justicia.
Una petición final
Visto que al juez Vedette sólo le preocupa su propio ego, llamar la atención y que le den el Nobel de la Paz, pido encarecidamente a la Academia Sueca que se lo concedan ipso facto, a ver si se lo mete por salve sea la parte y reviente porque este individuo es el mejor ejemplo de que la Justicia, en el mundo en general y España en particular, sólo existe para ser manipulada, tergiversada y humillada. Así que, por favor, denle el Nobel, que se lo ha ganado.

sábado, 11 de octubre de 2008

La Crisis: Una explicación

Algunos pensaban que el acelerador de partículas del CERN era el candidato ideal para poner los testículos de pajarita al mundo y fíjate tú que ha sido la economía la que ha convertido el planeta en una reunión de Esquizofrénicos Anónimos. Como parece que por desgracia tenemos crisis para rato, más vale saber de qué va el tema, por lo menos para no ver las lúgubres noticias que inundan los informativos con la misma cara de quien contempla un Tàpies. Por eso, aunque hay buenos resúmenes (uno notable y otro excelente) que arrojan algo de luz sobre esta inmensa refriega de negros en un túnel, yo, para variar, intentaré explicar este cisco a mi modo:

  • El escenario previo: Hasta hace poco, muy poco tiempo, la economía mundial era un vergel de optimismo anfetaminado gracias una brillante bonanza que eclipsaba las oscuras miserias sobre las que se asentaba. Es en ese panorama en el que debemos contextualizar unos tipos de interés que permitían un consumismo salvaje y maquillaban los desmanes que se estaban cometiendo en sectores como el inmobiliario o el financiero. ¿Qué quiere decir esto? Bueno, los tipos de interés vienen a ser como el precio del dinero. Cuando son bajos, el dinero es "barato" y sale más rentable consumirlo o invertirlo que ahorrarlo. Cuando son altos, el dinero renta más ahorrado que en movimiento. Por eso, cuando se quiere fomentar el consumo se bajan los tipos y cuando se pretende alentar el ahorro, se suben. Para quien no lo entienda, valga la siguiente metáfora: Imagínese que el dinero son galletas. Si cuestan poco, no pasa nada por comerte todas las que has comprado e ir a comprar más. Si no son baratas, lo mejor es comprar con prudencia y comértelas con moderación, reservando algunas, por lo que pueda pasar. Pues bien, ese estado de mal fundada prosperidad dependía de dos cosas: que la burbuja inmobiliaria no estallara como la bomba de Hiroshima y que los tipos de interés no subieran...¿Adivinan qué ha pasado?
  • Caraduras e hipotecas basura: ¿Se imaginan a una de esas entidades mefistofélicas llamadas "bancos" concediendo hipotecas a personas que tenían tantas posibilidades de saldar esa deuda como el Numancia de ganar la Liga de Campeones? Pues sí, aunque suene a tomadura de pelo, en EEUU los bancos concedieron hipotecas a tutiplén a gente que era harto complicado que le devolvieran la pecunia, por ser morosos militantes, tener menos ingresos que un hospital en el desierto del Gobi o un empleo tan estable como Ernesto de Hannover after-cocktail. Lo más grave de todo es que lo hicieron a sabiendas de esto. ¿Por qué? Bueno, descartada por obvia la incompatibilidad de emplear el término "altruista" para referirnos a un banco, hay que darse de bruces con el siguiente ejemplo para entenderlo: Mister Fulánez Johnson, de los Johnson de toda la vida, comunica a su banco, el National Chúlez Bank of América, que no puede seguir pagando la hipoteca que le concedieron. Mike Jétez, el representante del banco, le agradece la honestidad y le comunica con mucha amabilidad que vaya pidiendo asilo en casa de algún ser querido o bien que invierta lo poco que le quede en una tienda de campaña, pero que su casa pasa a ser propiedad del National Chúlez Bank of América, como rezaba la letra pequeña de la hipoteca: "Para evitarte el sufrimiento de tener una casa que no puedes pagar, nos quedaremos con ella". Conceder hipotecas para embargar pisos con los que especular. Bienvenidos a Mundo Caradura. Fulánez Johnson sale del banco con la firme intención de comprobar si puedes sobrevivir al impacto de un tren de metro, mientras que Mike Jétez se frota las manos sonriente, consciente de que el banco obtendrá una buena tajada por esa casa una vez la embargue, dado que en el sector inmobiliario los precios se lanzaron tiempo ha a la conquista del espacio exterior. ¿Qué ocurre? Que llega un momento en que la vida está tan cara y los ingresos son tan escasos que hay gente que no puede adquirir una vivienda o, como en el caso de Fulánez, es incapaz de seguir pagando la hipoteca, así que hay un océano de pisos vacíos que nadie puede comprar y los precios inmobiliarios empiezan a descender inútilmente con la idea de que alguien los pueda asumir mientras que el agujero por impagos de los bancos empieza a dilatarse como un bostezo en la mañana de un lunes. Pasadas unas semanas, Mike Jétez abre el periódico y lee que la inmobiliaria Garrúlez Corporation ha quebrado y entonces recuerda los gritos del boss del National Chúlez Bank of América en la última reunión: "¡Nos vamos a comer con patatas los pisos embargados!". La caradura empieza a resquebrajarse. Nervioso, Jétez coge la calculadora y se toma un valium: las cuentas no salen. El único consuelo que le queda es que, en la situación del National Chúlez, hay muchos bancos más en América y que nadie va a tirar de la manta. Comienza la crisis.
  • Cuando el caballo deja de ganar carreras: Paralelamente al derrumbe inmobiliario y al incremento de los impagos, en EEUU hay otro factor clave en el alumbramiento de la crisis: las malas jugadas de las entidades de inversión. Si la pandemia de las hipotecas basura fue la madre de la crisis, éste es el padre. ¿Qué son los bancos de inversión? Pues, financieramente, vienen a ser los corredores de apuestas de las naciones, los bancos y los archimillonarios de todo el mundo. Son los que juegan con cantidades industriales de dinero, sin más premisa que "Si mi cliente gana, yo también me llevo un buen pellizco". Así pues, estos trileros bursátiles, celestinos de las finanzas ajenas, decidieron que, tal y como estaba el patio (antes de que se fuera todo al garete), lo mejor era apostar ("invertir dinero en productos de inversión asociados a") por el caballo "Artrosis Galopante" (créditos basura) como el ganador de la carrera en el Hipódromo Financiero. Bien, esto funcionaba a la perfección cuando todas las circunstancias (tipos de interés bajo, impagos controlados, etc.) eran favorables, de modo que "Artrosis Galopante" competía contra rivales gráciles como elefantes pro-eutanasia, dado que su velocidad (rentabilidad dado el altísimo riesgo de la inversión) era mayor que la de sus contrincantes (menos rentables, por tener menos riesgo). El problema viene cuando las hipotecas basura se transforman en agujero negro y el panorama cambia por completo, haciendo que "Artrosis Galopante" pase a competir contra purasangres en lugar de paquidermos, perdiendo carreras con una insistencia asombrosa. Es decir, en un escenario de "riesgo generalizado" unas apuestas son más rentables o seguras que otras. Para que se hagan una idea, es como si el Numancia pasara de jugar contra equipos de barrio a hacerlo contra el Madrid, Chelsea, Milán, etc. El equipo es el mismo, pero como las circunstancias han cambiado, los resultados también mutan. Así pues, el corredor de apuestas Johnny Di Mentecato Sullivan, del banco de inversión Timo & Chanchúllez Co, llama sudoroso a Mike Pérez, del National Chúlez Bank of América, para comunicarle que la entidad a la que representa se ha convertido en una inmensa trituradora de dinero y que las apuestas relacionadas con "Artrosis Galopante" son más que contraproducentes.
  • Intercambiando nada: La conversación entre Di Mentecato y Mike Pérez fue tal y como sigue:
    - ¿Mike? Soy
    Di Mentecato.
    - Eh, Johnny. Tengo buenas noticias. Quería comentarte algo sobre las apuestas por Artrosis Galopante.
    - Sí, verás, por eso te llamaba, la verdad es que...
    - Sí, sí, lo sé. Son una mierda, Johnny. Por eso quiero que se las endoses a los del Great Irratonial Bank of New York. Nos han dicho que estarían interesados en darnos cuatro apuestas por Lisiado Perenne por cada una que les demos de Artrosis Galopante.
    - ¿Lisiado Perenne? Mike, no creo que eso sea una buena operación. Me da mala espina.
    - Hazme caso, Johnny. Lisiado Perenne vale mucho más que Artrosis Galopante.
    - Pero Mike no creo que ganemos nada con...
    - Ni Mike ni nada, hazlo.
    - Entonces, ¿se las cambio? ¿seguro? Mira que como nos salga mal...
    - Sí. Oye, tengo que dejarte, ¿hablamos mañana? Ciao, ciao.
    Sí, amigos, sí. Ya que no tenían suficiente dinero real con el que mercadear y obtener réditos, a los bancos y demás entidades financieras se les ocurrió la feliz idea de negociar entre ellos en lo que podría definirse un intercambio de cromos. ¿Qué cromos? Pues, en el caso que nos ocupa, unos cromos de la colección Paganini de la Crisis Económica Mundial, una peligrosa panoplia de cromos compuesta por una miríada de productos de inversión vinculados a hipotecas basura y similares (Artrosis Galopante y Lisiado Perenne); unos cromos muy valorados dada su alta rentabilidad (tan alta como el riesgo que entrañaban). De esta forma,aunque las entidades bancarias seguían sin tener dinero "real", tenían un dinero figurado (los cromos) que les permitía "cuadrar" sus cuentas. Es decir, que, por ejemplo, el Great Irratonial Bank of New York podía tener sólo 5000 dólares contantes y sonantes en sus arcas pero 5.000.000 de cromos. Claro que eso no lo sabrían los ciudadanos de a pie nunca. ¿Qué pasó? Que desde el preciso instante en que América se llenó de millones de Fulánez Johnson y allí no pagaba ni Rita, los cromos (que ahora llaman "activos tóxicos") perdieron todo su valor y los bancos se desayunaron la noticia de que tenían en su poder una gran cantidad de nada. Pero, como son como son y la prepotencia está en su ADN, debían disimular...
  • ¿Qué tal todo? Bien, bien: Con la crisis gateando ya por toda la casa y toquiteando todo, las entidades financieras decidieron que lo mejor era no decir la verdad a nadie con tal de salvar su imagen pública. La mentalidad era la misma que la del constructor del Titanic cuando dijo que era insumergible. No obstante, los bancos pueden ser mezquinos, pero no idiotas, así que empezaron a desconfiar los unos de los otros. Veamos una conversación obtenida mediante tortura entre un representante del Great Irratonial Bank of New York y otro del Banco Lirio Rampante de Tokio:
    - Hola, Tokayashi. ¿Qué tal?
    - Bien, bien, Dawson. Aquí todo bien...¿y por allí?
    - Oh, genial, genial. Todo estupendo. Oye, ¿estáis bien de dinero?
    - Uff. Ni te imaginas. Estamos pensando en regalarlo y todo.
    - ¿En serio? ¡Eso es estupendo, Tokayashi! ¿Nos podríais prestar un poco?
    - ¿Prestar? ¿Tenéis problemas?
    - ¿Problemas? ¡Qué va! Era broma...A ver si te vas a creer que nosotros hemos hecho el idiota con el tema de las hipotecas basura.
    - Ah. Muy bien. De todos modos, no te lo podríamos dar.
    - ¿Y eso? ¿No me digas que tenéis un marrón, Tokayashi?
    - No, no. Estamos genial.
    - Ah.
    - Sí.
    - Bueno.
    - En fin.
    - Pues...todo perfecto entonces.
    - ¿Llamabas para algo?

    - No, nada, es que me gusta oír tu voz. A seguir bien.
    La mentira y el absurdo se instalaron en las relaciones interbancarias hasta tales extremos que lo todo el mundo llamaría "sarampión" ellos lo llamarían "pecas". La desconfianza general que ese "disimulo masivo" suscitó originó que los bancos no sólo desestimaran seguir haciendo cambalaches entre ellos, sino que dejaran de conceder créditos a los mortales de a pie. El motivo podría resumirse en "Si a mí no me prestan dinero, que te crees que te lo voy a prestar a ti".
  • Sin sangre, el cuerpo no se mueve: En el sistema capitalista, el dinero es la sangre que permite que el cuerpo se mueva. Teniendo esto en cuenta, a nadie se le escapa que los préstamos concedidos por un banco son el maná para muchísima gente, especialmente pymes y ciudadanos con pocos posibles. Si se dejan de conceder, ni las empresas modestas ni la humilde cuidadanía pueden hacer frente a sus necesidades y las primeras empiezan a hacer recortes con tal de evitar la quiebra y la segunda hace juegos malabares con números rojos con la idea de fintar el embargo. Sin dinero en circulación, la economía se para y los problemas económicos y sociales organizan una fiesta para celebrarlo. ¿Qué ha sucedido? Que cientos de entidades como el National Chúlez Bank of América y el Great Irratonial Bank of New York son conscientes de que, por un lado, la subida de precios ha ahogado la capacidad para devolver los créditos concedidos y, por otro, que su liquidez es tan famélica como un niño sudanés, por culpa de la fabulosa desconfianza que ha castrado los préstamos entre bancos. Veamos un caso sucedido hace pocas semanas en las oficinas del National Chúlez Bank of América:
    - Buenos días. Soy Abraham Willditzski.
    - Mike Pérez, encantado. ¿En qué puedo servirle?
    - Verá, tengo una pequeña empresa familiar, Willditzski Brothers. Nos dedicamos al envasado de pelotas de golf. Y bueno, tenemos algunos problemillas, meramente circunstanciales, pero que se solucionarían rápidamente si pudieran concedernos un préstamo.
    - Señor Willditzski, creo que no podemos atender su solicitud.
    - ¿Cómo? Pero oiga, si es un crédito de nada. Lo justo para evitar problemas.
    - Lo sé, lo sé, pero no podemos. Déjeme que le explique: En el National Chúlez Bank of América ya no nos fiamos ni de nuestra propia sombra. ¿Me entiende?
    - Pero yo soy un honrado empresario. Ni siquiera pago en negro a mis cuarenta empleados. He pagado mis impuestos siempre y siempre he devuelto el dinero que me han prestado, y con creces.
    - Si yo no digo que usted sea el Anticristo, señor Willditzski, pero no nos fiamos, ni de usted, ni de nadie. Y aunque nos fiáramos, no tendríamos dinero que prestarle.
    - ¿Qué? ¡No es posible! Sin el préstamo, tendría que echar a más de la mitad del personal para hacer frente a los gastos y aun así nuestra producción se vería afectada.
    - Muy bien, hágalo entonces así, señor Willditzski.
    - Pero es que son más de veinte familias las que se verían perjudicadas.
    - ¿Y?
    - Además, no sé yo si así se solucionarían todos mis problemas.
    - Entonces sus problemas son más graves de lo que me decía.
    - Bueno, es que...
    - Le deseo un feliz día, señor Willditzski.
    Con menos ingresos, los mismos o más gastos y sin inyección monetaria vía préstamo, las empresas se ven abocadas al despido de empleados, una reducción alarmante de su producción y, en muchos casos, al cierre. Esto origina que el paro se convierta en Godzilla y que la productividad se vaya de excursión al centro de la Tierra, con lo cual la recesión económica está servida y la psicosis social al dente. Con menos dinero en las casas del que había antes, los impagos y la morosidad se disparan aún más, mientras que la gente que aún tiene algo de dinero ahorrado en los bancos se pregunta si sus ahorros estarán seguros en unas entidades que lejos de generar confianza exudan una inquietud desconcertante. ¿Qué se hace en una situación así? Acopiar dinero como Shylocks, que, en economía viene a traducirse en un "Sálvese quien pueda", como se está reflejando en las Bolsas.
  • El histerismo, al alza: Imagínense un casino donde los propietarios fueran los propios jugadores. Bien, ahora imaginen una mesa de dicho casino donde decenas de esos jugadores apuestan compulsivamente fichas, cambiándolas por dinero cuando creen oportuno. Por último, imaginen que esos jugadores tienen una estabilidad emocional similar a la de quinceañeras enamoradas de por vida de los efebos de High School Musical, Tokio Hotel, El Duque y demás iconos de saldo de féminas púberes. Ahora llamen al casino "Bolsa",a las fichas "títulos" y a los jugadores, "brokers". Voilá. Bienvenido a la locura. ¿Quiénes son esos jugadores? La encarnación engalanada y altiva de aquellas personas que no sólo ahorran o consumen su dinero según les salga de las fosas nasales, sino que además quieren que éste se reproduzca como setas. El común de los mortales, juega a la lotería o la quiniela, pero estos individuos prefieren jugar a la Bolsa, que no deja de ser otra lotería, lo pinten como lo pinten. El problema está en que yo si no acierto una quiniela, pierdo un par de euros, y éstos, si se les da mal, pueden perder un par de millones de euros en un día, por ejemplo. En época de optimismo y bonanza, la Bolsa no deja de subir y subir, como si tuviera la sangre color azul viagra. En cambio, en época de incertidumbre o vacas flacas, la Bolsa cae en picado como Ícaro después de comprender el significado de la palabra "prudencia". En esta crisis, las Bolsas de todo el mundo se han puesto histéricas, contagiadas por la desconfianza que genera tener la sensación de que "lo que se sabe" es sólo la punta del iceberg y el temblor espinal que suscita leer obituarios de empresas en las noticias un día sí y otro también. Alguien sensato, cabal y tranquilo, habría tenido más temple y no se habría puesto como Boris Izaguirre el día del Orgullo Gay. Pero cuando manejas tantísimos millones, las neuronas se van a paseo y sale el instinto de supervivencia, que en la Bolsa se traduce en "¡Vende! ¡Vende! ¡Vende!". ¿Cuando la crisis económica llama a tu puerta, qué prefieres: perder todo el dinero o quedarte con algo; tener el dinero en la Bolsa o en el bolsillo? En el bolsillo, claro. Por eso en la Bolsa nadie "compra" en las últimas semanas y todo el mundo vende sus acciones y participaciones como locos (aunque pierdan dinero) con tal de tener liquidez. Volviendo al ejemplo del casino, ahora no hay fichas sobre la mesa y todos los jugadores se miran enajenados unos a otros. Todos saben que en cuanto se animen nuevamente a jugar, todo irá como la seda y volverán los días de vino y rosas. El problema es que no hay váliums ni tilas suficientes para aguantar la espera, porque el histerismo, en la Bolsa, siempre cotiza al alza. En definitiva ¿deberíamos preocuparnos por lo que ocurre en las Bolsas? Si usted tiene dinero invertido ahí, claro. Si no, pues las Bolsas merecen tanto caso como un concursante de Gran Hermano o la jovenzuela que llora desconsolada porque el hombre de su vida y entretelas con cuyo nombre se ha pintarrajeado cara, brazos y pechos ha anunciado que se casa. La idiotez no tiene solución. La economía, sí.
  • Supergobierno al rescate: Que un Gobierno se crea un superhéroe no está mal, siempre y cuando actúe como tal y no como Don Quijote. En las últimas semanas, estamos viendo declaraciones y actuaciones que, ya sean bienintencionadas o puramente cosméticas, adolecen de la misma carencia: coordinación. Una buena orquesta suena maravillosa cuando todos los instrumentos están afinados y coordinados. Si no, es una cacofonía insufrible. Y es en esa fase en la que estamos: Cacofonía mundial. Unos dicen que van a hacer una cosa, otros que otra y algunos nada, a verlas venir mientras ponen cara de póker jugando a las siete y media. Varios Gobiernos optan por salvar (comprar los "cromos" de los que hablaba antes, utilizar el dinero público como siliciona para sellar simas contables, etc.) a las damiselas en apuros (bancos con más agujeros que Madrid, entidades inversoras a las que sólo les queda la desvergüenza, etc.), sin saber (o quizás sí) que curar con dinero público las heridas que se han autoinflingido esas empresas hace un flaco favor a la competencia deseable en ese sector y constituye un gesto caritativo que unas corporaciones tan interesadas, mezquinas y egocéntricas nunca se merecerán. ¿Es justo? No, porque supone que todos costeemos los errores a conciencia de otros. ¿Por qué entonces lo hacen? Para evitar que la psicosis cale en toda la sociedad y los despidos, las quiebras y la extracción masiva de depósitos bancarios dinamite todo el edificio económico mundial. ¿Consiguen así solucionar la crisis? Hasta el momento, se ha demostrado que en el mejor de los casos, las medidas anunciadas son pan para hoy y hambre para mañana, y, en el común de los casos, fuegos artificiales con los que tener embobado al populacho. ¿Qué hay que hacer entonces? Pergeñar medidas coordinadas (a nivel mundial, continental, nacional y regional), concretas (el maquillaje, para las maquilladoras) y contundentes. Es complicado, sí, pero no imposible. Cuando algo es indispensable, la sencillez o no de una solución es irrelevante.
  • La crisis en seis palabras: Prepotencia, deshonestidad, desconfianza, imprudencia, histeria, descoordinación.

Y después de leer todo esto...¿nosotros qué hacemos? Pues actuar a todos los efectos como si confiáramos en nuestros Gobiernos y bancos, aunque no sea así ni se lo merezcan, porque, como dijo Salustio "Mayor es el peligro cuando mayor es el temor". Y rezar o esperar que suene la flauta antes de que la crisis nos haga desear que el acelerador del CERN pegue un petardazo y nos vayamos todos a tomar por el saco.

jueves, 2 de octubre de 2008

Escoria benéfica

A veces la realidad se empeña en complicarse la vida léxicamente y en lugar de utilizar una sola palabra, "escoria", prefiere utilizar once (España golpea una red de pedofilia con 18.000 usuarios en Internet o Detenidas 121 personas en la mayor operación contra la pornografía infantil). Repugnante, sobrecogedor, abyecto, vil, ruin, vomitivo...muchos son los adjetivos con los que glosar el penúltimo capítulo de la historia de la InHumanidad. Una historia que nos sirven en crecientes y persistentes dosis en los medios de comunicación de tal forma que nos han insensibilizado ante el dolor, la tragedia o la bestialidad con denominación de origen humana; lo cual es otro desastre de nuestra sociedad y tiempo, pero hoy no me detendré mucho en ello. Baste decir que cuando ves la primera película gore de tu vida, sientes pánico, náuseas, etc.; cuando ves la película gore número 326, te duermes. Eso es justamente lo que está consiguiendo la repercusión mediática del lado tenebroso del ser humano. Por poner un ejemplo, imagínense al típico busto parlante con sonrisa sin mácula que, después de dar la noticia arriba citada, continúa con rostro impasible diciendo "Y pasamos de una tragedia a otra, porque el Fútbol Club Quintanilla del Jaramuco ha perdido su derbi". Pues eso. Hemos asimilado el horror y sedado nuestra capacidad de reacción. Algo falla.

Mas, como digo, no quiero centrarme en esa polémica, sino en los protagonistas de la nauseabunda noticia con la que abro el artículo. Estas criaturas (me niego a citarles con cualquier término que implique humanidad) aficionadas a zumbar, manosear y/o violar a bebés, niños e infantes me suscitan mayor asco y furia incluso que los seres que sustituyen a los bisoños imberbes por mujeres, ancianos o animales como diana de sus repulsivos placeres. Un incremento de mi furibunda repulsión directamente proporcional a la inocencia e indefensión de las víctimas. ¿Qué hacemos con estos congéneres empeñados en socavar aún más la supuesta superioridad emocional e intelectual del ser humano? ¿Qué hacemos con esa basura que insiste en cometer aberraciones que ni siquiera vemos en los denostados animales? ¿Qué hacemos sabiendo que buena parte de esos monstruos jamás pondrá un pie en chirona? Aparentemente, hay tres opciones:


  1. Que vayan a la cárcel sí o sí: Quien esto escribe es un firme partidario del cumplimiento íntegro de penas y de la instauración de la cadena perpetua. Si a eso le añaden que creo tanto en la cárcel como vehículo de reinserción social como en la posibilidad de que mi colonia baste para seducir perdidamente a Charlize Theron, creo que tienen un buen esbozo de qué es la cárcel para mí. Dicho esto, hay quien, con demasiada benevolencia, propugna que los responsables de estas atrocidades, una vez que ingresen milagrosamente en prisión, sean víctimas de la famosa "recogida de la pastilla de jabón", labor recolectora que ha proporcionado infinidad de historias que pasarán a los anales. A mí no me parece bien eso. No, no y no. Me niego a que esa escoria pueda tener siquiera posibilidad alguna de sentir placer cuando alguien les introduzca un objeto o apéndice contundente por salve sea la parte. Dado que se cometería el craso error de encarcelar a esos deleznables aficionados a torcer vidas y quebrar cuerpos, preferiría que, mientras esperen su liberación el día en que se entregue el Nobel de Física a José Luis Rodríguez Zapatero, se les deje disfrutar sin traba ni aislamiento ninguno de la apasionante vida carcelaria y sus códigos de des-honor, de forma que los pedófilos y pederastas acabaran como el subsuelo de Madrid: con tantos agujeros que el forense no supiera cuál es de salida y cuál de entrada.

  2. Que les internen en un centro psiquiátrico: Basados en la estúpida excusa de que la causa de ser unos monstruos sea una enfermedad. "Hola, me encuentro mal, creo que tengo la gripe. Muy bien, caballero, pase por aquí, por favor, siéntese a la espera entre la mujer con leucemia y el señor que ha violado a su sobrino en la cuna, gracias". ¿A que no tiene gracia? Pues eso díganselo a los mastuerzos con toga o bata que califican a estos repulsivos criminales como "enfermos", que casualmente son los mismos que hablan de los beneficios de la castración química. ¿Privar de erección a un demente le hace mejor persona? "Ufff. Desde que ya no se me levanta, soy otro, tú. Ahora violar a sietemesinos no es lo mismo, aunque lo sigo haciendo, por no perder la costumbre, total..." Yo insto vivamente a esos abogados, psiquiatras y psicólogos a que adopten a estos pobres especímenes aquejados de tan curiosa enfermedad y que les hagan sentirse uno más de sus familias, especialmente en celebraciones tan entrañables como los bautizos y comuniones.

  3. Que acaben en la calle: Una opción que parecería surrealista si no fuera constatablemente real. Esto hay que agradecérselo a los golferas políticos que no endurecen el código penal y a los jueces que se la cogen con papel de fumar y tienen las neuronas como ornamento. Si estos incompetentes tuvieran que explicar a la cara a todas las víctimas, una por una, de estos malnacidos por qué caminan con la libertad de la que gozan las gentes de bien, las cosas cambiarían o quizás los cirujanos maxilofaciales harían horas extra. A saber...

Como verán, no me convence ninguna de estas opciones. Yo abogo por una solución mucho mejor para todos. Para ello, me baso en algo de lo que estoy plenamente convencido: Que los pedófilos y pederastas pueden reportar un beneficio a la sociedad. ¡Quieto! Antes de que acaben como Larra o que me quieran bañar en ácido, déjenme explicarles el "por qué" y el "cómo". Nos adentramos en lo que podría llamarse el "Breve manual para convertir un monstruo en un ser altruista": Se coge al pederasta o pedófilo y se le pone en la disyuntiva de ser carnaza de tiburón blanco en aguas australes o participar en un programa de salud de escala nacional. Si optan por la primera opción, perfecto. Si lo hacen por la segunda, no pasa nada: Tras pasar un reconocimiento médico, se procede a la sedación o no (decisión en mano de los familiares de los niños afectados) del monstruo, se extraen todos los órganos sanos y donables y, a continuación, se desposee al sujeto de todos los huesos susceptibles de ser reutilizados médicamente. De esta forma, los pederastas/pedófilos contribuirían enormemente a las tan necesarias donaciones de órganos y huesos. ¿Qué hacer con los restos? Bien, la carcasa de lo que nunca fue un ser humano también tendría un fin útil para la vida: incinerarla hasta convertirla en fenomenal compost con el que abonar campos y macetas. ¿Lo ven? Es posible. Sólo es cuestión de planteárselo en serio.

Y, mientras tanto, máxima agonía para los que destrozan infancias, familias y vidas.