miércoles, 24 de septiembre de 2008

El Elegido

Hoy no hablaré de noticias. Hoy contaré una leyenda conocida sólo por selectas mentes preclaras que me ha sido revelada. Una crónica que camina en las brumas de la realidad y el tiempo protagonizada por un ser que algunos calificarían de necio, mentecato, ignorante, irresponsable, estulto, demente, iluso o anormal y otros, simple y llanamente como "El Elegido". Lean con atención...
Hace cerca de 65 millones de años, El Elegido se irguió sobre sus patas traseras, alzó su cabeza una buena mañana y vio cómo un colosal objeto incandescente rasgaba el cielo, precipitándose brutalmente contra la superficie de un planeta dominado por los dinosaurios. El Elegido se volvió a sus colegas de sangre fría, sonrió y les tranquilizó con gráciles movimientos de cola que venían a decir: "Sosegaos, queridos saurios. No hay de qué preocuparse". Comenzaba así la extinción de cerca de la mitad de los seres vivos que poblaban el planeta.
Tiempo más tarde, 28.000 años ha, El Elegido se hallaba en un cónclave de inquietos Neanderthales, temerosos al constatar que cada vez eran menos a cazar, comer, lincharse y copular. Fue entonces cuando El Elegido les miró a sus prominentes frentes y luego a los ojos y con unos curiosos sonidos guturales los calmó en lo que venía a ser un "Tranquilos, chicos, que nos vamos a quedar con todo el cotarro". Los homo neanderthalensis se extinguieron en beneficio de los sapiens.

Unos cuantos siglos más tarde, en 1348, un comerciante de la bella ciudad de Venecia se descomponía entre estertores frente a la puerta de su negocio; en esas pasó El Elegido en una góndola y viendo el espectáculo, animó sonriente al pobre mercader con unas palmaditas en la espalda: "Tranquilo, amigo, es sólo un catarro de nada". Un tercio de la población europea, cerca de 25 millones de personas, murieron por la Peste Negra en Europa en el brote de mediados del siglo XIV.

Volaron los almanaques y calendarios hasta un buen día de julio de 1789, en el que el monarca francés Luis XVI caminaba nervioso por su palacio, intranquilo por la repercusión de las medidas que había adoptado para no ver peligrar su poder. El Elegido se apiadó de él, le ofreció la mejor de sus sonrisas y le dijo: "No os impacientéis, majestad. El pueblo lo entenderá". El 21 de enero de 1793, la testa del rey de Francia se independizó de su cuerpo gracias a la guillotina, convirtiéndose en uno de los hitos de la Revolución Francesa.

144 años más tarde, el 31 de enero de 1933, un tendero judío de Varsovia leía con un inexplicable recelo el titular del periódico que anunciaba el ascenso de un tal Hitler a la cancillería alemana. En esas llegó El Elegido a comprar pan y viendo al atribulado hijo de Yahvé, sonrió y quitó hierro al asunto: "Vamos, vamos, Moisés, no hay de qué preocuparse. Estamos en Polonia. ¿Qué importa lo que pase en Alemania?". Desde finales de 1940 hasta 1943, el gueto de Varsovia se convirtió en el inmortal ejemplo de la tolerancia y humanidad del Tercer Reich.


Medio siglo más tarde, el 26 de abril de 1986, El Elegido paseaba tranquilo y risueño por las calles de Chernobyl, cuando un escalofriante resplandor iluminó el cielo. "¡Qué bonitos son los fuegos artificiales aquí!" se dijo e inspiró hondo con satisfacción. El accidente nuclear más grave de todos los tiempos aún hoy sigue haciendo de Chernobyl un lugar maldito.

Ya en el siglo XXI, la mañana del 11 de septiembre de 2001, El Elegido se afeitaba en un coqueto piso de Manhattan cuando escuchó una terrible explosión. Apagó la maquinilla un instante, guardó silencio y sonrió. "Esta gente del cine, cada vez filman películas más espectaculares en Nueva York", pensó. Cerca de 3.000 personas murieron en los atentados terroristas más pavorosos y grandes de la historia.


En 2008, cuando todo el mundo se encontraba sumido en los prolegómenos de la mayor crisis desde el crack del 29, la más reciente encarnación de El Elegido calmó a toda la población española afirmando durante meses que en este país no había crisis económica sino “situación ciertamente difícil y complicada”, “tiempos difíciles y complicados”, “momento adverso”, “coyuntura económica claramente adversa”, “sensación de deterioro”, “brusca desaceleración”, “disminución de la liquidez”, “un claro y rápido empeoramiento de la situación”, “crecimiento debilitado”, “situación actual y complicada”, “rápida evolución, a la baja, de la economía”, “frenazo económico”, “un período de serias dificultades”, “debilidad del crecimiento económico”, “difícil momento coyuntural”, “fuerte ajuste del crecimiento”, “dificultades endurecimiento de las condiciones crediticias”, “algunos problemas específicos o que padecemos con mayor intensidad” y “condiciones adversas". En septiembre, el ministro de Economía afirmó que aquella era la peor crisis desde que tenía uso de razón.


Y aquí acaba la leyenda de "El Elegido", un ente que en sus sucesivas encarnaciones a través de los siglos ha regalado a toda la flora y fauna terrestre su sensatez y optimismo, revelándose como un infalible augur. Como ven todo es pura ficción...o quizá no. Por lo demás, creo que es hora de declarar clínicamente muerto a alguien, ya que por desgracia no presenta signos de actividad cerebral ni se le observa movimiento alguno. ¿A quién me refiero? Al Gobierno de España.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno, esta vez completamente genial la introducción con la figura de El Elegido.Enhorabuena.

Anónimo dijo...

El Elegido no ha muerto. Se encuentra en mi oficna bajo la apariencia de un calvo feo, con la nariz de cerdito y verrugosa, que se da palmaditas de cuando en cuando en los genitales nadie sabe bien por qué, sufre espasmos y alaba mucho los culos de alguna compañera. Eso sí, gana mucho, mucho dinero (tampoco nadie sabe muy bien por qué).

El Elegido no está muerto, ni muchísimo menos. Chapotea en su baba peloteril y perjudica a todos los compañeros con un mínimo de dignidad en cada empresa.