Adiós, Pekín, adiós. Adiós a los Juegos Olímpicos y toda su leyenda, parafernalia, gloria y bochorno. Adiós a la penúltima oportunidad de demostrar que las palabras "China" y "democracia" hacen buenas migas en la misma frase. Adiós a la euforia española empeñada en travestir a priori la realidad. Dado que los JJOO son seguidos por decenas de millones de espectadores en todo el mundo y que todos los medios de comunicación se convierten en cíclopes más olímpicos que el barón de Coubertain, no entraré en excesivos detalles y me limitaré a plasmar brevemente mis impresiones:
* ¿Qué me ha parecido Pekín 2008? En mi opinión, China tenía en sus manos una oportunidad magnífica para mostrar a todo el planeta que ha evolucionado, que no es un infame vestigio del comunismo más irracional y férreo, que ya está más pendiente de los Derechos Humanos y el progreso que de Mao y la oriental que lo alumbró. Pero no. Pekín 2008 no ha sido más que una decrépita geisha intentando hacer un numerito de streap-tease, una geisha que sin maquillaje ni alharaca no es más que una bruja comunista que sueña eróticamente con sodomizar a lozanos demócratas occidentales. La puesta en escena ha sido espectacular, tanto como la constatación de que en China, la democracia y su estela de libertades y derechos ni están ni se les espera.
* El Olimpo: Estos juegos han encumbrado a dos extraordinarios portentos: Michael Phelps y Usain Bolt. El primero, un auténtico depredador acuático de medallas y récords. El segundo, la cachonda versión jamaicana de "Flash". Ambos, mitos. En cuanto al resto de medallistas, todo fue según lo previsto y, por tanto, no hay nada que comentar con entusiasmo. Ni siquiera la enésima desvergüenza de Yelena Isinbayeva, quien, como Bubka, ha demostrado que la cota de su jeta está muy por encima de 5.05 metros de altura.
* España: La actuación española ha sido, más o menos, la que me esperaba: Discretita con algunos puntos de excelencia (llamados tenis y baloncesto). Tanto la selección de baloncesto como Rafa Nadal han demostrado por qué son unos auténticos mitos y referentes deportivos: talento inagotable y testiculina a prueba de holocausto nuclear. Los de basket han conseguido lo impensable (acojonar a la todopoderosa, todoatlética y todochulesca selección de Estados Unidos) y habría logrado lo imposible (si los árbitros tuvieran unidad de criterio). Nadal, por su parte, ha dejado claro otra vez (y van...) que a tenis y coraje es harto complicado vencerle. Por lo demás, yo destacaría a las sirenitas de natación sincronizada (más conocidas como Mengual y cía), a la ninfa de las piruetas (Almudena Cid), a las chicas de las raquetas (Ruano y Medina) y al resto de perfectos desconocidos que dieron motivos para el orgullo patrio y nombres a las hemerotecas. En cuanto al atletismo, pues, como diría Groucho Marx, partiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cotas de miseria. Y punto.
* El chollo: Organizar unos JJOO no sólo es un chollo por todo el dinero que generan, sino por el desorbitado ascenso en el medallero que experimenta el país organizador, con el plus de "pechos inflados" y "palmaditas en la espalda" que eso acarrea en los meses posteriores. Por esa razón, me extraña que en España, nación de donde es oriundo el pelotazo, no se hayan celebrado más Juegos Olímpicos. De cualquier forma, estoy deseando que alguna vez se organicen Olimpiadas en Ecuador, Madagascar, Luxemburgo o Chipre, para que estas auténticas potencias deportivas salgan sospechosamente del armario...
En fin. Nada nuevo bajo el sol...
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