El jadeo pútrido de las alcantarillas; el soul acharolado de las
cucarachas; la luz desmigada en un reguero de calles; las persianas
telegrafiando palabras de piel a los voyeuristas; Oberón derramándose
como magma sobre el mar siliconado de Titania; el neón brillando sobre los
cascotes de un día derretido; las bocas llenas de alcohol o sexo en su
romance insomne con el tic y el tac; el rumor eléctrico del ártico oasis
de las neveras, los mosquitos haciendo el agosto en sus reyertas rasantes; Puck
perdido en el fondo de una botella de garrafón sin el hielo del consuelo; las gotas de sudor
cayendo en la tentación; las ventanas abiertas como bocanadas enmarcando
la noche; el murmullo del aire acondicionando los sueños; Hermia y
Lisandro perdiéndose en un rincón como la sombra de un gato doblando la oscura
esquina del tiempo; la vigilia cruel de los desterrados del relajo; las
voces ininteligibles que se esfuman en las aceras; los coches sonámbulos horadando el silencio; el pecio siluetado de
la ciudad vaciada; el vaivén de cuerpos en su serenata de sábanas;
Helena esperando impertérrita que Demetrio le devuelva el mensaje; la
promesa mercenaria de una playa donde mudar piel e inquietudes; los
relojes rodando hacia un alba fresco como la sonrisa de un niño; la luna
pasando de largo en el laberinto de alfileres que sostienen las horas
más oscuras como un telón de actores aficionados.
Todo esto pasaba en una noche con verano sin sueño.
sábado, 23 de julio de 2016
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