En contra de lo que pudiera parecer, no hablaré en este artículo de ningún político, empresario, terrorista, asesino, violador, pederasta, traficante...No. Hoy hablaré de un hijo de la gran puta. Así, a secas y con todas letras.
Seguramente, si están más o menos al tanto de las noticias, habrán visto o leído la historia de un hijo de la gran puta, natural de Aguiño (Galicia) y que responde al nombre de Juan Lado. Este cabrón, cuya madre no pongo en duda que sería una santa, se ha dado a conocer por propinar una brutal paliza a su perro, una lluvia de hostias que su vecino grabó en un vídeo que ha dado la vuelta a España. Al parecer, no era la primera vez que este "ser" maltrataba así a este animal, no era la primera vez que el pobre can aullaba y gemía de puro dolor sin siquiera morder la mano a su amo, no era la primera vez que Juan Lado demuestra lo que es: un hijo de la gran puta.
Analizando con detalle la noticia, uno no sabe qué es peor: Que exista escoria de este tipo, que, una vez más, alguien se pase por el forro de los testículos una Declaración Universal, que alguien sea capaz de atacar con tanta saña (cuando se cansó de atizar con el palo fue a por una tubería...) a un animal que de pura nobleza y dolor no atacó en ningún momento a un amo que no le dejaba escapatoria, que la Justicia (uno ya duda si escribirla entre interrogantes) condenara tal salvajada con sólo 6.000 euros de multa y la retirada del animal (que murió poco después a consecuencia de la brutal paliza), que este desalmado volviera a tener dos cachorros de perro después de que la Justicia le retirara al perro de las imágenes; que unas decenas de gañanes le aplaudan a su entrada en el juicio y amenacen e insulten al vecino demandante (cuyo perro, por cierto, murió envenenado...); o que este hijo de la gran puta llamado Juan Lado tenga la nula vergüenza de decir que todo son mentiras. Creo que, por encima de todos estos repugnantes detalles, lo peor es que alguien que se califique de ser humano (al que se le supone, por nacimiento, raciocinio y corazón) pueda tratar así a un animal y más a un perro.
Yo tengo desde hace trece años un perro y nunca me cansaré de dar gracias a Dios, el destino, el demiurgo o la fortuna por haberlo puesto en mi vida. Sólo, repito, sólo alguien que haya podido compartir su vida con un perro puede saber el verdadero significado de palabras como "nobleza", "lealtad", "cariño", "entrega", "compañerismo", "apoyo", "honestidad"...Eso es difícil, muy difícil descubrirlo gracias a una persona, pero un perro te lo enseña y demuestra desde el primer minuto que está a tu lado y nunca deja de hacerlo. Podría estar hablando de este tema durante horas sin cansarme, pero este artículo va por y para un hijo de la gran puta. Así que vamos con él.
A ti, Juan Lado, hijo de la grandísima puta, lo único que me apena es no conocerte en persona para poder darte caricias iguales a las que regalas a tu perro, porque casos como el tuyo, escoria, hacen que sea una verdadera lástima que matar a alguien sea delito y pecado. Pero bueno, cabrón, qué se le va a hacer. A ti, Juan Lado, hijo de la gran puta, me encantaría verte empalado en la plaza de tu pueblo para que te vitorearan la caterva de payasos agrestes que te aclamaban y defendían en el juzgado y en la televisión (una turba de humanoides a los que si se les fusilara lo único de valor que se perdería serían unas balas). Y lo único que desearía en ese caso no es que murieras rápido para evitarte el sufrimiento, sino que no soplara el aire, para evitar que tu hedor se esparciera.
Y es que el ser humano es así: vemos a alguien hostiar a una mujer, niñ@ o ancian@ y ponemos (con toda la razón) el grito en el cielo, la policía y en el juzgado, por si acaso. Pero cuando alguien hostia a un animal, ya...Es otra cosa. Siempre habrá algún gilipollas (ese colectivo tan en auge) que intente contemporizar o, peor aún, justificar y sacar tajada de acciones como éstas. Y quien dice hostiar, dice abandonar. Que igual de hijo de la grandísima puta es quien maltrata a un animal que quien lo abandona. ¿Qué pensarían si vieran a decenas de ancianos o niños abandonados a suerte y con cara de "¿Qué he hecho mal?" en las cunetas de las carreteras o en estaciones de servicio? ¿Qué pensarían si el destino de todas esas personas abandonadas fuera la muerte (por accidente, atropello o inyección letal)? ¿Qué pensarían si a alguien que es todo cariño le diéramos la patada por "comodidad" como si fuera un juguete roto? ¿Qué pensarían si, a los pocos meses de tener un hijo, unos padres lo dejaran en la calle porque ya se les ha pasado la fiebre del "capricho"? Pues eso, lo que yo decía: hijos de la grandísima puta.
Como final de este artículo, sólo quiero animar desde aquí a denunciar inmediatamente estos "comportamientos" y, si tienen tiempo y corazón, a colaborar con asociaciones como El Refugio o a consultar portales como TodoPerro.es. Por lo demás, espero que tú, Juan Lado, no indigestes demasiado a los gusanos cuando fallezcas (ojalá pronto), so hijo de la gran puta.
jueves, 14 de septiembre de 2006
Un hijo de la gran puta
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4 comentarios:
Javier, solo una palabra
¡¡¡¡¡¡ SOBERBIO !!!!!!!
Ya te lo he dicho todo.
No está mal. Pero es una historia sin sexo.
toda la razón.
un abrazo de una defensora de los animales.
Estoy absolutamente estremecido en estos momentos, porque acabo de ver el famoso video de un "señor" dandole una paliza a su perro.
De modo que voy a expresar aqui lo que me sugiere este "señor" y los "señores y señoras" que le apoyaban durante el juicio:
1º: A este señor le deseo que una jauria de perros salvajes le ataquen. Espero que le arranquen la cara a mordiscos y le desgarren la apestosa y asquerosa piel que cuelga de sus mugrientos huesos. Espero que esos perros le dejen vivo en medio del bosque e intente gritar auxilio con la garganta destrozada, desgarrada y que se ahogue con su propia sangre.
Si no cabe la posibilidad (o la suerte de que esto ocurra), espero que muera solo, abandonado, sin nadie que le de aliento y con la peor y mas lenta de las muertes. Un accidente de coche (seguramente conduzca un tractor) en el que SOLO el muera, tambien me vale. Por supuesto, ya me parece bien la multa impuesta, pero si da con sus huesos en la carcel durante una temporadita, mejor que mejor. Y aun mejor si le meten en la misma celda que el activista de Greenpeace de 1.95, 137 kilos, 34 tatuajes, condenado por partirle el craneo a un señor que le dio una patada en el culo a un gato.
Este señor, por llamarle de alguna manera, es mas animal que el animal al que pega. No hay nada que indique en su comportamiento, que es un animal racional, con empatia, con sentimientos. Es un trozo de carne, que bien podria pasar por un morcon colgado en los ganchos de una carniceria. Aunque estoy convencido que dicho gancho, tiene mas moral y mas integridad que semejante zopenco. He visto documentales de chimpances estudiados por Jane Goodall, en los que estos simios demuestran con una simple mirada, mas humanidad que esa cosa con ropa.
2º: Y a todas esas señoras y señores que le apoyan y han querido linchar al veterinario que grabo las imagenes, les digo que espero que se vayan a la ruina mas absoluta, que tengan que vivir de prestado y mendigando por las calles, y porque no, que tengan que pegarse con un perro callejero por un trozo de pan que haya caido de un cubo de basura.
Ese perro no se merecia eso. NINGUN perro se merece eso. No es que me haya dado un venazo ecologista. Sencillamente ese personaje, me da muchisimo asco. No tengo que justificarme. Simplemente, le deseo lo peor.
Cuanto mas conozco al genero humano, mas me gusta mi perro.
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