sábado, 18 de diciembre de 2010

"Balada triste de trompeta": De la Iglesia y el esperpento

El esperpento, ese estilo teatral inventado y sublimado por el genial Ramón María del Valle-Inclán, consiste como es sabido en una deformación grotesca bajo la cual subyace una intención crítica y tiene por rasgos fundamentales lo grotesco como vehículo de expresión, la deformación sistemática de la realidad y la muerte como eje capital de la trama. 

Teniendo eso presente, no se me ocurre mejor calificativo ni elogio para "Balada triste de trompeta", el último film del siempre recomendable Álex de la Iglesia, que "esperpéntico". Asomarse a la Guerra Civil y el posterior franquismo (años 70, especialmente) que vivió España tomando como eje argumental unos personajes marginales y literalmente circenses es algo que ya evoca la insana guasa del portentoso Valle. Hacerlo situando como protagonistas de la trama a unos payasos extravagantes y homicidas, una nada velada declaración de amor al esperpento.

La película, laureada en la última Mostra de Venecia, se centra en la despiadada rivalidad de Sergio y Javier, dos clowns excéntricos y dementes (sensacionales Antonio de la Torre y Carlos Areces), por el amor de Natalia, una sensual y voluptuosa trapecista (estupenda Carolina Bang). Esta competición no tarda en devenir en un macabro y estrafalario duelo pasional con consecuencias trágicas para el trío protagonista. Orbitando en torno a este argumento, el espectador asiste a un retrato sarcástico, exagerado y, a pesar de ello o, precisamente por ello, realista de la España de un ya decrépito y menguado Franco.  Algo de lo que ya avisaban los magníficos créditos iniciales: un contundente collage del contexto político y social en el que se ambienta la acción.

Impecable en todos los aspectos técnicos y artísticos, el film de Álex de la Iglesia contiene todas las señas de identidad del cineasta, si bien evidencia una ligera evolución hacia una mayor y mejor elegancia formal, reflejando la inteligencia y madurez de un director genuino y muy original. A mí, particularmente, me gusta especialmente su habilidad para transitar de la comedia a la tragedia y viceversa con asombrosa rapidez y facilidad; su lacerante sentido del humor; su creatividad estética; su filia por lo extravagante; y su costumbre de recuperar como secundarios a estupendos y veteranos actores menospreciados por la industria cinematográfica patria en los últimos lustros (Sancho Gracia, Terele Pávez, Manuel Tejada, Luis Varela).
Cruce imposible entre Browning y Fellini, De la Iglesia consigue quizás su película más afinada si bien servidor no la sitúa como su favorita, tal vez por el mal sabor de boca que me dejó cierta escena, para mí de mal gusto, ambientada en el Valle de los Caídos, ya en el clímax final.

Sea como fuere, "Balada triste de trompeta" constituye un recomendable motivo para pasar un buen rato en el cine y disfrutar del gran hacer de uno de los mejores y más honestos directores que tenemos en España. 

2 comentarios:

VícToR dijo...

Pues habrá que verla, un poco friki parece, pero Alex de la Iglesia, salvo excepciones, es un genio.

Javi Crespo dijo...

Friki, distinta, extravagante, brillante...son todos calificativos válidos para la película.

Poniéndonos un poco sesudos, el duelo fraticida y cruel de los dos payasos bien podría ser una parodia del de las llamadas "dos Españas"... una rivalidad en la que todo el mundo sale perdiendo.

Yo creo que es el film más "político" de Álex de la Iglesia y eso que es francamente sutil y elegante...Pero los créditos iniciales, con esa acongojante música de Roque Baños, es todo un manifiesto con esas "asociaciones" visuales...