martes, 25 de agosto de 2009

Frío vals de cine negro

Acabo de ver la película "Enemigos públicos", cinta de cine negro de Michael Mann, uno de los directores que más me gustan desde que me obligó a añadir la soberbia "Heat" a mi lista de films favoritos, y que cuenta en su reparto con uno de mis actores predilectos: Johnny Depp. Por tanto, tenía muchas razones de peso para ver este título y si bien a la salida del cine no me he arrepentido de pagar la entrada (Mann es uno de los pocos directores por los que merece la pena aflojar el bolsillo), sí he salido con una desangelada sensación de "le falta algo".

La película, como todas las de este cineasta, es impecable y elegante desde el punto de vista técnico, pero le falta alma, adolece del empaque que tanto piden y agradecen films de este género ("El Padrino", "Érase una vez en América"...) y que el propio Mann exhibió en la ya citada "Heat". Narrar la encarnizada lucha real del FBI contra los gángsters encarnados en la figura de John Dillinger en esa América en blanco y negro de la Gran Depresión necesita algo más que un nuevo recital interpretativo del aquí contenido y carismático Depp y una convincente y notable actuación de Marion Cotillard, si se quiere hacer de "Enemigos públicos" una película más que notable.

Mann yerra a la hora de iniciar y, sobre todo, cerrar el film (no se puede concebir una escena de esa categoría como si fuera una de transición) y también le sale el tiro por la culata, nunca mejor dicho, en la dirección de un reparto que, salvo Depp y Cotillard, parece de cartón piedra (hay talento desaprovechado...), ofreciendo al espectador unas interpretaciones que en el mejor de los casos se revelan como insulsas marionetas de un maniqueo teatrillo. En cuanto al guión, no me termina de convencer una narración que tan pronto abusa de la presencia de unos personajes como prescinde de ellos (los créditos de "Enemigos públicos" están llenos de "personajes Guadiana", personajes fantasma...), que obvia razones y utiliza discutibles elipsis por causas que, pensando bien, se podrían justificar parcialmente por un metraje asequible para el espectador. Y, por finalizar el párrafo de quejas y lamentos, este film tiene un defecto que suelo observar en algunas películas recientes ambientadas en otras décadas o siglos: ni los decorados, ni los interiores, ni el mobiliario ni los trajes tienen que parecer recién comprados. ¿Me explico?

Pese a ello y además del placer que supone la actuación del tándem Depp-Cotillard, "Enemigos públicos" plantea al espectador una interesante y valiosa reflexión: La maldad y la bondad, y los vicios y las virtudes que emanan respectivamente, existen a ambos lados de la Ley. Por tanto, el Bien y el Mal no sería tanto una cuestión de medios como de fines, sin que éstos justifiquen o dependan de aquéllos. Incluso, en ocasiones, las fuerzas garantes del bienestar, la Justicia y la paz piensan y se comportan de una forma más vil que la de los criminales a los que persiguen. Para esto último, basta con darse un paseo por la biografía del turbio, turbísimo J.E.Hoover...

En definitiva, la nueva película de Michael Mann es un aceptable film con potencial para ser un gran título...y que, sin embargo, se queda en frío vals de cine negro.

1 comentario:

Cyrano dijo...

Recomiendo para olvidar el tibio visionado del filme de Mann la revisión inmediata de "Dillinger" (1973), de John Millius.