jueves, 16 de diciembre de 2010

Los banquetes navideños

Días son éstos de comidas, cenas o cócteles para festejar la Navidad. No importa si hay quien lo hace para celebrar el nacimiento de Jesucristo, rememorar los fastos del Sol Invictus, honrar el Hanuka o alabar la inminente venida del guiri panzón vestido de Cocacola, porque, sea por lo que fuere, los motivos religiosos son lo de menos en los ágapes navideños que pueblan las agendas estas fechas. 

De lo que se trata es de llenar las tripas haciendo de ellas corazón mientras se simula con mayor o menor dificultad un estado de felicidad, alegría y paz similar al que procuran los opiáceos. Lo ideal es que no sea necesario artificiar tan estupendo ambiente emocional, pero, por desgracia, lo más habitual es que los convites de Navidad sean una excelente oportunidad para demostrar, entre otras habilidades, las dramáticas, idóneas para estas tragicomedias almibaradas cuya duración, por cierto, rivaliza con la del liberto Trimalción.

Dentro de los festines, se pueden distinguir tres claros grupos, en función de a qué ambiente pertenezcan los convocantes y los comensales: trabajo, amigos, familia.
  • Trabajo: Aunque gracias al señor POE unos cuantos millones de españoles no tendrán que pasar por este suplicio, los banquetes navideños de trabajo (que pueden ser comidas, cenas o cócteles) son más una asamblea gastronómica de aduladores, arribistas, bufones, lisonjeros, cortesanos e hipócritas presidida, oficial u oficiosamente, por una minoría de divos y ególatras. Es más fácil encontrar a un ultraderechista en el desfile del Orgullo Gay que a una persona intachable en estas mascaradas. Lo más importante en estos saraos no es qué comas (por lo general, el oído) sino  a quién y cómo. Ahí está la clave de la ¿nueva? ¿meritocracia? laboral. Si alguien tiene las suficientes tragaderas para asistir a un suceso así, puede incluso hasta divertirse observando cual entomólogo el bochornoso fornicio de egos. Con un poco de suerte, hasta puede llevarse un obsequio y todo.
  • Amigos: Todo un desafío para la compatibilidad de agendas que, sin embargo, se convierte en una estupenda oportunidad para echar pelillos a la mar, regar con risas anécdotas pretéritas, repartir chanzas a diestro y siniestro y disfrutar de esa "otra familia" que son los amigos, por lo general, mejor avenida que la consanguínea. De los tres, es el tipo de francachela navideña con más visos de acabar tan bien como empieza, o, incluso, mejor.
  • Familia: Junten ustedes a los Capuleto con los Montesco, pongan en el tocadiscos o la minicadena los grandes éxitos de Caín y Abel, dejen que el matrimonio anfitrión mute de Mocedades a Pimpinela cual Jasón y Medea y coronen el festín cantando descoordinadamente "La Marimorena" mientras otros la arman. Obtendrán el ágape navideño familiar más común, en el cual, cada valoración del plato a degustar es sospechosa de ser rigurosamente falsa y el disimulo para mirar la hora mengua dramáticamente según avanza la reunión. Si alguien no se siente identificado con esta descripción, enhorabuena, tiene una familia que sólo monta el Belén con intenciones belenísticas. 
En fin, sea cual sea el tipo de banquetes que ustedes vayan a sufrir  o disfrutar en los próximos días, espero y deseo que no se arrepientan de ellos, de corazón.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

jejeje, primo

Creo que este año también me libro...

Anónimo dijo...

muy bueno tu artículo sobre las comidas de navidad....totalmente de acuerdo en el apartado de comidas de empresa, esta semana tenemos la nuestra y será el show teatral como todas las que se hacen por ahí. El otro día me dijo un amigo que en su empresa les han fusionado con otra y que les llevaron a comer con los fusionados, entre ellos se odian y se notaba un ambiente que decía q con algunas copas más si se empiezan a sincerar, se lía pero bien!!! es de traca esto de las comidas de fraternidad navideña de empresa,. me recuerda a otra cosa muy bonita que suelen hacer algunas empresas, que encierran a la gente a hacer un ¿indoor se llama? (por decirlo finamente) a jugar juntos a varias cositas, que si paintball, que si canoas....podría haber accidentes provocados ahí..... (hubo una peli española que lo satirizaba muy bien, no recuerdo el nombre)

Javi Crespo dijo...

¡Gracias!

Yo no soy muy amigo de las francachelas donde prima la hipocresía, porque no me gusta hacer ningún paripé.

Para mí, lo mejor con estos saraos, especialmente los de empresa es hacer como con los accidentes: Evitarlos.

Por cierto, la película es "Casual Day".

:)

Cyrano dijo...

La familia siempre ha sido fuente de conflictos, especialmente cuando llegan los extraños y se estropea toda la armonía; la cena navideña es una ocasión irrepetible para que los cuchillos y los tenedores se claven en los gaznates... y no de los pavos precisamente. Excelente artículo.