A partir de la medianoche, las calles de Madrid comienzan a llenarse de noctámbulos que, por prudencia o comodidad, recurren al transporte público como medio de retorno al hogar. A partir de las 02:00 el metro echa el cierre, con lo cual la gincana para regresar a la morada aumenta en interés, público y participantes. De esta forma, las posibilidades de utilizar transporte público se reducen al autobús y al taxi. En ambos casos, la paciencia, la fortuna, la picaresca o la fe en los milagros son esenciales para superar con éxito el trance. Como Cenicienta, la urgencia o las ganas de volver a casa se acrecientan a cada minuto, igual que la competencia por usar un medio de transporte. Pero analicemos las opciones:
- El autobús: Los populares "búhos" o "buhometros" son bastante socorridos si tienes la suerte de, por un lado, salir cerca o relativamente cerca de alguna de sus paradas o cabeceras (Ej: Cibeles) y, por otro, que pasen "próximos" a tu casa. Si no...mal asunto. Además, hay que tener en cuenta que, según la hora y la línea de autobús, utilizar este servicio nocturno es hacer oposiciones a contorsionismo y un curso superior de aguante avanzado de embriaguez propia o ajena. ¿Qué alternativa quedaría? El taxi.
- El taxi: El mejor remedio para quien está dispuesto a pagar dinero a cambio de llegar rápida y cómodamente a casa. ¿El mejor? Viendo el aspecto que presentan la Gran Vía, la calle Génova, el Paseo del Prado o cualquiera de las calles adyacentes a lugares de "ocio nocturno" uno es consciente de que ha tenido la misma brillante idea que decenas de personas. A esas horas, Madrid parece transformarse en el escenario de un enorme y desquiciante "juego de las sillas", sustituyendo éstas por taxis. De esta forma, estando en pleno tránsito de la paciencia a la enajenación mental, a uno le asaltan dudas como ¿por qué tantos taxis vacíos circulan sin el piloto verde encendido?, ¿por qué hay tan pocos taxis libres?, ¿cuál es el motivo por el que taxis libres pasan de largo dejándote cara de tonto?, ¿por qué razón encuentras taxistas que sólo te llevan si les viene bien el emplazamiento de tu casa cuando uno precisamente no vive en territorio comanche?, ¿se cansarán de esperar estas cien personas que hacen autoestop urbano a mi alrededor? Cuando al cabo de un buen rato sigues sin encontrar respuesta a esas preguntas ni tampoco taxi, uno es víctima de un fervor dudosamente religioso pero que le incita a abandonar la multitudinaria cacería del taxi y peregrinar andando a su casa, dondequiera que se halle.
A mí me parece genial que, especialmente a la gente joven, se nos martillee para usar el transporte público nocturno y así evitar desgracias, pero lo mínimo que se puede esperar a cambio es que encontrar un taxi libre por la noche no sea tan fácil como descubrir un trébol de cuatro hojas, que los "búhos" no parezcan el Guernica de Picasso con ruedas o que alguien se decida por fin a abrir el metro si no veinticuatro horas sí hasta las cuatro de la mañana, pues a esa hora es cuando muchísima gente retorna a casa, una vez cerrados los bares y pubs.
Si hay que conceder más licencias, contratar a más gente o lo que sea, pues háganlo, señores del Ayuntamiento y la Comunidad, porque esto, como casi todo en la vida, compensa si hay demanda y créanme ¡hay demanda de sobra vive Dios! Si no, Madrid cada fin de semana, a partir de la medianoche, seguirá siendo una adaptación urbana de "La Odisea". Yo, mientras tanto, el próximo fin de semana me vestiré de Ulises y honraré a Homero escribiendo mis peripecias a la espera de volver a casa sano, salvo, antes de que olviden que existo y a ser posible en transporte público.
(Este artículo ha sido publicado el día 7 de marzo en "Ciudadano M", en la web del periódico El Mundo)
1 comentario:
Ja, coger un taxi!!!! A mi a vallekas jamás me llevaban de vuelta. Con lo cual salir de noche era más excitante, o ligabas o ligabas hasta que volviesen a abrir el metro. Consecuencia, cada vez llegaba más tarde a mi morada, o muy tarde, chungo, o tardísimo, que guay.
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