Fue la noche de un sábado 23 de septiembre. Con nocturnidad y sin alevosía, un millón de personas tomó Madrid. Y no para beber ni bailar ni manifestarse. Eso no sería noticia. Lo extraordinario es que un millón de personas dedicaran toda una noche en Madrid a empaparse-empacharse-emborracharse de cultura. "La noche en blanco" se llamaba la iniciativa. No podemos colgarnos la medalla de ser los creadores (porque Riga, Roma, Bruselas y París también están en este tren), pero sí que nos debemos colgar la sorprendente medalla de que una iniciativa cultural de este calibre haya sido un éxito en un país como España, en una ciudad como Madrid y encima por la noche. Eso sí que tiene mérito torero. "¿Que si voy de copas? No, voy al Thyssen". Con un par, sí señor.
Me da igual si el 23 de septiembre hubo una eclosión masiva y nocturna de snobs. Me da igual si esa noche salieron a la calle todas esas personas a las que les da alergia pagar la entrada de algún museo o institución cultural. Me da igual si Alberto I, el Faraónico se quiere apuntar el tanto. Los hechos hablan por sí solos: Más de un millón de participantes, 284 entidades implicadas, un programa con cerca de 240 actividades artístico-culturales repartidas por todo Madrid desde las 21:30 horas del sábado hasta las 07:00 del domingo y decenas de fotos que dan fe de todo ello. Ha sido la mayor orgía cultural que se recuerda en los últimos decenios (y me quedo corto, creo). Y todo esto, como digo, en Madrid y de noche.
Es cierto que en España cualquier persona ve un "Gratis" y se queda hipnotizado. Y no menos veraz es que en nuestro país alguien ve una cola kilométrica (como las que afloraron en la noche de autos) y, o bien pregunta para qué es, o bien se suma a la cola sin preguntar, a ver qué pasa. Pero lo acongojante de "La noche en blanco" es que todas las ofertas eran culturales y todas tenían más cola que el INEM ("¿Qué hice anoche? Pues estuve en la cola de la Biblioteca Nacional, y también en la del Teatro Real, y en la de la Plaza Mayor..."). Y uno empieza a creer que sí, que de verdad hay gente que ve La 2 o que lee los libros que se compra o que no presume de Prados ni Reinasofías sin haber puesto jamás un pie en ellos. A esto hay que añadir que uno de los grandes valores de iniciativas como ésta es que permiten (re)descubrir el encanto de una ciudad en la que la monotonía y el caos diario todo lo eclipsa. Porque, pese a que el Ayuntamiento de la capital se esfuerza por dar a conocer durante todo el año sus tesoros culturales, esto suele pasar desapercibido para el homo madrilensis ya que, como muy bien dice Ángel Antonio Herrera, "Madrid no deja ver Madrid".
¿Que si yo estuve en "La noche en blanco"? Claro. Fui al Palacio de Comunicaciones (la exposición bueno...pero el interior de ese edificio es precioso), escuché los berridos de ultratumba de la Casa de América (¿Dónde estaba Iker Jiménez?), presencié la escalada humanoide de la Puerta de Alcalá, estuve en la cola del Thyssen y, como broche, acudí a una visita guiada por el Madrid "antiguo" (el de los Austrias, vamos) a la que querían ir mil personas más. Completita la noche.
En definitiva, ¿que a los gatos nos gusta la "marcha" nocturna? Claro. De hecho es la segunda explicación de por qué a los madrileños se nos llama "gatos" (La primera se debe a las habilidades como escaladores-trepadores de los conquistadores cristianos del Madrid medieval, que ascendían a mano desnuda por las murallas y los acantilados cual felinos). ¿Que a los gatos nos gusta la cultura, aunque sea de noche? Desde el 23 de septiembre de 2006, está claro que sí.
lunes, 25 de septiembre de 2006
A los gatos les gusta la cultura
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1 comentario:
Caminante no hay camino, se hace camino al andar
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